Joder, ¿no? Vaya un regalito de cumpleaños me ha hecho Susana Massanés nominándome para la ya clásica reseña improbable. Y ojo, que me ha tocado nada menos que el disco más aclamado de King Diamond, Abigail (1987). Se trata de su segundo disco en solitario después de la ruptura con Mercyful Fate, aunque el guitarrista Michael Denner y el bajista Timi Hansen siguieron con él y participaron en este álbum conceptual.
Mi primer contacto con esta gente fue con ese espectacular medley que Metallica grabaron para su disco de versiones Garage Inc. (1998), pero la verdad es que nunca me he puesto a escuchar ni Mercyful Fate ni a King Diamond más que para alguna canción suelta. Y precisamente lo que nunca me ha atraído del pintoresco vocalista, también es su mayor seña distintiva: el abuso hasta límites absurdos de su falsete.
Pues bueno, toca hacer de tripas corazón y adentrarse en el mundo tenebroso y lúgubre del mastermind danés. Tras una intro bastante prescindible, empezamos con «Arrival», que arranca con una sección instrumental en la que ya vemos el nivel de los músicos que le acompañan. Entonces empiezan los grititos, y para mi sorpresa son bastante más soportables que los que había escuchado de Mercyful Fate, mucho más trabajados y mejor integrados en la mezcla. Lo clavó especialmente en esas voces perfectamente dobladas, un nivel de ejecución soberbio.
A pesar de eso, es inevitable que se acaben haciendo pesados, y más con un disco de 40 minutos cuyas canciones se parecen bastante entre ellas. Mira que me encantan los agudos a lo Rob Halford, pero la clave está en la dosis. Es verdad que con las escuchas uno se va acostumbrando poco a poco, igual que nos pasa con los guturales las primeras veces, pero sigue habiendo algo que me chirría.
Dicho esto, el inicio del disco es muy potente, siguiendo con «A Mansion in Darkness», que me parece la mejor de lejos y un temazo bastante gordo. La parte instrumental es más épica y rimbombante, cosa que no hace sobresalir tanto las voces del señor Diamond. No se por qué decidieron que el single fuera «The Family Ghost», porque ni se le acerca, aunque también tiene partes buenas.
Al ver el videoclip de esta última, me llevé la grata sorpresa de descubrir a un joven Mickey Dee a la batería. Soy fan desde que lo vi tocar un tremendo solo de batería en un concierto de Motörhead. De igual calidad son las partes de guitarra, muy pulidas y con riffs, fraseos y solos trepidantes, de esos que parecen fuegos artificiales.
Poco más que comentar del resto de canciones, pues salvo algunos detalles, son bastante redundantes sin que tampoco haya una mala. En realidad hay cosas muy interesantes, como los órganos en «Omens», la sección acústica en «The Possession», que parece casi de progresivo. Sin embargo, en este punto, cada vez que entra la voz de Diamond es como cuando te vas a dormir y escuchas el zumbido de un mosquito. ¡Qué pesadez!
Y el tío también hace otros tipos de voz que molan bastante. En «Abigail» parece va por otro lado con esos timbres más graves, pero enseguida te sale de nuevo con lo mismo. La pena es que instrumentalmente son todo temazos completísimos, mas quedan inevitablemente en segundo plano.
He flipado cuando he visto que Abigail tiene un 97% de puntuación en la metallum, con 19 reseñas, colocándolo como el disco más puntuado de toda la enciclopedia. Hi ha cada flipat! Supongo que sus fans lo son a muerte, y es normal que si por algún motivo retorcido te encanta el falsete constante del míster, este te pueda parecer un disco absolutamente top. Porque vamos, tanto el sonido, como la composición, como la ejecución son para quitarse el sombrero. Sin embargo, para cualquiera que no sepa de qué va la cosa y se tope con esto, lo más probable es que le parezca poco más que mediocre.
Pues hasta aquí llegamos, toca nominar a la siguiente víctima: Jaime Arjona, que me dijo que escucha un poco de todo, le va a tocar verse las caras con Igorrr y su Savage Sinusoid (2017). Aquí si que vas a escuchar de todo, colega.
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Me metí en esto del metal a los 14 años, y de concierto en concierto he ido descubriendo las bandas nacionales e internacionales que forman parte de este mundillo. Ahora aporto mi grano de arena a Science of Noise contando lo que pasa en los eventos de la zona y algunas novedades discográficas.
También toco la guitarra y el bajo en algunos grupos de la escena local. Tengo los huevos pelaos de tocar en el Ceferino.