Mis simpáticos compañeros siguen empeñados en darme discos de difícil digestión para un pacazo de manual como es un servidor, pero siempre olvidan que soy de mente abierta y tengo poco criterio en lo musical. Todo lo que posea guitarras es plato de mi gusto a pesar de que el post hardcore nunca ha sido una de mis más grandes aficiones. A mí lo que me pone de verdad es enfrentarme a discos trascendentes, que han marcado época y que son de obligada escucha como este Jane Doe de Converge. Y sí, la digestión no es nada fácil… supuse que esta vez me iba a costar, pero curiosamente ya tenía entre mis montones de CD’s por escuchar material del grupo.
El caso es que el disco y EP que poseo no los he llegado a escuchar y el CD lo compré sin el disco, pero… para un coleccionista tiene todo el sentido del mundo comprar el digipack sin el disco a un precio irrisorio. Estuve cerca de ver a Converge en directo pues vinieron al único Primavera Sound que he asistido. Ese Primavera fue una maravilla, pero una amiga me podía acercar en coche a casa y Converge y Skinny Puppy tocaban muy tarde, así que opté por la retirada. ¡Me arrepiento! Posiblemente lo más cerca que he estado de este post hardcore fue mi experiencia con Glassjaw en directo, y hasta cierto punto con los suecos Burst, especialmente por la voz más que en lo musical. Así que me hice con el disco Jane Doe comprado (así me gusta a mi) y a trabajar toca…
Jane Doe es un galimatías, un caos sonoro repleto de atonalidades y cambios de ritmo que pueden parecerte insufribles si la base de todo, para ti, es la melodía. Pero el disco es considerado una piedra angular del estilo y de la década pasada, así que si los expertos creen esto que hay aquí posee la genialidad de ser de los primeros en ello, eso a todas luces es un absoluto mérito. El gran Pawel Rouba, actorazo y profesor de INEFC Barcelona, nos dio una lección importante hace años a los que escuchábamos su clase ese día. El lituano nos dijo:
“El primero en crear algo nuevo es un genio. El segundo lo copia y se beneficia de ello: es el listo. El tercero es el artesano, el que reivindica a los dos anteriores y sigue a pies juntillas lo que hicieron. A partir del cuarto todo son gilipollas.” (Pawel Rouba)
También le gustaba meterse conmigo en esos años de universidad y sus insultos eran siempre trabajados y originales. Desde estas líneas “El Barón negro” (así se refería a mí) te recuerda… Añadamos también que el lituano fue profesor de El Tricicle entre tantos otros.
Jane Doe: el disco
Parece ser que Jane Doe fue un salto de calidad para el grupo de Salem, mítico enclave de Boston tristemente célebre por la quema de brujas hace siglos. Quizá sean esos episodios vergonzosos hacia la naturaleza humana lo que llevan heredado Converge y es por eso que arremeten con tanto odio y rabia unas canciones escupidas. De entrada, me encanta esa caja de batería tan aguda de Ben Koller, posiblemente es de esas tan finas que llevaban y popularizaron Slipknot en sus primeros pasos. El minuto y 19 segundos de “Concubine” ya te resume todo el disco y es un ostión sónico de aúpa. Hay allí un trabajo técnico impresionante con parones, ralentizaciones y golpes en la campanilla del ride. Sigue el maltrato instrumental en “Fault and Fracture” con un excepcional fraseo de salida del verso que hace que ya empiece a tener todo el respeto del mundo por esta agrupación. Que Jacob Bannon y Kurt Ballou grabasen esto en plena adolescencia refleja que el nivel técnico que ya atesoraban como músicos era impropio de esas edades.
Los juegos de atonalidades de “Distance and Meaning” puede hacerte pensar en sonidos más 90 propios del grunge, pero esos ritmos tan desquiciantes sólo los había escuchado en esa década a Primus. Deliciosa estridencia en el que me parece a mi el mejor tema del disco. Pero el grupo va cargado de sorpresas y no espera un tema de más de 11 minutos jugando con melodías: la homónima “Jane Doe”. Incluyen juegos con el theremin, instrumento infernal que les va como anillo al dedo para envolver de caos toda composición. Momentos arrastrados y envolventes con guitarras que dibujan fraseos sin piedad.
Sigue la influencia noventera en “Hell to Pay” para salir por la tangente en “Homewrecker”, otro trallazo en el que la mala leche se hace carne. Atención a esos momentos en los que el grupo se detiene para destacar el redoble de un Ben Koller que es absolutamente premiado por la producción. “The Broken Vow” es a todas luces de lo mejor del compacto pues también posee retazos melódicos entre un ataque directo soberano en lo técnico y tremendo en ejecución. Puro material de directo, tan breve como convincente. Plus de velocidad en “Bitter and then Some” con unos interludios más pausados para luego tirar de coros y contundencia.
En “Heaven in Her Arms” nos acercamos al death metal técnico de Death si bien el alma es puramente metal core. El tema es que Converge deja a la mayoría de bandas del estilo en meros aprendices sin necesidad alguna de tirar de estribillos limpios. Sorprenden también las dos canciones sobre el “Phoenix”, “el que vuela” es un pulso atmosférico y onírico que da otra vuelta de tuerca al disco. Hay un acercamiento a los Smashing Pumpkins con muy buenas maneras. Y estaba cantado que “Phoenix in Flames” iban a ser 45 segundos de rabia desbocado. En el fondo no está tan lejos de algunos arrebatos de rabia de Nirvana en el Bleach.
Veredicto
No me voy a hacer fan irredento de Converge tras desmenuzar esta espectacular mezcla de noisecore, grunge rabioso, post hardcore, metalcore e incluso toques de grindcore. Lo que sí está claro es que si hay posibilidad de verles sobre las tablas me tendréis allí. Más allá de lo técnico y lo musical toca destacar la espectacular voz de Jacob Bannon y su expresividad, teatralidad y la gran capacidad de evocar sentimientos y matices por mucho que la brutalidad musical se lleve una importante cuota en lo que es el disco en su totalidad. Mis compañeros han conseguido lo que mas me gusta: aprender y conocer bandas y estilos que tengo en espera.
Y ya que me toca lanzar el dardo de la reseña improbable… opto por Albert Vila como víctima y como arma: Nevermind the Bollocks de los Sex Pistols. ¡Disfrútalo!