Cruzando aún los dedos para ver si realmente va a poder hacerse (parece casi milagroso que aguante mientras vemos que la mayoría de giras de principios de 2022 se van posponiendo o cancelando a meses posteriores), sería verdaderamente maravilloso volver a pisar por fin un concierto internacional después de año y medio (el último al que asistí fue el de The Night Flight Orchestra dos días antes de que la pandemia se apoderara de nuestro día a día) con una de las bandas más inspiradas de la actualidad (e indudables favoritas personales a día de hoy) como son los suecos Soen.
Si ya con su primer disco, ese ya un poco lejano Cognitive que les ganó todo tipo de comparaciones (más o menos adecuadas) con Tool, la otrora superbanda liderada por el ex-Opeth Martin Lopez y Joel Ekelof hicieron girar cabezas a su paso, el transcurrir de los años no ha hecho sino certificarlos como uno de los mayores baluartes del panorama progresivo (y más allá) contemporáneo. Si Tellurian fue grande, los maravillosos Lykaia y Lotus no hicieron sino hacernos babear más y más, mientras que el reciente Imperial que ahora nos vienen a presentar sigue en la misma línea de elegancia, confianza, calidez y brillantez en la que tan cómodos se sienten.
Y bueno, si su trabajo en estudio es una auténtica preciosidad, qué decir de su directo. Hasta el momento he tenido la ocasión de verles en la Sala Bikini y también en Salamandra hace un par de años, y en ambas me hicieron nadar en un charco de babas y lágrimas como pocas bandas recuerdo. Su imparable crecimiento a nivel de aforo se confirma ahora con su presencia en la mucho más amplia Apolo, una sala destinada ya a unos pocos elegidas entre la escena prog moderna, un olimpo entre el que se han hecho un hueco más que merecido. De hecho, de un tiempo a esta parte incluso la etiqueta prog se les está quedando bastante pequeña, y lo cierto es que la mayoría de sus temas (con hitazos eternos como «Illusion» o «Lotus» a la cabeza) tienen potencial de sobras para encandilar a públicos de todos los estilos.
Para acompañarlos, y tras la caída de los también suecos Port Noir, podremos disfrutar del heavy metal melódico, contundente y moderno de los finlandeses Oceanhoarse (una banda que, al igual que ocurrió con Ghost Iris en su última visita, tiene pinta de molar pero no pega demasiado con los cabezas de cartel), y de la agradable incorporación de última hora de los franceses LizZard, un divertido y contundente trío que abarca desde el rock alternativo hasta el prog que tuve la oportunidad de descubrir y disfrutar cuando tocaron en Razz 3 junto a O.R.k. (ese sí, un supergrupo de verdad) ante una flagrante e inmerecida falta de público.
Poder ver a Soen es siempre un auténtico evento para mí, y si los vaivenes de la pandemia (de nuevo parece que tristemente desbocados) lo permiten, otra noche mágica de prog, rock y metal emotivo y cálido está al caer. Como digo al principio, crucemos los dedos.
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.