Cuando era un niño solía ver esas teleseries de la BBC en TV3 y agradecido estoy a que en mi tierna infancia productos como The Young Ones, The Black Adder, Fawlty Hotel o Red Dwarf fueran una parte importante de las sobremesas diarias. En la primera de ellas, “Els joves”, aparecían bandas de los primeros 80 y Madness hicieron dos cameos: una para tocar “House of Fun” y otra “Our House”. Menudas canciones… era imposible no quedar prendado por ese grupo.
Ese fue mi primer contacto con Madness, grupo londinense que ha llegado hasta el tuétano de la sociedad inglesa colándose en el jubileo de la Reina madre y de la clausura de los Juegos Olímpicos de Londres. ska, motown, pop, punk… todo cabe en esa coctelera. Pero más allá de esos logros, y del saxofonista volador, hay unas canciones intergeneracionales, que se las pongo a mi hijo de cinco años y le atrapan, pues son diversión. Es una música que te contagia alegría a pesar de tener un mensaje y trasfondo social.
Pasó el tiempo y un servidor le había perdido la pista a Madness hasta que di con un disco de ellos y lo compré por mera curiosidad: The Liberty of Norton Folgate de 2009. Llevaba el grupo 10 años sin editar un disco, y cuando lo escuché pensé que Madness había perdido completamente el norte y que era un sinsentido. Con sucesivas escuchas descubrí que esa obra era una maravilla, y al leer las críticas muchos la llegaron a considerar como el mejor disco de Madness. Conseguir eso tres décadas después de tu época de gloria, está al alcance de muy pocos.
Estaremos en Pedralbes, en esa atmósfera única para vivir en primera persona de un grupo único, y de un repertorio de hits que tiran de espaldas. A ello súmale el hecho (casi único) de que sus seis miembros siguen estando juntos desde 1978. Definitivamente tener a Madness en nuestra ciudad es algo casi mágico.