Mägo de Oz. El nombre lo conoces por narices, por no decir otra parte del cuerpo, ya que se trata de uno de los grupos que generan más controversia de la escena rockero-metalera del panorama nacional.
Amados u odiados, sin parte intermedia, es innegable que llegaron a tener una fama de popularidad, tanto aquí como allende los mares, que muchos sí quisieran para ellos. Quizá envidia, quizá truismo o quizá otras cosas, los madrileños han sido objetos de burlas y admiración desde que empezaron, hace 30 años.
No me atrevo a catalogarlos, aunque para mi es obvio que están dentro del mundo del rock duro. Trabajos como Jesús de Chamberí (1997), quizá su mejor disco y un auténtico discarral de rock, y La Leyenda de la Mancha (1998) hacían presagiar un futuro muy bueno. Con Finisterra (2000) el elemento folk empezó a ganar la batalla, haciendo su música más accesible y llegando a aparecer en Los 40 Principales con el single “Fiesta Pagana”. Creo que este es el punto en el que la controversia y el haterismo nacen, pues ya se sabe que lso metaleros somos muy del underground.
A partir de aquí… bueno, yo empiezo a perder interés, siendo Gaia (2003) el último disco al que prestaría atención. Pero su fama sigue creciendo hasta hacerlos tocar en una edición del Wacken.
Como en todo grupo, surgen disputas y rencillas. Los cambios de bajista se cuentan a pares, pero sin duda fue la salida de Jose Andrea, su cantante, la que hizo temblar los cimientos de la banda. Con Zeta como sustituto, la cosa no les ha ido mal. No tienen la fama de hace 10 años o 15, pero siguen llenando estadios por donde van.
Ahora vienen a vernos, medio por el 30º Aniversario medio por alguna cosilla nueva que hacen, y en Science of Noise queremos ver si aguantan el ritmo y cómo les ha tratado el tiempo. Por lo menos, en el últmo Rock Fest, dieron la talla de sobra.
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.
