Por muy fans que seáis de los ucranianos Jinjer, seguro que estáis tan sorprendidos como yo del ascenso meteórico que están experimentando desde hace unos años y que llevan, en realidad, experimentando desde el primer día. Si yo ya no acababa de entender como en sus últimas visitas junto a Arch Enemy, DevilDriver o Amorphis conseguían arrastrar tanta gente (y tan apasionada) a su difícilmente accesible djent/metalcore progresivo, ahora ya me he quedado sin palabras. De llenar esta misma sala de hoy con un papel totalmente secundario dentro de la gira de dos mastodontes como Amorphis y Soilwork a ser capaces de hacer exactamente lo mismo por si solos han pasado solo nueve meses. De agotar las entradas en Boveda de forma fulminante a hacerlo en una sala el doble de grande y llenar sus tres paradas por nuestros escenarios. ¿Hype? Pues un poco, la verdad. ¿Injustificado? Eso ya es otra cosa.
Porque mientras por un lado me sorprendía de la respuesta de la gente a cada nueva visita, por el otro también me dediqué a escucharlos con más detenimiento, y la verdad es que incluso más allá del temazo tan evidentemente brutal que es «Pisces» (si duda, uno de los temazos de la década), lo de esta gente es de traca. Alguien dijo, con muy buen criterio, que a Jinjer llegas por su cantante pero te quedas por sus instrumentistas. Y es que la capacidad vocal y la versatilidad registral de Tatiana Schmalyuk es sencillamente impresionante (años luz por delante de cualquier vocalista extrema que yo conozca), pero las habilidades de Roman Ibramkhalilov, Eugene Abdukhanov y Vladislav Ulasevich en cada uno de sus respectivos instrumentos no ayuda precisamente a poder recoger las babas del suelo.
Mágicamente, la amalgama de metalcore, prog, djent, reggae y mil otras cosas que es su música sigue resultándome algo bastante inaccesible para las masas, pero eso no parece óbice para que decenas y decenas de nuevos fans se vuelquen sobre ellos día tras día. Este año los ucranianos han publicado tanto el EP Micro como el disco completo Macro, con los que lejos de deshinchar el souflé parece que han multiplicado por mucho su seguimiento y repercusión. No hay duda (creo) que el fenómeno Jinjer tiene un punto de irreal, pero lo que no les falta en absoluto es calidad, capacidad de trabajo, presencia, actitud y canciones. Y si dudáis sobre ello, acercaos a cualquiera de sus tres conciertos en la península y comprobadlo por vosotros mismos. Pero corred, que igual os quedais sin entradas.
Acompañándolos un cartel bastante completo y en gran parte desconocido para la inmensa mayoría de los asistentes. Los canadienses The Agonist sí que nos resultan familiares a todos, ni que sea porque son la banda de donde salió la señorita Alissa White-Gluz antes de saltar el charco y ponerse a los mandos de los todopoderosos Arch Enemy. Y la verdad es que la producción de la banda con la vocalista del pelo azul es más que digna, demostrando incluso una versatilidad vocal mucho mayor de lo que demuestra en su agrupación actual. Eso sí, su marcha no pareció sentarles demasiado bien, ya que el primer disco que grabaron con su nueva frontwoman Vicky Psarakis, Five (2016), fue un absoluto desastre que mereció el muy dudoso honor de ser el primer y único disco que he suspendido en mi vida de reseñador de discos. Por suerte, parece que los canadienses han aprendido de sus errores, y en el reciente Orphans han vuelto a un estado de forma notable.
Las dos bandas que cierran el cartel son absolutamente desconocidas para mí, y mentiría si os digo que lo que he escuchado de ellos me atrae mucho más allá de la mera curiosidad. Tanto los finlandeses Khroma como los también ucranianos Space of Variations mezclan de forma interesante el metalcore y la música electrónica y tienen la oportunidad de presentarse ante una cantidad de público notable para demostrar que tienen todo el futuro por delante, y aunque su propuesta discográfica de estudio no ha acabado de volverme loco (sin estar nada mal), les doy todas las oportunidades del mundo para que me vuelen la cabeza una vez se suban al escenario. Al igual que Jinjer han llegado hasta aquí a base de pico y pala y de girar, girar y girar, ¿quién dice que estos chicos no pueden hacerlo también?
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.
