The Black Dahlia Murder irrumpieron en el Universo del Metal practicando un metalcore –Unhallowed (2003) y Miasma (2005)- fermentado a medio camino entre la técnica acrobática del death metal y la melodía emocional del black metal, una esquizofrenia personificada por voces duales, alaridos y mil y un gruñidos.
Su música se hizo progresivamente más accesible en Nocturnal (2007) y Deflorate (2009), hasta llegar a su pico más melódico con Ritual (2011). Y de ahí, de nuevo para arriba, discarral tras discarral, hasta llegar a su brillante y ya demasiado lejano para sus fans Nightbringers (2017). Me aventuro a decir que TBDM son de las pocas bandas de metal todavía en activo que no tienen ni un solo disco malo.
Pues bien, la banda liberada por la peculiar personalidad del señor Trevor Strnad, estará de nuevo por nuestro país a finales de este mes de abril, y para la ocasión se hacen acompañar por la relativamente desconocida banda suiza Virvum, que practica un death metal muy técnico… sí, son de esos músicos que dan tantísima rabia de lo bien que tocan. Solo tienen publicado un álbum de estudio, Illuminance (2016), y ya se les ha podido ver compartiendo escenario con titanes de la talla de Dying Fetus o Suffocation.
Se nos vienen encima unas noches repletas de una más que emotiva agresividad.
Y ya que me sacáis el tema. Cuando la policía llegó a la escena del crimen, rápidamente determinaron que el cuerpo de Elizabeth Short había sido colocado de tal forma que parecía que estaba posando para la cámara. El cadáver de Short estaba como acostado de espaldas con los brazos levantados sobre los hombros, y sus piernas estaban extendidas en lo que podría describirse como un retorcido despliegue de seducción. A Short también se le redujo a la mitad la cintura, y su cadáver había sido drenado y cuidadosamente lavado. Las marcas de cuerdas y quemaduras indicaban que había sido torturada antes de su muerte… ojo.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.