Casi tres décadas después de su formación, Interpol ya han sobrevivido a todo. Al paranoico Nueva York post 11-S que les vio despuntar como salvadores rock del siglo XXI, a un inolvidable álbum de debut ligado a los mejores recuerdos de toda una generación, al revival post-punk que enarbolaron, al revival del revival, a sus imitadores, a los proyectos paralelos de sus componentes, incluso a sí mismos. A estas alturas, Interpol han esquivado tantas balas que se han ganado a pulso el derecho a que su historia sea suya y de nadie más.
Pero, por encima de todo, Paul Banks, Daniel Kessler y Sam Fogarino se han ganado a pulso estirar esa historia como quieran y cuanto quieran: seguirán sobreviviendo a lo que venga y como testimonio quedarán nuevos estribillos que raspan y reconfortan al mismo tiempo como los de The Other Side of Make-Believe (2022), su último disco y digno succesor del gran Marauder (2018).
Y una ocasión tan especial como el 20º aniversario de Antics, su segundo disco, merece sin duda un festejo especial. Por cierto, el disco cumplirá estos 20 años cuatro días más tarde de su fecha en Barcelona. Recordaremos que tanto Antics (2004) como su increíble debut titulado Turn on the Bright Lights (2002) son considerados dentro de los mejores discos de la década de los 2000.
Interpol, tan acostumbrados al contexto de un festival, saldrán de su hábitat natural para conmemorar que himnos como «Evil», «Slow Hands» o «C’mere» cumplen dos décadas el próximo 24 de septiembre en la sala Paral·lel 62. Será un nuevo capítulo de su largo idilio con Barcelona, aunque ninguno de los anteriores fue como éste.