No sé cómo lo hago, pero siempre pillo. Y esta vez con una mierda de grupo que ya me cayó en su día, con el disco Sempiternal (2013). Vamos, que pillo con ración doble.
Bueno, sobre el grupo poco más que decir, en el link de arriba podréis ver lo que pienso del género y de estos niños en sí. Pero si necesitáis un resumen: dan mucho asco.
Este Suicide Season de 2008 se supone que marcó un hito en su carrera, ya que dicen (dicen…) que abandonan su sonido original, supuestamente deathcore. También es importante porque es el último con Curtis Ward a las guitarras rítmicas. Aunque con respuestas de todo tipo cuando se lanzó, ha sido con el tiempo que el álbum ha recibido elogios. Por supuesto, de gente con un gusto musical más que dudoso.
En temas más técnicos, diremos que esta tortura no llega a los tres cuartos de hora (aún así le sobran, bien bien, 30 minutos) divididos en 10 canciones, de las que también le sobras 7 u 8. Y cuenta con un par de colaboraciones: JJ Peters de Deez Nuts en “Football Season Is Over” y Sam Carter de Architects en “The Sadness Will Never End”. Ahora, sin más dilación, vamos a pasarlo mal dándole al play.
Empezamos con “The Comedown” y la Lizipaína que necesitará Sykes. No me extraña que existan tantos prejuicios sobre el metal si esto es lo que se conoce por el público no metalero. Un poquito de calma le vendría bien, tanto al cantante como al estilo. Con la misma falta de estilo llega “Chelsea Smile” que, admito, me cuesta bastante diferenciar de su predecesora: mismas guitarras, mismos gritos, mismo sin sentido, misma falta de melodía… en fin, una banda sonora perfecta para el título del disco. Parece que la cosa mejora con “It Was Written in Blood”, pero al medio minuto volvemos a lo mismo. Quizá las partes semi acústicas, con otra voz (o tipo de canto) mejorarían, pero es mucho suponer. En general, otra tortura.
Que un país que ha visto nacer bandas como Judas Priest o Iron Maiden tenga que identificarse con temas como “Death Breathe”, dice muy poco de hacia donde degenera nuestro amado metal. El tema, en sí, sigue siendo pésimo y difícil de diferenciar de cualquier otra canción del disco. Demasiada distorsión, la madre que los parió. Por favor, pero es que luego viene “Football Season Is Over” y, si cabe, es aún peor. Y luego que si hay violencia en el mundo. Escuchando esto, ¿os parece raro? ¡Anda a tomar por donde amargan los pepinos! Y robando una frase de la mítica “Enter Sandman” de Metallica, llega “Sleep With One Eye Open” que, si bien baja la velocidad, es un espejismo. De nuevo tenemos a zombis cantando de forma ininteligible. No, no, esto no mola nada.
Por suerte, cada vez falta menos para llegar al final. Los 10 primeros segundos de “Diamonds Aren’t Forever” dan una esperanza que, cuando Sykes empieza a cantar, desaparece. Realmente me cuesta horrores diferenciar entre canciones, ni siquiera con la intro de “The Sadness Will Never End”, que presagiaba otra cosa. Por otro lado, ¿de verdad? La tristeza no acabará nunca, viva el positivismo, ¿eh? No tenemos ni medio respiro con la especie de midtro “No Need for Introductions, I’ve Read About Girls Like You on the Back of Toilet Doors”, que apenas llega al minuto, pero le sobra medio. Todo para llegar al final y sus más de ocho minutos de tortura con la homónima “Suicide Season”, que aunque al principio presenta alguna novedad, vuelve a ser la misma mierda que hemos estado aguantando hasta ahora. Ciertamente, las partes semi acústicas mejoran un poco, pero el fondo es lo mismo.
¿Lo mejor del disco? Que acaba. Y espero no tener que reseñar nada más de estos señores, que con dos discos ya hay suficiente.
Para dentro de 15 días reclamo que nuestro Beto se embarque en un viaje a descubrir las américas de mano de los brasileños Angra y su absolutamente fantástico Holy Land (1996), del cual hicimos una reseña de aniversario que podéis leer aquí. Esto sí es música, ¡la leche!
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.