Si al Robe Iniesta de los inicios le dijeran que terminaría siendo leyenda y que llenaría estadios supongo que se haría un hartón de reír. Que Extremoduro haya llegado a ser una banda de masas no tiene mucho sentido, pues era desde su concepción una oda a la marginalidad, con mala leche, actitud punk y amor a los excesos. Pero es que ya en ese Rock transgresivo (1989) había magia, magia de verdad. Las canciones eran maravillosas, las temáticas, rompedoras y las letras, poesía. Así que estamos ante la culminación de una trayectoria.
Así que ahora, el errático y admirado Robe, finiquitó por su gracia y unilateralmente la gira de despedida de Extremoduro y llega enfrascado en la segunda mitad de la gira de Mayéutica, título de conexiones socráticas y magna obra en la que el extremeño dota de musicalidad y muchos instrumentos a una propuesta original y diferente. En estos días de amor al dinero parece increíble que haya renunciado a la gira de Extremoduro con las cifras mareantes que ello le podía aportar. Pero eso es justo lo que hace que amemos al personaje: sigue siendo imprevisible y auténtico.
Recala ahora su gira en Barcelona y necesita de un espacio mayor como es el Parc del Fòrum. Se quedó pequeño el Sant Jordi, concierto de 2021 en el que las restricciones Covid empezaban a dejar de apretarnos cual soga. Esperamos su nuevo disco completo, canciones antiguas y un buen puñado de clásicos de su banda madre. Apunta a noche inolvidable, así que la recomendamos y os avisamos de que no nos la vamos a perder.
Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.
