Parece mentira, pero nunca he asistido a un concierto de Roger Waters a pesar de tenerlo en un pedestal absoluto, a él, y al resto de la familia Pink Floyd. Personaje implicado en lo político al que estoy disfrutando especialmente puesto que estoy metido de lleno en uno de sus discos más polémicos: el The Last Cut. Esa obra posterior a The Wall en la que Waters se sirvió del material sobrante de dicho trabajo maestro para atacar a Margaret Thatcher por meter a Inglaterra en la guerra de las Malvinas.
Comento esto porque Pink Floyd nunca tocaron jamás un solo tema de esta obra, que consideraron siempre un disco en solitario de Waters, pero en este presente This Is not a Drill Tour parece que hay alguna referencia al disco. También habrá material del astro en solitario, pero claro, la gente tiene muy claro lo que quiere, y lo que quiere es Pink Floyd. Waters parece disfrutar de su estatus de estrella comprometida, y a pesar de las polémicas habituales, no da puntada sin hilo.
Barcelona y Madrid volverán a recibirle con los brazos abiertos y parece que hay entradas liberadas para los fans que no las compraron cuando tocaba. A las leyendas hay que verlas puesto que el tiempo avanza y uno nunca sabe si volverá a tener le posibilidad de ver en directo a uno de los genios más grandes que dio la música del siglo pasado. Más allá de lo musical y de la tremenda banda que le arropa será muy interesante ver a Roger Waters hablando y explicando su visión actual de las cosas. Y os recordamos que como hacían Metallica… el escenario estará en medio del Palau.
Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.
