Poco podemos decir de Metallica que no hayamos dicho ya nosotros o que no hayan dicho otros. A nivel de popularidad, los de James y Lars son la banda más grande de la historia del heavy metal, y a nivel de influencia poco les debe faltar. Con Kill ‘Em All y sus maquetas anteriores fueron decisivos en la incepción del thrash metal, mientras que el sonido y la dirección del exitoso Black Album fue referencia ineludible para un montón de bandas de hard rock y heavy metal americanas que bebieron de su elegancia, su contundencia y su melodía para dar pie a otro subgénero de éxito. Pocas bandas pueden decir, pues, que hayan sido capaces de crear un par de subestilos dentro del metal (Death, Black Sabbath, y pocos más), pero Metallica son sin duda una de ellas.
Pero más allá de ser una de las grandes bandas del universo metal, también son lo que son porque su música ha sido capaz de trascender las fronteras del género, y de hecho una buena parte de la gente que se vaya a reunir para verlos en esta gira (y en todas las giras, claro), no tiene especial interés en nuestro estilo. En su momento, canciones como «Enter Sandman» o «Nothing Else Matters» fueron hits para todos los públicos y sonaron en todos sitios, son aún repertorio habitual de cualquier orquestra nostálgica que se precie y sirvieron de banda sonora de toda una generación que, suertudos que fuimos, aún podíamos escuchar guitarras en la radio. A algunos de los más trues esto les puede dar una rabia inmensa, y creédme que yo no disfruté en absoluto de mis compañeros de pista cuando nos visitaron hace poco más de un año en el Palau Sant Jordi, pero ese es el precio a pagar por ser un grupo de masas. Y ojo, no nos olvidemos, para que el metal fuera entonces un género de masas.
En ese concierto (que, por cierto, para mí no pasó de pasable) Metallica llenaron el gran pavellón barcelonés con muchos meses de antelación, así que en esta ocasión la banda y Live Nation, su promotora, han decidido dar el paso (más bien el salto) unos metros más arriba, hacia el Estadi Olímpic. Este ambicioso recinto tiene fácilmente el triple de capacidad que el Palau, así que estamos ante el concierto propio más multitudinario de los californianos en toda su historia con la ciudad condal (ya estuvieron aquí en motivo del Doctor Music Day de 2003, al lado de bandas tan en boga entonces como Evanescence. Por el momento aún quedan entradas, pero supongo que acabará poco más o menos lleno (al igual que el Wanda Metropolitano de Madrid), en lo que será toda una fiesta del rock y el metal y una nueva invasión de camisetas negras con muñequitos (aunque sean ocasionales) hacia la montaña de Montjuïc.
Himnos imprescindibles y ya históricos como son «Master of Puppets», «One», «Sad But True», «Nothing Else Matters» o «Enter Sandman» se alternarán con novedades como «Hardwired», «Atlas! Rise», «Moth into Flame» y «Spit Out the Bone» y con cortes menos conocidos (aunque bastante conocidos) de toda su discografía (bueno, menos del St Anger). Al contrario que muchas bandas grandes, Metallica suele variar sus setlists cada noche, introdujendo temas distintos entre aquellos que no pueden faltar. Y aunque para la mayoría de fans y no-fans su producción en estudio de sus últimos veinte años es bien poco relevante, lo cierto es que en directo siguen siendo una banda tremendamente fiable y totalmente a la altura de su leyenda.
Para muchos (aunque para otros muchos no, en aboluto, incluso se arrancarán los ojos ante tal afirmación), la presencia de Ghost en esta gira es un atractivo casi tan grande como los propios cabezas de cartel. Con Prequelle las enmascaradas huestes del ahora rebautizado como Cardinal Copia han dado (aún) otro paso más hacia su calculada dominación mundial a base de una puesta en escena muy cuidada, mucho teatro de serie B y temazos impresionantes. Con solo cuatro discos en el mercado, el catálogo que han logrado acumular echa para atrás, con canciones tan redondas, bailongas y motivantes como «Ritual», «Year Zero», «Monstrance Clock», «Cirice», «He Is», «From the Pinnacle to the Pit», «Absolution», «Square Hammer», «Rats» o la hilarante y discotequera «Dance Macabre» que certifican el talento de una banda que ha sabido unir oscuridad y luz como nadie había sabido hacerlo desde tiempos de Kiss.
Después de haber venido un par de veces en gira propia y de haber encabezado una de las jornadas del Resurrection Fest del año pasado, los de Tobias Forge se embarcan en esta gira abriendo para Metallica (ya abrieron un par de veces para Iron Maiden) con el cometido único de asaltar el trono del metal futuro y de agarrar para su causa a un buen puñado de fans casuales a los que, musicalmente, tendrían todo para gustarles. Falta ver como se desenvuelven sobre un escenario de tal tamaño, pero gancho y canciones les sobran. Ganazas de verlos de nuevo después de no hacerlo desde su última visita a Barcelona en Semana Santa de 2017 y, sobretodo, desde su histórico concierto en la Sala Apolo unos meses antes (ese concierto, amigos, se va a recordar de aquí a unos años). Tienen soporte masivo de la industria, sí, ¿pero qué banda que haya alcanzado el cielo no lo ha tenido?
Ante tanto nombre mediático, muchos podéis preguntaros… ¿y quién leches son estos tales Bokassa? Pues esta gente con nombre de dictador africano son una interesante y prometedora banda noruega que se autodefine como stoner punk. Y por ahí va la cosa más o menos. Con mucho de Turbonegro en melodías y la actitud, y mucho de Palm Desert en los riffs y en el sonido, el joven trío de Trondheim, con tan solo un disco en el mercado (y el segundo a punto de salir) saltó a la palestra cuando fueron escogidos por la edición inglesa de Metal Hammer como la banda más prometedora de 2017. El verdadero espaldarazo, de todas maneras, lo tuvieron cuando el mismísimo Lars Ulrich les nombró como una de sus nuevas bandas favoritas. No sé si el escenario de un estadio se les quedará grande, pero musicalmente son una propuesta muy interesante y, personalmente, no pienso perdérmelos.
Además, este concierto es especial para nosotros por otro motivo: unos amigos de uno de nuestros compañeros de redacción fueron los que se encontraron de bruces con un autobús pintado de arriba a abjo con este cartel en plena autopista AP-2, así que nosotros fuimos (que sepamos) el primer medio a nivel mundial que anunció esta gira (y creédme que tuvo una repercusión bastante brutal), dos o tres días antes de la confirmación oficial. Esto es una parida fruto de la máxima de las potras, pero qué leches, nos hizo mucha ilusión.
Sea como fuere, con unos gigantes del metal como Metallica, una de las bandas destinadas a tomar la alternativa como son Ghost y una joven promesa como Bokassa, no hay duda de que estamos ante la gira más mastodóntica y multitudinaria de este 2019. ¿Será también la mejor a nivel de calidad musical? Eso está por ver, pero yo por si acaso no me lo perdería.
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.