Me llena de orgullo y satisfacción, después de estas fechas navideñas y harto hiperalimentado por copiosos manjares en familia, enfrentarme a este nuevo reto que supone la reseña fuera de nuestra zona de confort.
En esta ocasión mi compañera Irene, después de su inmersión en los sonidos poppies, me lanzó el oscuro desafío de enfrentarme a su sorpresa musical de este 2023. Pues nada aquí estoy ataviado de los ropajes más negros que he hallado en mi oscuro armario, para reseñar la última publicación de Hellripper.
Mi primera sorpresa, el cuidado diseño de su portada, dando protagonismo al símbolo luciferiano por excelencia. Ese carnero de poderosa cornamenta custodiado por los brujos / brujas a los / las que hace referencia el extraño título. La ilustración, con textura al óleo y algo difuminada, da clara relevancia de la oscuridad que podremos encontrarnos en el interior.
Pero mi auténtica sorpresa es que nos encontramos ante un one-man band. Bueno, especifiquemos, está claro que ya conocía otro referente anterior en el género como Burzum, pero al tratarse de un estilo que ni fu ni fa, pues tampoco había indagado con demasiado entusiasmo.
Si ahora se me preguntaran por el nombre de algún one-man band, tiro de referentes cercanos y se me vienen a la cabeza Sergi Estella o Muchachito Bombo Infierno. En caso de metal extremo me da por imaginar a un tipo con corpse paint, cargado de instrumentos y moviendo las extremidades cual bailarín irlandés del Lord of the Dance con ataques epilépticos. Lo siento, me da por sonreír maliciosamente por lo bizarra de la imagen.
Bromas aparte, este / estos Hellripper (pues utiliza músicos contratados para el directo) surge del oscuro talento de James McBain, joven escocés que en 2014 decidió lanzarse a la aventura con un primigenio Complete and Total Fucking Mayhem (2016), donde saca a relucir sus oscuras referencias como Venom, los primigenios Kreator, Celtic Frost o unos ciclados Motörhead pasados de bourbon y speed junto a la rabia de las originarias bandas de black del siempre aclamado (por los trves) Inner Circle.
Estas referencias han permanecido hasta el día de hoy, mejorando el sonido, pero manteniendo la esencia de esas bandas tal y como hacía referencia mi compi David Polo en la reseña de su anterior The Affair of the of the Poisons (2020), donde suenan viejos con un sonido actual sin caer en una producción horrible. Afortunadamente, las portadas han mejorado con el paso de los años, pues la del citado The Affair me hace guiñar un ojo a lo Millán Salcedo (los boomers me entenderán).
Así que después de esta turra, voy a lanzarme a la improbable. ¿Realmente es una improbable? Pues al principio lo cogí con ciertos prejuicios. De la misma manera de la que nos miraban en el instituto el resto de compañer@s cuando íbamos ataviados con nuestras camisetas y oían nuestras conversaciones de películas gore. Pero como pasa con los prejuicios, se pasan cuando nos acercamos y conocemos lo que se esconde tras la coraza de la primera impresión. Menos cuando se trata de Mayhem, por ahí no paso.
Después de más de 10 escuchas, las primeras sin apenas interés, este Warlocks Grim & Withered Hags (2023) es una de esas joyas que uno se encuentra una vez ya ha acabado su top anual. Lamento no rajar sobre el disco. Si le he de buscar una pega, posiblemente sea la duración de algunas canciones, la tercera y octava para ser exactos. Pues tratándose de un estilo tan agresivo, siete u ocho minutos en algún caso me hacen perder la atención durante su escucha. El bueno de James me ha tenido mal acostumbrado recuperando sus anteriores discos con temas más directos.
En los ocho temas que componen este trabajo nos ponemos ante un alarde de talento compositivo en el que nos encontramos reflejadas, sin perder la personalidad de la banda, a grupos como Children of Bodom, los siempre presentes Motörhead, Kreator o cualquier referente black melódico o speed que se te pueda pasar por la cabeza. Vuelvo a reiterar que en ningún momento pierde la esencia ni la personalidad que ha conseguido en sus seis publicaciones entre EP’s y LP’s.
Por cierto, antes de acabar, no se me puede pasar referirme al sonido espectacular que ha conseguido en este trabajo. Así que, sin más, no puedo más que decir que cuando leáis esta nada improbable estarán a punto de abrir para el mítico Abbath junto a los thrashers Toxic Holocaust. Lamentablemente me los perderé, espero que tú no.
Gracias, Irene por esta recomendación, salir de la zona de confort ha sido un viaje de lo más placentero. Algo que mi compañero Beto Lagarda no sé si agradecerá, pues ya puede prepararse para viajar al pasado cual McFly para enfrentarse a una de mis bandas favoritas de la época. Ni más ni menos que los grandísimos Ktulu, uno de los pioneros del metal industrial en nuestro país. En esta ocasión le va a tocar enfrentarse a Confrontación (1996) su trabajo más reconocido y que tantas alegrías nos sigue dando.
Mira el lado bueno, te has librado de los elásticos y las J’Hayber…
Amante del metal en su variedad de estilos. Vivo con la esperanza de poder llegar a viejo acudiendo a salas de conciertos y festivales. Si los rockeros van al infierno, que me guarden sitio y una cervecita.
Salud y Heavy Metal.