Llevamos unas semanas trepidantes en Barcelona para los seguidores-amantes de la familia Purple. Si el pasado miércoles pudimos gozar con todo un Ian Paice y los Purpendicular ahora nos toca otra sesión de Púrpura Profunda con Glenn Hughes. Si la anterior semana destacó el conocido como Mark II ahora es turno del Mark III. Pero lo mejor de todo es que yo ya he podido vivir en directo el show que se nos viene encima, con todo el material de Deep Purple, y os puedo asegurar que de todas las veces que he podido ver a este genio en directo, esa fue la mejor de todas. Y de largo.
Fue el pasado junio en el Garage Sound Fest de Rivas Vaciamadrid, con un elenco de grupos impresionante repartidos en dos días. Por goleada ganó Glenn Hughes demostrando que sigue en una segunda, o tercera, juventud. El vocalista inglés sigue cantando como los ángeles y si aparca su material en solitario, y el funky y el soul que siempre ha amado para centrarse en discos como Burn o Strombringer… pues evidentemente se puede disfrutar de la nostalgia sin pausa ni respiro. A esa batería de temas imperecederos hay que sumarle que la banda que lleva el divo está más allá de el mero cumplimiento. Hay un grupo potente, compenetrado, y con espacio para merecidos solos en los que lucen y demuestran galones sus compañeros. Hacía mucho que Hughes no tenía un equipo de escuderos tan solventes, y en parte, esto hizo que el concierto fuera inolvidable. Eso y el inmortal repertorio.
Glenn posee una de las mejores voces del planeta rock y la cuida con mimo, lejos de sus muchos excesos en sus días de gloria. Es un tipo creyente y considera que Dios nos ha premiado a todos con algo especial, En su caso, la voz, yo todavía sigo buscando mi premio. Mi contribución a su formación fue enseñarle a restregar el tomate en el pan en Calella en un fortuito encuentro en el hotel. Vio curiosa la costumbre catalana pero optó por el típico desayuno inglés. Ese día, posterior al concierto, vi la realidad de muchas leyendas del rock. En el escenario son colosos que lo dan todo y se desfondan absolutamente. El Glenn del desayuno continental estaba exhausto de la noche anterior, y fue por el enorme concierto que nos brindó. Cuando como fans les pedimos lo mejor, a veces no somos conscientes del precio que pagan nuestros héroes a la hora de salir cada noche a tocar. El peaje físico es total.
El poder disfrutar de un show de estas características es algo exquisito, porque, Hughes puede tocar lo que quiera, que siempre te dejará boquiabierto, pero si en el repertorio hay “Mistreated”, “Burn” y “Stormbringer” el plus es evidente. También caen otras gemas como “Might just Take Your Life” o “Fool No One”. En el Garage cayó el “Smoke on the Water” que quizá para muchos tenga poco sentido, pero cuidado, que a veces la complementa con la inmortal “Georgia on My Mind” como hacía en los 70, y aquí como diría Johan Cruyff: “gallina de piel”. Ni lo dudéis… Y si no le has visto nunca, te envidio, lo que vas a ver es a un cantante rotundo e inmortal. Imposible olvidar la primera vez que uno ve por vez primera a Glenn Hughes.