Venga, mierda pinchada en un palo para mí. Los que no sepan mi animadversión hacía Disturbed y todo lo que sea el nu metal y cosas por el estilo, aquí tenéis la tochoreseña, también improbable, que hice en su momento de su primer disco The Sickness (2000)
En esta ocasión me toca rajar de su tercer álbum, Ten Thousand Fists (2005) y lo primero de lo que voy a hablar será de su mítica portada, en plan: -¡Qué pasa! Somos los salvadores del nuevo metal y haremos una superchupi portada donde agruparemos todos los estilos metaleros y así estaréis todes identificades, todes con el puño en alto y con la mascota The Guy como el/la/elle más molongui de todes. Eso sí, que sea bien visible una emo cañón y una persona con sobrepeso, que para eso somos los reyes de la inclusión. La luchadora Rhea Ripley se debió de inspirar en la primera, mientras que en el otro se debió inspirar Pixar, para el personaje de Russell, de la película Up, pero pasadito de edad. Se nota que esta portada la encuentro horrorosa, ¿verdad?
Pero quién soy yo, un pobre Morty de la vida, que está vapuleando un disco que consiguió otro número uno, el segundo consecutivo para el grupo, en la más y mejor lista, prácticamente, a nivel mundial y encima dicho álbum se dedicó a nuestro querido Dimebag Darrell… por lo que no todo es negativo y como voy a explicar a continuación, y recordemos, desde mi humilde opinión y de manera sarcástica, hay cosas que quizá me gustan más en mi reseña de su primer álbum, o no…
Nos ponemos en situación. Tercer álbum de un grupo, el que ya te tiene que consolidar en el mercado, más teniendo en cuenta los pepinacos previos que había sacado (al menos para otra gente, no para mí), reestructuración de la banda, yéndose el bajista Steve Kmak y entrando John Moyer, que venía de otra banda también nu metalera-industrial como es Union Underground. Curioso su caso ya que grabó el disco como músico de estudio y su entrada en el grupo no se oficializó hasta meses más tardes. A destacar que Dan Donegan introdujo solos de guitarra por primera vez, por lo que se ve, en honor al fallecido pocos meses atrás, Dimebag Darrell, mientras que el vocalista Draiman, cambiando un poquito la voz. Junto con letras un poquito más “políticamente correctas” fue un cóctel explosivo para que fuera el disco definitivo que los afianzó como uno de los grupos top, ya no de su país, si no mundial. Y a las pruebas actuales nos podemos remitir.
Hecho ya un poco de Mr. Google, empezaré a decir qué me ha parecido este disco. Antes estaba rajando y el inicio de su primera canción «Ten Thousand Fists» me parece “ni tan mal”, con una base inicial oriental alternativa y rápidamente identificable con un sonido diría un poco más duro o grave que su primer disco. Pero ya tenemos a David Draiman con los “yeah” a lo Julio Iglesias o James Hetdfield y los “rah, rah”, cual cacatua, por Darrell, no puedo con todo esto. Aunque diré en su favor que es menos de lo que esperaba, pasando más del tono hip hopero a una voz más heavy, por así decirlo. Y es que, con solo el segundo tema, «Just Stop» que lleva más melodía, ya se empieza a otear que ha habido un poco de evolución, no tan nu metal, alternativo, electrónico y rapeo, por contra un sonido, no sé, como lo diría, ¿actual? ¿moderno?.
Continua la dureza con «Guarded» y sí, entra bien, pero es que llevo tres canciones y como que me deja la sensación de estar en un tema continuo, trabajadas, con sus detalles, pero no me entran, me dejan frio, lo siento. Encima llega «Deify» y tiene un aire a sus inicios que me tira para atrás. Eso sí, a destacar el riff guitarril. Llegamos con un “temazo”, mítica «Stricken». Tanto por salir en el videojuego Guitar Hero 3 y el Project Gotham Racing 4, vaya horas invertidas en ellos…perdón que me voy por las ramas. También es famoso por tener el primer solo grabado de la banda, dando a entender que dejaban un poco de lado la numetalidad alternativa y pasando a un heavy pesado, hard rock, pop metal, como queráis llamarlo. Igualmente, continuo con el pfff, pos vale. Ah y como curiosidad el videoclip está grabado en el mismo hospital abandonado donde grabaron escenas de la primera película de Freddy Krueger.
De la siguiente, «I’m Alive», me quedo con los estribillos épicos, aquí sí. «Sons of Plunder» la dejo para el olvido; el estilo que no me mola. Que sí, que tiene su qué, pero es que no puedo. Y los pobres lo prueban, soniditos electrónicos, guitarras graves, alternando partes lentas, pero los pu&%s ruiditos de David me tiran para atrás, dejando de lado que tiene demasiado nu metal para mi aguante personal.
«Overburdened» es un intento de balada típica post moderna, con David Draiman cambiando la voz para dejarla grave y darle más consistencia a la canción, más emotividad… mis disculpas, pero no me gusta nada. Lo encuentro super forzado. «Decadence»… el nombre ya lo dice todo, Disturbed primigenio en estado ultra puro con los ruiditos que me gustan tanto y ese ritmo… Mira que instrumentalmente aún la encuentro bien, pero es que si un vocalista no me produce suficiente vibra, pues conjunto descartado. «Forgiven» continúa la senda de la tortura y mi desesperación, más sabiendo que este disco de los cojones dura prácticamente una hora… que he hecho para merecer esto. La encuentro tan repetitiva y cansina. Llegamos a un cover de Genesis, «Land of Confusion», y eso que inicialmente el propio David, no quería grabar otra versión de un grupo, pero finalmente le convencieron para ver qué tal sonaba con el sonido del grupo. Error, siempre debes seguir tus instintos y tus valores. Deberían retirarla y enterrarla en el desierto de México como hizo Atari con los videojuegos del infame E.T….
Llega «Sacred Lie» y digo… ¡¡¡noooooo!!! Ah, bueno, calla; un inicio que me indica lo peor, se arregla un poco con un buen riff. Pero ya está, ahí queda, en plan te lamo la puntita y ahí te quedas. Y es que le falta un punch definitivo en general, alguna cosa que haga que mi interior se enerve, pero no es el caso con este grupo. Y con «Pain Redefined» continuamos con lo mismo, medias tintas y a mí, me cuestan mucho las medias tintas, en ningún momento se acaban de dejar ir y pegar un puñetazo. Mucho riff palmeado, ritmo machacón y tal pero ya. Casi que en general me han llegado más las partes melódicas, sad but true. Y por fin puedo acabar con «Avarice» qué decir si empieza con un rah…aunque ya estamos, otra vez pienso, joder buen riff inicial que te pone en situación y cuando esperas un colofón pues te baja del pódium donde esperabas darlo todo.
Pues ya está, después de demasiadas horas de tortura escuchando y re escuchando esta infame e infumable música, debo decir que sigo pensando igual que en mi primera reseña, igual que hace 10 años y también igual que cuando tenía 18 años. No los compro, ni a ellos, ni a Korn, ni a prácticamente todo lo que tenga el palabrejo “nu”. Vale, en esta ocasión no hay tanto frikismo numetalero, hay mucho trabajo detrás para una clara evolución musical y para mucha gente, canciones elaboradas. Pero no, me siguen tirando para atrás y la evolución de la banda a un estilo más “normal”, aún teniendo sus dejes de finales/inicio de siglo, no me gusta. Sinceramente, quitando, y siendo generosos, un par de temas, lo otro lo encuentro muy plano y repetitivo. Creo que ya lo he intentado demasiadas ocasiones a lo largo de mi vida y si no me llega al corazón, al alma o al estómago, pues será que todo este estilo que tal como arrasó como un tsunami se fue de la misma manera y ya queda solo como producto residual, no es para mí.
Así que va siendo hora de pasar la mierda pinchada en un palo. Le paso el testigo a nuestro compañero Abel Marín y como sé que es muy pero que muy fan de las cosas modernas terminadas en “core”, y sobre todo del djent, pues que mejor que After the Burial y su Dig Deep (2016). Así que amigo mío, espero que la mierda no te salpique, es más, puede que incluso le encuentres un sitio en tu casa y te acabe gustando más que a mí lo que acabo de vomitar.
Soy de esa generación que la “post-pubertad” lo pilló entre el metal primigenio (lo que llamamos ahora old school) y la nueva ola que fue el Nu metal, es decir, pasado mediados de los 90. Me encantan muchos estilos pero sobretodo el rock clásico y evidentemente el metal, este último es una forma de vida y encima me gusta desgranar y reconocer la riqueza de todos sus subgéneros. Uno ya tiene su edad (los mechones blancos en la barba no están por que sí) pero no me cierro para nada a grupos nuevos, eso sí, mientras haya fuerza y calidad, aunque hoy en día hay mucha. Como nacido justo entrados los ochenta también se incluye que soy un friki de cuidado (rol, videojuegos, Star Wars, pelis Gore, literatura fantástica y un largo etc.) vaya que toco de todo un poco. En resumen, espero contagiaros mi pasión metalhead a la vez que disfrutáis de mis aberrantes destripes.