Si no fuera por la insistencia de mi compañero Marc y la peculiar (por llamarla de alguna manera) sección de La reseña improbable, es muy probable que Parallels (1991) de Fates Warning hubiera seguido pasando desapercibido para mí, como lo ha hecho durante más de 30 años. Siempre he sido algo reacio a sumergirme en el metal progresivo más ortodoxo, pero he decidido darle una oportunidad a este álbum. Para mi sorpresa, me he encontrado con una obra que, pese a su complejidad, ha logrado cautivarme —no completamente, pero lo suficiente— gracias a su riqueza sonora y profundidad emocional. Quién sabe, quizá en unos años termine discutiendo con fervor sobre cambios de compás y polirritmias como si estuviera en un Forocoches dedicado a Dream Theater.
Considerado por much@s fans como uno de los mejores trabajos de Fates Warning, Parallels es una continuación del brillante Perfect Symmetry (1989), pero con una dosis extra de accesibilidad. A pesar de incorporar elementos más comerciales, el álbum mantiene la esencia del metal progresivo que caracteriza a la banda. Desafortunadamente, su lanzamiento en los 90 coincidió con un cambio en los gustos musicales del público mainstream, lo que limitó su alcance comercial. Sin embargo, marcó un éxito significativo para Fates Warning y sigue siendo un punto de partida ideal para l@s recién llegados a su discografía. Yo soy un claro ejemplo de ello.
Desde el primer tema, Parallels demuestra su capacidad para combinar la complejidad del metal progresivo con melodías pegadizas y arreglos cautivadores. La batería de Mark Zonder es especialmente destacable, aportando una base rítmica sólida y virtuosa incluso en los momentos más accesibles. Sin embargo, algo que me ha llamado la atención es que, a pesar de las influencias del heavy metal y la habilidad técnica que despliegan los músicos, los solos de guitarra de Jim Matheos no están orientados a deslumbrar con virtuosismo. En lugar de eso, se centran en servir a la canción, siendo más comparables a guitarristas como Chris DeGarmo de Queensrÿche o Alex Lifeson de Rush, que a los más técnicos de la época, como los de Megadeth o Judas Priest.
En comparación, bandas como Dream Theater, que también estaban emergiendo como referentes del prog en los 90, tomaron un camino más técnico y orientado hacia el virtuosismo instrumental. Mientras que Dream Theater, con álbumes como Images and Words (1992), optaba por complejas estructuras y largas exhibiciones instrumentales, Parallels se inclinaba más hacia un enfoque emocional y accesible, sin sacrificar la esencia progresiva. Esto no significa que este trabajo carezca de complejidad, pero su accesibilidad y concisión lo convierten en una opción más atractiva para quienes, como yo, somos nuev@s en este mundillo. Que me corrija mi colega Marc si voy errado
Entre los temas más destacados del álbum se encuentran la monumental «The Eleventh Hour», una pieza que destaca por su complejidad formal y sus múltiples giros musicales, además de ser el punto álgido vocal de Ray Alder. También la emotiva «Point of View» y el poderoso final con «The Road Goes On Forever» ofrecen momentos memorables, aunque este último carece del clímax que un@ esperaría de un cierre de álbum, algo que se puede ver como un punto débil en una obra aparentemente tan sólida.
Aunque Parallels marcó un punto de inflexión en la trayectoria de Fates Warning, acercándose en cierto modo al sonido de Queensrÿche, sigue siendo una obra muy destacada dentro del metal progresivo. Canciones como «Eye to Eye» y «We Only Say Goodbye» son baladas sumamente adictivas, con todos los ingredientes para petarlo entre el gran público, lo que muestra un claro intento de la banda de hacer su música más accesible. De hecho, «We Only Say Goodbye» disfrutó de una buena dosis de éxito comercial, aunque sin llegar a conquistar al público mayoritario.
Sin embargo, no todo el álbum sigue esa línea más directa. Canciones como «Life in Still Water», a pesar de su estructura más sencilla, tienen arreglos rítmicos complejos y detalles progresivos que me han sorprendido gratamente, incluso siendo nuevo en este tipo de música. Y es que, aunque las estructuras de muchas de las canciones aquí son más simples que en sus trabajos anteriores, Parallels sigue teniendo suficiente de ese enfoque técnico que tanto define al género progresivo, lo cual es evidente en temas como la ya citada «The Eleventh Hour».
A pesar de no ser el álbum más representativo del sonido clásico de Fates Warning, Parallels ofrece un equilibrio entre lo técnico y lo accesible, mostrando a una banda que evoluciona sin perder su identidad. La combinación de melodías pegadizas, arreglos complejos y letras introspectivas hacen de éste un álbum que, aunque no haya llegado a conquistarme por completo, entiendo por qué sigue siendo relevante entre la parroquia prog.
Parallels no solo me ha sorprendido, sino que ha despertado en mí algo de curiosidad por seguir descubriendo más de Fates Warning y del vasto mundo del metal progresivo. Aún me considero un recién llegado en este género, y creo que lo seré toda mi vida, pero este álbum ha medio abierto una puerta a una nueva dimensión musical que había pasado por alto. Si, como yo, estás explorando por primera vez estos territorios sonoros, Parallels es una entrada ideal: accesible, emotiva y repleta de matices. Quizá Fates Warning no alcanzó la notoriedad de otros gigantes del género, pero su capacidad para conjugar complejidad y sensibilidad es digna de ser redescubierta. Gràcies, Marc.
Acabado mi repaso a este trabajo, me dispongo a nominar. Quiero nominar al nuevo, Joan Martínez, como víctima para la próxima reseña improbable. En esta ocasión, analizará el álbum homónimo de Sublime, lanzado en 1996. Este álbum es especialmente significativo, ya que es el primer lanzamiento de la banda tras la trágica muerte de su vocalista, Bradley Nowell, y representa su último trabajo de estudio.
El disco captura la esencia del estilo único de Sublime, fusionando elementos de reggae, ska y punk. Las letras son excepcionales, abordando temas de amor, lucha y la vida en la calle, y casi todas las canciones que contiene se han convertido en verdaderos clásicos. Es un álbum que muestra, en definitiva, el enorme talento de la banda. ¿Te atreves, Joan…?
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.