Cuando el amigo Joan Calderon me nominó para hacer un disco como este en esta sección, mi primer pensamiento fue no hacerlo, directamente. Tengo demasiada música de mi agrado para escuchar y por descubrir, así que perder una hora en un disco que no me iba a aportar nada, no lo veía.
Pero finalmente accedí. Eso sí, aquí no vas a leer una crónica al uso de este disco, puesto que ni tengo los conocimientos ni las herramientas para pontificar sobre él; es más, si has llegado hasta aquí porque este debut de Björk es un disco básico para ti, te recomiendo que pases de largo porque intuyo que no vas a encontrar nada aprovechable aquí; es simplemente un ejercicio de masoquismo de un heavy poniéndose frente a esta obra, y ya adelanto, sin demasiado éxito.
Y no es un tema de ser más o menos cerrado; dentro del metal escucho prácticamente de todo, desde sonidos suaves, dulces y melódicos, hasta los sonidos más extremos, pero sí que es cierto que me cuesta bastante salirme de la etiqueta «metal» salvo en determinados casos, siempre relacionados con el rock, eso sí.
Pero metámonos en el mono de trabajo y vamos a ver los temas. A Björk la conozco de nombre básicamente, sé que es una cantante islandesa, sé que es muy particular, y por lo poco que había escuchado de ella, con una muy buena voz. Otro tema es de qué música la acompaña.
“Human Behaviour” abre el disco; un tema inquietante. Musicalmente no entiendo de qué va, ni en qué estilo se puede encuadran algo así; predomina la percusión, a la que se une algún sonido de tecla o de guitarra distorsionada que nada tiene que ver con las que acostumbro a escuchar, y que tiene un papel muy secundario, ahogado en la canción, salvo un momento en que la voz le deja paso para una especie de riff que está donde debería haber un solo, o eso me parece a mí. La voz, haciendo lo que quiere, arriba, abajo, y llevando con solvencia el peso de la canción. Como digo, tema raro, pero no me molesta tanto como creía, lo he soportado sin demasiados problemas.
Le sigue “Crying”. Aquí conduce el bajo, siempre, como a lo largo de todo el disco, respetando a la voz que es la que manda siempre. Este tema tiene un aire más funky salvando las enormes distancias, ustedes me perdonarán, y van apareciendo unas notas de teclado por aquí, unos beats por allá, esta me ha costado más acabarla que la anterior, pero no desfallezco, seguimos.
“Venus as a Boy” estoy casi seguro que no la lleva un xilófono, pero es algo así; una percusión extraña y repetitiva, sobre la que un piano va aportando pinceladas melódicas, pero una vez más la voz lleva todo el peso de la canción; llegados a este punto, tengo la sensación de que la música en este disco es totalmente accesoria, le podrías meter esos arreglos u otros totalmente distintos, porque lo importante es la voz. Demasiado larga para lo que quiere enseñar, con la mitad de tiempo esta canción ya pasaría, la monotonía de la percusión acaba haciéndose demasiado presente.
Por si no me estaba pareciendo raro todo, el cuarto corte es una especie de tema discotequero grabado desde el baño de un bar. “There’s More to Life Than This” es horrible, pero tiene la curiosidad de que escuchas como cierra la puerta, y la música se oye de fondo. Tema que enlaza, según se va apagando, con “Like Someone in Love”, tema que refuerza mi idea de que da lo mismo qué música le pongas, aquí hemos venido a escuchar cantar a Björk, de otro modo no me explico que sea un arpa lo que escuchamos aquí, con solo incluido. Una canción interminable de poco más de cuatro minutos.
“Big Time Sensuality” nos devuelve a la disco. De nuevo una base rítmica repetitiva que solo rompe la melodía vocal. Indiscutible la gran voz de Björk, pero este tipo de música a mi personalmente me provoca bastante rechazo en general, no consigo meterme ni por un segundo a causa del cansino fondo disco que abarca toda la canción. Estoy empezando a echar de menos al arpa.
“One Day” vuelve a esa atmósfera inquietante del primer tema. Y Björk vuelve a lucir en esa tesitura, sigo sin entender por qué no le ponen música de verdad en lugar de esos ruiditos random para mi pero que seguro están pensados y calculados cada uno de ellos. Sigo perdidísimo musicalmente, pero por lo menos esto no es la canción anterior ni creo que vaya a sonar en una discoteca al uso. Para añadir whatthefuckismo al tema, al final entra un teclado simulando algún instrumento de viento. Creo que dentro de la variedad del disco, y asumiendo que ni de lejos esto es lo mío, son este tipo de temas los que tolero mejor.
A estas alturas ya me espero cualquier cosa y siendo sincero, tengo más ganas de que acabe el disco que de otra cosa; así que quizás por eso “Aeroplane” me hastía sobremanera, vuelvo a escuchar instrumentos que pintan poco modelando un fondo para esa voz, vuelvo a insistir, magnífica, pero para mi gusto, muy desaprovechada, si en lugar de la charanga de fondo, a este tema le pusiéramos una banda de rock, quizás se me haría más digerible. Os advertí, no tengo el bagaje ni el conocimiento para hacer una crítica coherente de este disco, así que describo mis sensaciones, y estas van a peor según avanza.
“Come to Me” es un tema fácil, amable, casi diría radiable, un medio tiempo ligero y que pasa bien, apoyado de nuevo en un sonido de cuerda que le favorece, pero con, nuevamente, una base rítmica que para mi gusto sobra, es repetitiva y me hace cansarme de la canción antes de lo que tocaría. “Violently Happy” comienza también con ese aire intimista, pero pronto aparece la percusión más propia del dance o el disco, junto a un teclado que podrían firmar los Fine Young Cannibals, una canción que no salva ni la voz de Björk. Y de nuevo, demasiado larga. Este disco no acaba nunca.
“The Anchor Song” la introducen unos saxos que parecen querer simular sirenas de barco. Un tema marítimo pero nada que ver con una habanera, sencillamente esos dos instrumentos dándose réplicas y Björk aportando algo de melodía nuevamente.
No sé si es por la euforia de haber llegado al final, pero ese inicio de violines de “Play Dead” me gusta; además Björk se añade a ese comienzo con un buen grito. Sin duda estamos ante una de las interpretaciones más “rockeras” de la cantante en este disco. En el estribillo rompe, grita, seguramente es el tema que más me convence del disco, la pena es nuevamente esa base que lo desgracia bastante, no creo que hubiese tenido problemas para encontrar músicos en Islandia que le hiciesen más justicia con el acompañamiento.
Te lo advertí al principio, si eres fan de Björk no deberías haber llegado hasta aquí. Para mí, ha sido una experiencia muy diferente a lo que acostumbro, y entiendo que en estos momentos te caiga entre mal y muy mal, así que solo me queda pedir disculpas. Intentaré no volver a meter mis oídos en algo que desconozco tanto. Dudo que vuelva a escuchar este disco, aunque respeto absolutamente a quién sí es capaz de meterse en estas tesituras y disfrutar de ellas. Yo, desde luego, no lo soy.
Y ahora es cuando me toca disparar a algún compañero o compañera para que reseñe alguna improbabilidad. El afortunado en esta ocasión es Jaime Arjona, a quién le encomiendo la notable tarea de diseccionar todo un clásico como es el Dynasty (1979) de Kiss. Espero que la tarea no sea demasiado ardua, o sí; nunca sabes de dónde te va a salir un buen texto.