Este trío de holandeses hace tiempo que tienen algo muy grande entre manos, y la respuesta está en su música. He tenido el inmenso placer de verles en un par de ocasiones, una en el desaparecido Garage Sound Festival y otra en el templo del rock barcelonés llamado Rocksound, que es la mejor sala para ver de tú a tú a un grupo, pero si hay sold out, la incomodidad es manifiesta. Curiosamente un grupo llamado Dewolff tocará en una sala llamada Wolf, así que todo encaja… Como podéis ver el antiguo Señor Lobo parece que se ha acondicionado y se prepara para reinventarse como sala de conciertos, y posee una más que interesante y vasta propuesta de diferentes pelajes.
Pero a quien hay que verle el pelaje es al trío de lobos neerlandeses, con los hermanos Van de Poel al frente, y con Pablo de guitarrista, cantante y maestro de ceremonias. Definir a DeWolff es todo un reto. Por un lado, es un trío sin bajista con voces cercanas a los Bee Gees, vestidos al estilo de hippy de los 70 pero con el rock por bandera. Un rock añejo que se adentra en el progresivo y que aquí sí que puedes percibir la enorme influencia de las bandas progresivas de la década de los 70, y muy en concreto de las marcianadas de sus compatriotas Focus. Esta vertiente queda reflejada por su teclista Robin Piso, que recupera esa tradición de pianos excesivos con instrumentos que pesan varias toneladas. Su enorme órgano implica un rato largo de instalación y se ve antiguo, casi como una pieza de museo.
A nivel musical los descubrí con el brillante Thrust y poco después sucumbí al poder de Roux-Ga-Roux, ambos excelentes y frescos a pesar de indagar varias paladas profundas en el retro rock. Sacaron el pasado año disco en directo y el presente han sacado una obra muy especial: Tascam Tapes. Rizando el rizo se han dedicado a grabar este disco mientras estaban de ruta, en la misma camioneta, algo curioso pues el grupo posee su propio estudio en Utrecht. Pero la gracia de estos tipos es que se atreven con estas locuras a sabiendas de que la originalidad es algo imprescindible para llegar a algo en este negocio. La grabadora a cassete que utilizaron les costó 50 dólares, pero la obra suena realmente bien.
Si no les conoces todavía y te va la música en mayúsculas vale la pena que des con tus huesos en la sala Wolf para ver a una de las bandas más interesantes de la escena actual: DeWolff. Estribillos memorables, riffs coreables, solos sureños y excursiones progresivas que derivan en jams psicodélicas. DeWolff en la Wolf… cuando se alinean los planetas no hay que ponerse en su contra.