Siempre me ha parecido que es ser un poco jetas, cuando se es músico, vivir de las glorias pasadas cuando ya no son tuyas. Por ejemplo, si Tim Owens, o el propio Rob Halford cuando decidió abandonar Judas Priest, se hubiesen dedicado a girar tocando temas de su ex banda, lo mínimo hubiese sido decir que tenían un morro más grande que el de un oso hormiguero. Lo que hoy nos toca explicar va por estos caminos, mal que me pese.
Cuando Angra anunció que dejaban solos a Loureiro y Bittencourt el jarro no fue de agua fría, sino helada. Uno de mis grupos preferidos perdía una de sus grandes señas de identidad, la voz de Matos, después de tres álbumes absolutamente magistrales. Pronto se hizo saber que su sustituto sería Edu Falaschi, proveniente de unos tales Symbols. Al enterarme fui inmediatamente a la mítica calle Tallers barcelonesa para hacerme con una copia de alguno de sus discos, y… aquello no me pegaba en absoluto con la que era una de mis bandas fetiches. El agua seguía estando helada.
Pero bueno, en mi juventud y a pesar de todo, decidí comprar, sin haber escuchado nada, el nuevo trabajo de los brasileños. Rebirth (2001) lleva el mejor título posible, pues (además de ser uno de sus mejores discos) era todo un renacimiento para una banda que dábamos por muerta. Y la voz de Falaschi no es que pegara con la música, es que parecía estar esculpida a medida del grupo. Me hicieron falta muy pocas escuchas para que Edu se convirtiera en uno de mis cantantes preferidos y uno de los mejores de la escena metalera según los entendidos.
Todo esto no hizo más que confirmarse con el EP Hunters and Prey (2002) y el LP Temple of Shadows (2004), este su último gran y buen disco para mi gusto, el primero en el que los elementos progresivos empiezan a ganar mucha fuerza y, quizá, el disco de todos los cientos que he escuchado con una mejor combinación instrumental, es decir, las mejores guitarras con el mejor bajo con la mejor batería y la mejor voz, principalmente por la cantidad de registros que Falaschi es capaz de hacer. A partir de aquí, la cosa va a peor. Funda su propio grupo, Almah (muy recomendable), sale de Angra y aunque siguen en activo, le llega el fin a una banda enorme.
Pero como sólo de Almah no se vive, el bueno de Edu ha tenido que rodearse de un buen line-up, donde destaca por encima de todos su ex compañero de Angra Aquiles Priester a la batería (una auténtica bestia y mi batería preferido) para hacer el tour Rebirth of Shadows.
Lo que decía al principio. Vivir de unas glorias pasadas que ya no son tuyas no me parece lo más honesto, pero tanto los dos discos como el cantante y batería se merecen la oportunidad. Sin ir más lejos, nunca he tenido la piel tan de gallina ni me he emocionado tanto en un concierto como cuando escuché “Rebirth”, la canción, en directo. Avisados estáis.
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.