Pues ya la tenemos aquí de nuevo, esa bestia negra llamada “reseña improbable” que todos andamos esquivando por todo lo que suele implicar: enfrentarte a un trabajo que sabes que muy probablemente no te va a entrar y que, aunque te vas a esforzar por conectar con él, es posible que acabes criticando de alguna manera y por lo cual vas a ser reprendido seguro por algún ofendido seguidor que te va a tachar de no haber entendido nada como poco… Maravilloso plan, la verdad.
¿A quién de todos mis imaginativos compis se le debió ocurrir la creación de esta sección envenenada? Que dé la cara pero ya, que le encasqueto la próxima reseña improbable para que beba de su propia medicina… Aunque pensándolo bien, también queda la esperanza de que le caigas medianamente bien al compi que te haya endosado la improbable y te haga un regalo de los de veras, uno que te descubra un trabajo y/o una banda que simplemente hayas ignorado por lo que sea… (como me ocurrió en mi anterior análisis de October Rust (1996) de Type O Negative que disfruté como una enana). A cuál de las dos situaciones me voy a enfrentar es todo un misterio, así que cruzo los dedos y me adentro en… Dookie (1994) de Green Day, en coincidencia con su treintavo aniversario, me han dicho. De buenas a primeras descubro su escasa duración y respiro un poco tranquila, no va a ser, al menos, una larga tortura. Temas cortos y directos, ¡vamos bien por ahí!
A Green Day leo que lo clasifican dentro del punk rock y el rock alternativo, estilos, para ser sinceros, a los cuales no he prestado apenas atención. Y es que a mí, a bote pronto, esto del movimiento punk, debido a su sonido tirando a guarrillo y sus letras reivindicativas interpretadas con cierta desgana y/o cabreo, siempre me ha parecido que ha ido dirigido a gente muy enfadada con la vida, que no es mi caso… De todas maneras, la inclusión del término rock en ambas definiciones estilísticas hace que albergue esperanzas al respecto, ¡igual rasco algo interesante ahí! Bueno, ya van dos inputs positivos y aún no he empezado con la escucha. ¡Vamos a por ello! ¡Y sin anestesia!
El álbum, como diríamos por estos lares, va per feina nada más empezar. Antes de que te percates de qué está pasando en su primer tema, “Burnout”, ya se ha acabado, a eso le llamo yo definición… Claro, si es que están ya “quemados” y no parecen necesitar de un gran desarrollo para transmitir ese sentir. Va, ahí van mis primeras impresiones enfrentándome a mis ideas preconcebidas respecto al punk y lo que acabo de escuchar (algunas de cal, otras de arena): esto no suena guarro en absoluto, suena definido y ponderado hasta el punto de ser más que agradable, su estructura es sencilla como presuponía, ahí sí que no ha habido demasiada sorpresa, una rueda de acordes a la guitarra sencilla y efectiva, pero ojo que me ha encantado descubrir a un bajista que aporta cosas interesantes al desarrollo del tema y a un batería que se lo curra bastante e incluso tiene su momento de gloria dentro de este breve minutaje, y en cuanto a la voz, bueno, ahí reconfirmo un poco mi estereotipo de persona desganada delante del micro, aunque entiendo que es lo adecuado para el tipo de música que acompaña.
“Having a Blast” parece una continuación de la anterior en cuanto a ritmo, aunque la novedad esta vez son las voces dobladas, muy bien trabajadas, y que suenan especialmente edulcoradas en su estribillo, resultando del todo agradables. “Chump” no me aporta gran novedad en su inicio, estaba a punto de escribir que me resulta demasiado lineal lo escuchado hasta el momento cuando de repente, sorpresa, algo rompedor entra en escena, del medio hasta el final desaparecen las voces y toman un protagonismo absoluto la sección rítmica bajo/batería, dotando al tema de una personalidad propia. Puntazo inesperado. Va, que la cosa se pone interesante, espero encontrar alguna sorpresa más…
“Longview” sí la conocía y me parece un buen tema, se sale del plano lineal y directo, contrastando estrofas más suaves en los que de nuevo bajo y batería van de la mano aportando originalidad en las estrofas, con los estribillos más desenfadados y potentes. Si hasta el final es distinto a lo habitual, en modo fundido y con la guitarra despidiéndose suavemente acompañando a esa sección rítmica tan protagonista. Esta vez se nota que se lo han currado, la verdad. Si el punk fuera algo así como norma, ¡hasta lo compraría!
Vamos a por la siguiente, que parece que estamos en racha. “Welcome to Paradise” la identifico también como conocida, no es tan original como la anterior, aunque sí destila actitud 100% punkarra y engancha lo suyo. Lo del bajo aquí es superior, irradia energía y da un dinamismo brutal (carai con el tramo instrumental del medio) y de nuevo el uso de las voces dobladas y los coros me parece que enriquecen mucho un tema que sin ello quedaría bastante más sosaino.
Ahora me voy a permitir un pequeño desvarío de los míos con relación a la audición de “Pulling Teeth”, y es que me está recordando (y no es la primera vez desde que he empezado con el disco) a una banda mucho más popera, pero cuyo tratamiento vocal me resulta similar, The Rembrandts (autores un año más tarde de la famosa banda sonora de Friends). Pues la atmósfera de este tema me conecta mucho con su primer trabajo homónimo, lleno de medios tiempos bastante lineales como el que nos ocupa, dicho está.
Le llega al turno al más que radiado “Basket Case” que debe ser el hit más hit de la historia de la banda diría (am I right?). Normal que esto haya sido así, pues tiene garra, es divertido e irradia energía por todos los costados y en cuanto a temática tiene su punto abordar los problemas mentales con un toque de humor, ¡la compro también! “She”, a continuación, vuelve a ser un suspiro de poco más de dos minutos, una pseudo balada muy melódica y agradable que cumple su función transmisora de buenrollismo.
Volvemos un poco a los temas lineales y un tanto previsibles con “Sassafras Roots”, un poco en la línea de los primeros, ¿algo que sobresalga en él?, pues yo me quedaría con un dinámico bajo que no para quieto. Le toca el turno a otro de los hits del disco, “When I Come Around”, el cual, aun teniendo un claro gancho y un trabajo instrumental notable, se me hace un tanto repetitivo y la verdad es que no me parece para tanto.
Encaramos la recta final con tres cortes seguidos de menos de dos minutos cada uno de ellos, por lógica con ideas que se desarrollan de una manera muy sencilla debido al escaso tiempo, para mí omisibles sin duda, en especial las dos primeras, “Coming Clean” y “Emenius Sleepus”, quizá salvando la última, “In the End”, por tener un poco más de ritmo y uno de esos parones instrumentales en medio que le dan un poco de color. “F.O.D.” echa el cierre con un inicio de forma acústica que acaba convirtiéndose en la descarga rabiosa habitual que hemos ido degustando a lo largo del trabajo. Encuentro que el disco ha ido perdiendo fuelle de mitad para el final, o igual he sido yo la que he ido perdiéndolo, a saber…
Hasta aquí lo que ha dado de sí mi particular visión de este famoso Dookie que hoy celebra su 30º Aniversario. En caso de que queráis abordar de una manera más seria y completa su análisis, os emplazo a leer el reportaje que realizó en su día nuestro compañero Rubén de Haro en motivo de su 25º cumpleaños. Por mi parte he de deciros que la experiencia ha sido más grata de lo que imaginaba. Me ha sorprendido encontrar buenos músicos y un sonido bien definido, siendo quizá el enfoque vocal típico del género con lo que menos conecto, aunque sí me ha agradado encontrar capas superpuestas de voces y coros trabajados, vaya, ¡que ni tan mal! ¡Estoy por darle incluso un repaso al último disco que acaba de salir en este 2024! El caso es que han pasado más de tres décadas desde que Green Day aparecieran en escena y ahí siguen en el candelero, por algo será…
Leo por ahí que los genuinos seguidores del punk de la época en que se gestó Dookie no se tomaron bien este giro hacia las melodías más asequibles que catapultaron a Green Day al mainstream, rebautizando su estilo con nombres tan originales como power pop, pop punk o bubblegum punk (este último me parece divertidísimo, ¿lo podríamos traducir al castellano a algo así como punk de chicha y nabo?). Como siempre que se produce un cambio, la polémica está servida, aunque por suerte para Green Day, fueron menos los que se bajaron del carro que los que se subieron.
Casi se me olvida que para finalizar del todo toca pasarle el marronazo a la siguiente víctima. Como al final no me he aventurado a averiguar el nombre del inventor de esta sección al que muy gustosamente le hubiera colocado la siguiente improbable, he ido a lo seguro, a picar a la puerta de una persona amable que siempre suma y te pone las cosas fáciles. Aleix Besolí, te ha tocado esta vez. Te emplazo a que te enfrentes a un artista que siempre ha despertado sentimientos encontrados en mi persona, King Diamond, y para rizar el rizo, a su álbum conceptual, Abigail (1987). A ver qué despierta en ti… (dicen que o bien amas su voz o bien la odias a muerte, ¿por cuál de las dos opciones te decantarás? Ansiosa de saberlo…).
Aficionada a la música y los viajes, aunque no sabría decidir en qué orden. Cuando los combino, ¡lo más! Amante de aprender cosas de allá donde vaya, soy un poco la suma de los lugares que he visitado y las experiencias vividas. Daría la vuelta al mundo de concierto en concierto si de mi dependiera, pero las limitaciones terrenales me mantienen aquí y ahora, así que, ¡a sacarle el máximo partido!