Últimamente la escena escandinava del hard rock melódico está de enhorabuena. Y, si lo está, es en parte por The Poodles, que llevan ya unos cuantos años en la carretera. Por concretar más, en 2006 empezaron a dar sus primeros pasos. Jakob Samuelson, Christian Lundqvist, Pontus Norgren y Pontus Egberg formaron un cuarteto esencial para el revivir de la escena e influir, directa o indirectamente, en otras bandas ya enormes como Eclipse o H.E.A.T.Sus dos primeros discos, Metal Will Stand Tall (2006) y Sweet Trade (2007) son sendos pelotazos de hard rock melódico con toques glam que sentarían las bases de su sonido. También son sus mejores trabajos, quizá de largo. Canciones como la propia “Metal Will Stand Tall”, “Kingdom of Heaven”, “Flesh & Blood” o “Thunderball” son auténticas bombas que nada tienen que envidiar a los grandes clásicos del estilo.
Y entonces empiezan los bailes. Pontus Norgren abandona la formación para unirse a HammerFall, siendo sustituido por Henrik Bergqvist, y la calidad de sus discos empieza a ser algo cuestionada. “Clash of the Elements” (2009) es notablemente inferior a sus predecesores, aunque tiene alguna que otra joya en su interior, como “No Tomorrow” o “Give Me a Sign”. Lo mismo pasa con “Performocracy” (2011), algo superior a su predecesor pero, globalmente, lejos de los dos primeros trabajos del grupo. Eso sí, este disco contiene temas que deberían contarse entre los mejores del grupo, como “Cuts Like a Knife”, “Until Our Kingdom Falls” o “Vampire’s Call”. Tour De Force (2013) y Devil In the Details (2015) pasan prácticamente desapercibidos.
Como estaría la cosa que, con otro cambio en la formación (entra al bajo Johan Flodqvist), sacan (¿se ven obligados a sacar?) el álbum que nos vienen a presentar, Prisma (2018), un álbum de versiones entre las que destaco “Maniac”, de la película Flashdance (1983) y que es bien divertido de escuchar. Pero es eso, un álbum de versiones.
Hace poco tocaron ya por aquí, en el Ripollet Rock, y me los perdí. No sé exactamente qué encontraré, pero la verdad es que tengo curiosidad por ver si son capaces de trasladar su buen rollo y cachondeo al directo, cosa de la que estoy plenamente convencido. Creo que la Salamandra será testigo de una gran fiesta de hard rock, laca y purpurina.
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.
