Ya sólo queda una semana para que tengamos de vuelta en Barcelona a Echo and The Bunnymen, sin duda una de las referencias del post punk y de la new wave británica de los ’80. El “modesto” Ian McCulloch y su socio, el minimalista Will Sergeant estarán presentando su último trabajo titulado The Stars, The Ocean and The Moon, plástico compuesto casi en su totalidad por versiones mejoradas (o no) de sus temas más influyentes, entre los que podemos encontrarnos himnos como “The Killing Moon”, “Rescue” o “The Cutter” entre otras joyitas, más dos temas nuevos; “The Sonambulist” y “How Far”, que a mi juicio, mantienen bastante la esencia del sonido de la banda. Esto es fácil decirlo, pero lograr esto tras casi 40 años sobre los escenarios de todo el mundo, no está al alcance de cualquiera, demostrando que son unos verdaderos supervivientes, tras haber compartido escena con grupos de la talla de The Cure o Joy Division, dejando claro que no sólo había un Ian en esto del post punk (con todos mis respetos al señor Curtis, cuyo legado durará para toda la eternidad).
A pesar de no ser ni de lejos una de mis bandas top, cada vez tengo más ganas de ver qué nos deparan los de Liverpool en la próxima noche de San Valentín, a pesar de que por lo que he escuchado, el “bueno” de McCulloch no está en su mejor momento a nivel vocal, por mucho que él asegure que es la mejor voz de los ’80, lo cual podría ser, pero en los ‘80. Lo que es seguro es que será una noche cargada de nostalgia, himnos, y esa extraña sensación que produce el sonido de esta banda, capaz de mostrar belleza dentro de la tristeza y la oscuridad, presente en la mayoría de sus letras.
Por mi parte, no mucho más que decir, aparte de que todos los nostálgicos ochenteros (no como yo), tienen una cita ineludible el próximo 14 de febrero en Razzmatazz.
Como rockero nacido en Canarias y en los 90 (¡El Nu Metal mola!), me pasé la infancia luchando en todos los recreos para poner mis discos; “…And Justice For All” siempre era uno de ellos.
En esto del rock desde que escuché por casualidad Deep Purple, a lo que siguió Led Zeppelin y ya no hubo vuelta atrás. Pasión por la música desde niño, prácticamente todos los estilos que derivan del rock, aunque un poco hater con el Glam. Guitarrista amateur, batería frustrado, y con ganas de adentrarme en este mundo como algo más que un hobby.
