Vuelta a una de las secciones más incómodas, y más divertidas al mismo tiempo, de nuestra santísima Science of Noise. La rueda de Reseñas Improbables va girando y girando, y casi sin aviso, te aplasta sin que te des cuenta, como me pasó a mí hace unos días cuando Aleix Besolí me mandó uno de esos ya familiares dardos envenados en forma de propuesta. Aunque siempre he intentado moverme un poco por todos los estilos que abarca el rock/metal, he de reconocer que con la edad he perdido bastante fuelle en todo lo que a extreme metal se refiere, sobre todo ante propuestas más novedosas o bandas más rarunas y experimentales, así que reseñar un disco de Igorrr encaja perfectamente en el concepto de esta sección.
De nombre conocía a esta… ¿banda? francesa (yo pensaba que eran eslavos…), y a no ser que se hubiesen colado en alguna escucha muy random, juraría que nunca habían penetrado en mis oídos de una forma mínimamente consciente. Veo que Igorrr es la fantasía personal del músico Gautier Serre, quien hace casi 20 años puso en marcha este peculiar proyecto, convirtiéndolo oficialmente en colectivo años más tarde. Este Savage Sinusoid, el dardo empapado en cianuro de Aleix, y que data del 2017, es su cuarto larga duración (aunque sigue sin quedarme muy claro), el primero con Metal Blade Records, y el que por lo visto, hizo subir a Igorrr un peldaño más.
Para la ardua tarea de reseñar este Savage Sinusoid me he tenido que tomar mi tiempo, además de repartirlo en diferentes escuchas, ya que los primeros compases de dicha escucha fuero un WFT? en toda regla. La amalgama de estilos que atesora este disco es cuanto menos curiosa, y me ha quedado claro que Igorrr saltan sin ningún tipo de tapujos de uno a otro casi sin despeinarse, cambiando a su antojo el compás, y haciendo trizas el más mínimo esquema instaurado en esto de hacer música. Ya de por sí, en la grabación de este disco, han participado una veintena de músicos, aportando instrumentos tales como el acordeón, el saxo, el sitar, el clavecín, la mandolina…
La inicial “Viande”, que supongo que funciona a modo de bienvenida, es una brutalidad con pinceladas electrónicas de berridos y guitarras pesadas, unas guitarras que me han recordado al death metal que se hacía en Florida en los años noventa. Lo teatral y operístico se adueña de la infernal “ieudD” con ese clavecín, esos lamentos, y en el canto de soprano de Laure Le Prunenec, en un corte cargado de neoclasicismo, black metal, y mucho sampleado. Vaya inicio del disco.
Con “Houmous” llega uno de los momentos más freaks del álbum, una locura sin sentido que podría ser el metafórico resultado de meter en un caldero bien hirviendo a Emir Kusturica, Goran Bregovic, y un buen aderezo de blast beats a toda máquina. El final con esos 8-bits sacados de alguna Nintendo me peta la cabeza…y, por cierto, ¿he escuchado una alarma tipo campana de horno o similar? Yo diría que sí.
Estos tres primeros cortes ya me han dejado totalmente perdido y sin saber bien lo que estoy escuchando, así que he intentado buscar los momentos que reflejan mayor cohesión, si es que este Savage Sinusoid los tuviese, encontrando ello en “Opus Brain”, una especie de ópera blacker un tanto esquizoide en su parte final. También parecen tener más cohesión “Problème d’émotion” y “Au revoir” (finalizando este último con unas potentes guitarras y batería), unos bellos cortes donde por encima de todo destacan las teclas y Le Prunenec. Posiblemente, estos dos sean los temas más melódicos y pausados de todo el disco, pero mejor volvamos a la caña en la impronunciable “Apopathodiaphulatophobie”, posiblemente la más guitarrera y metalera del disco, y donde veo que colabora Travis Ryan de Cattle Decapitation.
Por otro lado, la electrónica y los samples, copan gran parte del álbum, siendo en “Robert” donde más sobresalen, composición llena de drum and bass, jungle, hardcore… Esa electrónica se mezcla en otros momentos con buen metal extremo, funk, y música clásica como en “Spaguetti Forever”.
Uno de los cortes que más me han gustado ha sido “Cheval”, que es algo así como pasear por Montmartre con una Amélie a la cual le han diagnosticado esquizofrenia después de haber escuchado durante horas seguidas la martilleante “Va te foutre”.
Una vez he escuchado el disco un par de veces tengo la sensación de que me han invitado a una orgía aderezada con un rajolí de ácido yéndose totalmente la cosa de las manos, además, en la lista de invitados me he topado con black metaleros, sopranos, Bach, Chopin, hardcore, jungle, la No Smoking Orchestra, Atari Teenage Riot, Zardonic, Aphex Twin…
La música de Igorrr no va a dejar indiferente a ningún oyente, repartiéndose un alto porcentaje de ellos en un rotundo “me gusta, o no me gusta”. Sin indagar en el resto de sus discos puedo afirmar que creo no encontrarme dentro de ese porcentaje de oyentes, posicionándome más en un “me gusta, pero…”, o “no me gusta, pero…”. Como digo, la propuesta atractiva lo es, y mucho, pero, y apoyándome en mis propias palabras de líneas más arriba, el inconveniente que le veo a este disco es que, en algunos momentos de sus apenas cuarenta minutos, la amalgama de estilos puede verse traducido en un batiburrillo de ellos, y el saltar de uno a otro sin despeinarse rompiendo esquemas, puede producirte tal caos, desorden, y descontrol, que no te lo arregla ni cien cursos de fengshui, ni veinticuatro horas intensivas al lado de Marie Kondo.
Y bueno… ya sin más dilatación y habiéndome quitado un poco de encima toda esta esquizofrenia que me ha producido este Savage Sinusoid, voy a nominar para la siguiente Reseña Improbable a un tío muy muy duro: Sr. Franz S. Heiligen, calienta que sales… y lo vas a hacer bajo el brazo con uno de los discos más defenestrados del metal, y que, a un servidor…pues que queréis que os diga…no me parece tan mal… Te hablo del controvertido Cold Lake de Celtic Frost, editado en 1988. ¡Suerte!
Pota Blava y fanzinero de los 90. La música siempre ha sido una de mis grandes pasiones, y aunque el Metal es mi principal referencia, no he parado de moverme por diferentes estilos sin encerrarme a nada. Con los años el escribir también se convirtió en otra pasión, así que si junto las dos me sale la receta perfecta para mi droga personal. Estoy aquí para aportar humildemente algo de mi locura musical, y si además me lo puedo pasar bien…pues de puta madre.