Los británicos The Mission son un icono del rock gótico, al que ellos aplican un marcado acento melodramático y grandilocuente que los hace distintivos. Se formaron a principios de 1986, cuando el cantante y guitarrista Wayne Hussey y el bajista Craig Adams, que habían dejado The Sisters of Mercy el año anterior (Hussey también había estado en Walkie Talkies y Dead Or Alive), reclutaron a Simon Hinkler (guitarrista de Artery, que también había militado en, y producido a, Pulp) y a Mick Brown (batería de Red Lorry Yellow Lorry). Se quisieron llamar Sisterhood, pero el líder de Sister of Mercy, Andrew Eldritch, se opuso. Y así nació The Mission, cuyo primer disco, God’s Own Medicine (1987), marcó el paso a la invasión gótica de los charts británicos en la segunda mitad de aquella década.
Si con su debut abundaron las comparaciones con Led Zeppelin, con su segundo álbum, Children (1988), estas aumentaron, ya que fue producido por John Paul Jones, el bajista de Led Zeppelin, que les aportó credibilidad y madurez (volvió a producirlos en Sum And Substance, de 1994). Ampliaron su público y llegaron al # 2 en las listas del Reino Unido. A partir de ahí, se empiezan a suceder cambios en la formación (en 1996 solo quedaban Hussey y Brown de los miembros originales: Craig Adams y Simon Hinkler regresaron en 2011, Brown no lo hizo más tras irse en 1996), lo que no impidió que durante los siguientes ocho años girasen casi constantemente y lanzasen cuatro LP más, con una docena de sus singles triunfando en las listas convertidos en himnos para sus fans (por ejemplo, “Wasteland”, “Tower of Strength”, “Beyond the Pale”, “Deliverance” o “Butterfly on a Wheel”). Fue una época en que agotaron siete veces las entradas en el londinense Astoria Theatre (cuyo aforo es dos mil personas), fueron dos veces cabezas de cartel del Reading Festival y tocaron con U2, The Cure y Robert Plant.
Con el inicio de este siglo puede decirse que empezó su segunda era, completamente revigorizados y con la publicación del que para muchos es su mejor disco, Aura (2001), que les reconectó con la energía y la inspiración de sus dos primeros (en esa trilogía se mueven casi todas las apuestas para escoger su cénit de grabaciones en estudio) y también catapultó su relevancia (ejemplo: ese álbum estuvo ocho semanas en el # 1 de las listas alternativas alemanas). Suena, en palabras de AllMusic, como “su disco de grandes éxitos que nunca existieron, una sucesión de fantasmas brillantemente concebidos que reúnen todos los momentos de mayor orgullo de The Mission y crean algo dinámicamente nuevo y puro a partir de ellos”. Qué habría pasado si Radiohead y Uriah Heep se hubiesen fusionado o cómo habría sido juntar una letra de Morrissey con un ritmo de Prodigy, son preguntas que ahí empezaron a responder. Sus leales tampoco se vieron decepcionados con God Is a Bullett (2007) o con Another Fall From Grace (2016), dos muestras de cómo se resisten a coger el camino fácil de revisitar sus pasadas glorias y cómo prefieren ser valientes y aventureros, con Hussey en forma como compositor.