Ha llegado el momento que más temía desde que me embarqué en esta aventura de Science of Noise, escribir la reseña improbable. Y menudo berenjenal en el que me ha metido el compañero Abel Marín, cuando sabedor de mi desavenencia con el Glam Rock, no se le ocurre otra cosa que endiñarme un disco nacional. La joyita de la que hablamos es el Cuerpo a Cuerpo (1988) de los madrileños Sangre Azul.
La verdad es que no sabría explicar de dónde vienen mis diferencias con este género, ya que dentro de él, podemos encontrar infinidad de géneros musicales tales como el pop, synth-pop, rock and roll, hard rock e incluso heavy metal, de la mano de unos atrevidos Skid Row o Twisted Sister entre otros. Respecto a estos últimos no puedo dejar de plasmar las palabras de su líder Dee Snider, que decía lo siguiente:
“Yo no pienso que Twisted Sister es glam, porque eso implica glamour, y nosotros no somos glamorosos. Deberíamos ser llamados «Hor» («Hid»), porque somos horrendos (hideous)”
No puedo decir que odie todo lo que engloba el glam, ya que grupos como Guns N Roses, de los cuales me considero fan, siempre estuvieron bastante relacionados con el género, por no hablar del David Bowie de los setenta, época en la que compuso algunas de sus mejores canciones como “Changes” o “Life on Mars?”. Pero no sé, nunca he podido con los Bon Jovis, Deff Lepards, Whitesnakes, y demás. Incluso Kiss, santos de la devoción de muchos, nunca me han dicho nada. Y esto no supone que odie todas sus canciones, ojo. Temazos como “Love Gun” de estos últimos o “Still of the Night” de los de Coverdale, siempre podrían sonar en alguna de mis listas de reproducción, pero sintiéndolo mucho, la banda de Pinto no ha conseguido calarme con ninguno de ellos.
Empecemos. No era gran conocedor de Sangre Azul antes de tener que escribir esta reseña, ni en general de la música que se escuchaba en España en aquellos locos años (puesto que no había ni nacido), pero por lo que he investigado muchos los sitúan en el Olimpo del hard rock español de aquella década. Y si eso es verdad, lo sabremos después de pasearnos por este Cuerpo a Cuerpo, pieza insignia de los madrileños.
El álbum empieza con “No Eres Nadie”, tema que durante los primeros 7 segundos mantuvo mis esperanzas vivas con una intro muy hardrockera de guitarra aguda y distorsionada con un cierto aire AC/DC, hasta que entra la percusión junto con unos sintetizadores que derrumban todas esas falsas esperanzas, lo cual no mejora cuando entra la voz de Tony, del cual no juzgo su talento, pero es un sonido con el que nunca podré. Durante el primer verso, ya sin sintetizadores la cosa mejora un poco, recordando el sonido al de bandas como Europe o los antes mencionados Whitesnake, pero en el estribillo todo vuelve a su cauce cuando a la voz de Tony se le suman unos coros que sólo empeoran lo anterior. Tras el segundo estribillo, el momento del solo es sin duda el mejor momento de la canción, en el que queda claro que a la banda talento musical no le faltaba, pero es sólo un espejismo.
Tras esta introducción al universo Sangre Azul, viene el turno de la canción que da nombre al disco. “Cuerpo a Cuerpo” mejora bastante lo escuchado anteriormente, lo que para un servidor no es algo difícil. Otra vez una intro de lo más hardrockera que me suena bastante bien, hasta que vuelve a entrar la voz. El verso y los coros que lo acompañan hacen que el tema deje de gustarme de inmediato, la cual es una tónica que veremos repetida prácticamente durante toda la reseña. Otra vez un buen solo tras el segundo estribillo que hace olvidar durante unos segundos los fantasmas de la laca y los cabellos cardados, hasta que volvemos a lo de siempre.
Como no quiero escribir lo mismo de todos los cortes del disco, diré que el siguiente tema, “Nacido para ganar” sigue la misma tónica de los anteriores, pero mejora algo que la letra no es tan moñas como hasta entonces. Lo que hace de este tema el primero que podría llegar a aceptar, dentro de lo que es. Buen riff, buen solo y primer no suspenso del disco.
En “Dueño Y Señor” vuelven los sintetizadores que “tanto” me gustan, coros moñas, misma base rítmica que hasta ahora (la cual pocas veces veremos cambiar en el disco) y no mucho más que decir por mi parte. La intro del siguiente tema “Si Tú te Vas” mejora algo lo anterior con un buen punteo de la guitarra principal sobre un buen riff de hard rock, para desembocar en un estribillo que es más de lo mismo; coros moñas y sintetizadores. Otro buen momento con el solo tras el estribillo, y poco más.
“Mil y Una Noches” es la canción que elegiría para explicar a alguien cuál es el sonido que no me gusta dentro del rock. Una vez más no dudo de la calidad de los músicos de la banda, pero no puedo con el estilo. Con “Noche de Acción” la cosa mejora un poco, con uno de los temas más hardrockeros del disco. Potente riff durante todo el tema, y una letra un poco más subida de tono, en la que lejos de hablar de desamores, nos adentra en el mundo de la noche de una banda de rock, lo cual se había echado en falta hasta ahora. Otro solo potente tras el segundo estribillo y recalcar aquí que por fin la batería toma un poco de protagonismo con largos platillos sobre sobre las guitarras al más puro estilo Phil Rudd.
“Síguelo” no tiene nada más allá de lo comentado hasta ahora, un sonido que me pueda recordar algo a Survivor, banda que tampoco es que me mole nada, coros bastante moñas aunque la letra algo más rockera que no termina de desagradarme. Y la tónica continúa igual con el penúltimo corte. En “Noche de Amor” nos encontramos otro buen riff, hasta que las guitarras desaparecen en el primer verso, cuando el tema se vuelve infumable. Cuando las guitarras vuelven a entrar la cosa mejora un poco, para acabar con toda posible esperanza cuando los coros del estribillo “dame tu amor, tan sólo esta noche…” en fin. Nos quedaremos con el riff y el solo para que no me llamen hater.
Bueno, pues los que hayan llegado hasta aquí, se habrán dado cuenta de que quitando los sintetizadores, las letras moñas, los coros y la voz (casi nada), no ha sido tan terrible. No sorprende por lo tanto que el último tema del disco, este “Alejandría”, sea sin duda el que más me gusta de todo el plástico. Sonido oscuro, guitarras agresivas y potentes y diferentes riffs y cambios de ritmo continuos en la percusión, con continuos y virtuosos solos de guitarra por encima, para dejarnos 4 minutos de puro hard rock que hace que al final escuchar este disco haya valido un poco la pena. Si esta gente sacara/hubiera sacado un disco instrumental, sin duda lo escucharía con gusto.
Al final, a pesar de todo no ha sido tan terrible este viaje por la España más ochentera, aunque no creo que Sangre Azul haya ganado un fan, y lo siento mucho Abel Marín, pero no me verás con el pelo cardado ni lleno de laca al menos en un futuro próximo. Tengo que decir que había recibido amenazas por si el disco me gustaba, pero tranquilo Beto Lagarda, podemos seguir siendo amigos. Por mi parte sólo queda elegir al próximo afortunado que tendrá que escribir la reseña improbable en las próximas semanas, y puesto que todos los que conozco ya la han escrito, reconozco que he tenido que informarme para tomar una decisión, así que Sergi Vila, no sé qué le habrás hecho a alguno de los compadres de la revista (no quiero ser chivato) pero puedes empezar a rezar al excelentísimo Papa Emeritus, porque te toca reseñar el Prequelle de Ghost. Dejaremos Degraey para otro momento. Suerte.
Como rockero nacido en Canarias y en los 90 (¡El Nu Metal mola!), me pasé la infancia luchando en todos los recreos para poner mis discos; “…And Justice For All” siempre era uno de ellos.
En esto del rock desde que escuché por casualidad Deep Purple, a lo que siguió Led Zeppelin y ya no hubo vuelta atrás. Pasión por la música desde niño, prácticamente todos los estilos que derivan del rock, aunque un poco hater con el Glam. Guitarrista amateur, batería frustrado, y con ganas de adentrarme en este mundo como algo más que un hobby.