Imaginaos la ilusión que me hizo saber que me debería escuchar entero el último disco de Metallica, grupo que a día de hoy no soporto por muchas razones pero también forman parte de mi viaje musical como podéis comprobar en este genial articulo que publicamos recientemente.
Tanta ilusión me hizo que he tardado una semana más en hacerla, más que nada por las pocas ganas de darle al play. Había escuchado algo pero la verdad que los grupos tan mainstream cada día los quiero más lejos. Estos que llenan estadios y que te cobran medio riñón y un cuarto de hígado para verles a 100 metros de distancia a través de una pantalla «gigante». En fin, que a mi me va el underground a tope y estos músicos endiosados que viven de rentas pues no me convencen. ¿Respeto? Todo el que quieran pero que se queden en su casa.
Vamos al lío. Sin darme cuenta ya ha pasado la primera canción mientras escribía lo de arriba y la verdad que no me ha molestado, bueno, la verdad es que no ha despertado absolutamente nada en mi persona. Una batería anodina y simple hasta la nausea junto a unos riffs también anodinos y un Hetfield que tiene bien aprendidos los YEAH YEAH, por algo lleva 30 años practicando.
La siguiente canción «Atlas, Rise!» es más plana que una tabla de planchar pero… Wait! Ostras, ¿en serio dura seis minutos y medio? Buff, intenta tener el carácter épico de «Creeping Death» y no le llega ni a la altura del barro. Me aburro señor Ulrich, haga algo más que aporrear la batería (como ganaría este grupo con un chaval tras los parches). Han desaprendido a tocar de una manera tan alarmante que me da una pena bestial. Lo que eran y en lo que se han convertido.
Con un sonido muy del Black Album se desarrolla «Now That We’re Dead» (otra de siete minutos, aaaaaaaaahhhh). Lenta, tediosa, repetitiva, plana, simplona, sin alma. Eso si, wah-wah por un tubo, que no falte Mr. Hammett y sus «solos».
«Moth Into Flame» la escuché como adelanto en su día y la verdad que no me pareció una mala canción pero le falta pegada, es vacilona y se acerca más a un thrash acelerado pero solo en momentos puntuales. Los arreglos melódicos no le hacen bien al conjunto pero si que es más agresiva que el resto. Detecto que lo único que hacen hoy día es reciclar antiguos riffs y… ostras, otra vez la wah-wah de los cojones. ¡Me abuuuuuurro! Y el estribillo es… mejor me callo.
Vamos avanzando en esta tortura con «Dream No More». ¿En qué demonios estaban pensando? ¿Habéis visto a esos niños que interpretan canciones de Dream Theater o Tool? Pues tienen mucho más talento (hoy en día) que estos cuatro jinetes. Por cierto, ¿canta Hetfield en esta canción? Lo pregunto por que no parece ni él, parece más Alice in Chains. En fin, pillamos un poco de «Sad But True», de «The Thing That Should not Be» y ale, ya tenemos una «nueva» canción.
¿Cómo? ¿Más de ocho minutos de canción? Joder, ni que hiciesen metal progresivo. «Halo on Fire», parece ser que es la baladita del disco. Que lejos queda esa inspiración divina cuando compusieron «Nothing Else Matters». No comprendo esas voces tan suaves que mete James, las va endureciendo pero se queda a medio gas. Venga va, primer disco superado.
La verdad que el disco número dos no empieza muy bien. «Confusion» es otra canción más sin alma, con el mismo ritmo que tienen todas. Han perdido toda la esencia del thrash para tocar todo a medio tiempo. Así que prefiero gastar mi preciado tiempo escuchando grupos que se lo curran y no grupos que se van arrastrando. Viven de su legado y vamos, que cada uno haga lo que quiera. En este caso elijo ni hacerles caso y menos pagarles su jubilación.
«ManUnkind». Eh, mmmm, ¿y esta intro? ¿A qué cojones viene? Buah, el compositor de esta «maravilla» merece un premio. Aaaargh, ¿qué mal habré hecho yo para merecer esto? Y encima dura siete minutazos, buff.
«Here Comes Revenge» es como cuando te sienta mal la comida. Empieza con un Hammett intentando imitar una alarma con la guitarra y sale algo trasquilado. Otra vez riffs sin gracia y mil veces escuchados. El sonido de la batería, el bajo, la guitarra y la vocecilla de Hetfield son un horror. Cuando explota todo y se dejan de tonterías parece que arranca pero vuelven de nuevo a ese mismo horror.
Y otra baladita más. «Am I Evi…» aix, no, «Am I Savage?», perdón, con eso de reciclar/copiar títulos pues uno se confunde. Pues eso, que… ¿En serio tengo que continuar? Mi situación ahora mismo es como cuando eras pequeño y te ponían para comer algo que detestabas pero o te lo terminabas o de ahí no te levantabas. Y lo hago sin cobrar, bueno, cobraré todo el odio que vomitaréis sobre mí.
Y otra balad… pues no, me he asustado y todo. «Murder One» es la siguiente que parece empezar y llevar una dinámica igual que la anterior pero no, es incluso peor. Por suerte es la segunda canción más corta llegando a los cinco minutos y 45 segundos. Tela, ¿no? La otra es la primera que supera por poco los tres minutos.
Y por fin, ¡POR FIN!, llegamos al final con «Spit Out the Bone» y yo me pregunto, ¿por qué dejar la mejor canción, o mejor dicho, la única canción buena, para el final? Vamos, tampoco me hace vibrar ni mover las cervicales, pero se asemeja más a su estilo. Si a este disco le quitas minutos a todas las canciones, eliminas cuatro o cinco enteras y reestructuras algunas cosas te queda algo mucho más decente.
La portada es para un estudio completo por que es el mayor mojón que he visto en años. Los colores, la composición, ese monstruo horrible, etc. La anterior tenía su gracia pero esta no hay por donde cogerla y el efecto glitch del logo ya en 2016 estaba pasado de moda.
En fin, esto es mi opinión personal, en su mayoría en clave de humor y quien lo quiera ver como un ataque personal que se lo haga mirar. Por cierto, no lo pienso volver a escuchar en lo que me queda de vida. Sed felices y disfrutad de su directo, por lo menos aún les queda algo bueno. Ah, que se me olvidaba. Nomino a nuestro compañero Roi para que destripe el Don’t Break the Oath de Mercyful Fate.