Con King Crimson no hay punto medio: o los adoras o no los entiendes. Descontado el amplio número de gente que sólo ha escuchado, en mayor o menor reiteración, su añejo y referencial debut In The Court Of The Crimson King (1969), el resto de oyentes son, principalmente, fanáticos incondicionales del grupo y de sus correspondientes arterias secundarias. Y seguramente los múltiples miembros que han sido componentes, en alguna etapa o reencarnación, de esta pionera y genuina formación tienen muy clara la devoción de sus incorruptibles seguidores. Por eso, regularmente, vamos recibiendo bienaventuradas noticias relacionadas con este particular universo musical.
La más reciente es la inminente mini gira española (Barcelona, Madrid y Málaga como únicas ciudades) del trío Stick Men. Un rebuscado proyecto, marca de la casa, llevado a cabo por el bajista Tony Levin y el batería Pat Mastelotto (la actual base rítmica de la banda madre) más la análoga aportación del guitarrista Markus Reuter. Tres impecables y soberbios ejecutantes que nunca han dejado de experimentar. Con muchos registros publicados, de estudio o en directo, que mezclan estructuras, melodías y figuras situadas en los vértices del rock progresivo o el free jazz. Y que además muestran, en sus conciertos, una fotográfica desenvoltura visual.
Un original y arriesgado cocinado, no apto para paladares poco exigentes.