Incluso antes de que la balada «Drive» les llevara a la cima de las listas y salieran del mosh pit, estos sensibles rockeros de California no encajaban del todo dentro de aquello que se denominó nu metal. Ellos eran amantes entre los luchadores. En las dos décadas transcurridas desde el debut de la banda con una major, S.C.I.E.N.C.E. (1997), cada nuevo álbum se ha alejado aún más del bullicio alternativo de la década de los 90, una evolución que culminó, en 2011, con la publicación de If Not Now, When?, que está más cerca de los medios tiempos de los R.E.M. más modernos que de cualquier cosa que hayas escuchado en el Ozzfest.
El pasado año, la banda publicó 8 (2017), que a pesar de no ser (ni mucho menos) un disco redondo, supuso una especie de catarsis colectiva que se tradujo en algo tan común en las bandas que llevan en esto de la música alrededor de quince o veinte años: un regreso a sus orígenes. Es, fácilmente, su mejor álbum desde finales de los 2000, pues parece como si los chicos de Incubus hubieran encontrado de nuevo la forma en pistas como «Nimble Bastard», «You Are No Fun», «Throw Out the Map», «Loneliest» o «Undefeated», pero sin llegar a romper ninguna barrera con este lanzamiento.
En mi más humilde opinión, creo que los que tenemos entre treinta y tantos y cuarenta y pocos, tenemos dentro de muy pocos días una cita ineludible con nuestra adolescencia. Incubus, la banda que durante la década de los 90 se encargó de poner ritmos a nuestras vidas a base de funk, metal y demás sucedáneos surgidos de las entrañas del rock más alternativo, nos vienen a visitar tras seis años de espera… o de ausencia, pues no publicaban nada nuevo desde que giraron para presentar If Not Now, When? (2011) el que, con diferencia, es el peor trabajo de su carrera.
Dice la leyenda (y mis amigos yankees de Facebook) que la banda se niega a tocar en vivo cualquier cosa de los 90. A día de hoy, asistir a un bolo de Incubus es una experiencia mucho menos sudorosa de lo que lo era quince años atrás, pero no por ello hay que renunciar a ver a Brandon Boyd, Mike Einziger, Ben Kenney, José Pasillas y a Chris Kilmore. Digamos que el próximo domingo, 26 de agosto, tendremos a los 90 de vuelta… pero de una forma diferente. Será un regreso al pasado, a la infancia/juventud de muchos de nosotros, pero de una manera, por así decirlo, menos salvaje y mas sosegada.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.