La reseña improbable: Santa – Reencarnación

Ficha técnica

Publicado el 16 de mayo de 1984
Discográfica: Chapa Discos
 
Componentes:
Azuzena Dorado - Voz
Jerónimo Ramiro - Guitarra
Julio Díaz - Bajo, coros
Bernardo Ballester - Batería
Javier Losada - Teclados

Temas

1. Reencarnación (4:48)
2. Fuera en la calle (4:14)
3. Héroe de papel (4:06)
4. Santa (1:53)
5. Cuestión de honor (4:07)
6. Al lado del Diablo (3:48)
7. Mis noches tienen rock & roll (3:21)
8. Desertor (5:00)
9. Sobrevivir (6:54)

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Hace un par de semanas, mi estimado compañero Abel Marín me encomendó una misión: diseccionar una obra maestra del heavy metal (jebi a partir de ahora) español ochentero. Una tarea que, estoy seguro, hará las delicias del 75% de nuestr@s lectores habituales.

Me refiero, por supuesto, al debut discográfico de la banda madrileña Santa, titulado Reencarnación. Un título que, personalmente, hubiera reservado para una hipotética reunión del grupo. Yo le habría llamado Nacimiento, porque eso es lo que supuso este álbum para el jebi español: una nueva era.

Reencarnación, publicado en 1984 por Chapa Discos (un nombre de discográfica que siempre me ha fascinado, seguramente inspirado en la portada del Rocka Rolla (1974) de Judas Priest), no es mi estilo musical predilecto. El jebi cañí, castizo y, en cierta medida, casposo no me atrae demasiado. Pero hay que reconocerle el mérito que tiene.

Santa, formada en 1983, irrumpió en la escena con una propuesta única: una vocalista femenina, Azuzena Dorado, en un género dominado por hombres rudos con melenas interminables y tejanos marcapaquete. Una auténtica revolución en la época. Pero esto ya lo veremos un poco más adelante.

El álbum fue un éxito de ventas, alcanzando las 17.000 copias, lo cual es sorprendente si se tiene en cuenta la feroz competencia de la época y la tendencia de muchas bandas a competir en una carrera por ver quién gritaba más fuerte o hacía el solo de guitarra más largo.

En la década de los 80, la escena jebi en España experimentó un notable auge, reflejando el contexto socio-político del país que estaba saliendo de una dictadura y entrando en una etapa de transición democrática (me río yo de la transición democrática). Este periodo de cambio y apertura propició un ambiente fértil para la emergencia de nuevas corrientes culturales y musicales, entre las cuales el jebi encontró un espacio significativo.

Con su intensidad sonora y líricas muchas veces críticas y rebeldes, caló hondo especialmente entre la juventud patria que buscaba expresar su insatisfacción y anhelo de libertad. En este marco, surgieron numerosas bandas que comenzaron a forjar una escena local sólida, con un sonido propio y una identidad marcada. Festivales, conciertos y fanzines comenzaron a proliferar, creando una comunidad apasionada y cohesionada alrededor del metal.

Una de las bandas más emblemáticas de esta época fue Santa, que no solo destacó por su calidad musical y su potente directo, sino también por la figura de su vocalista, Azuzena Dorado, una de las pocas mujeres en un género predominantemente masculino. La presencia de Azuzena rompió barreras de género en la escena metal, inspirando a muchas otras mujeres a involucrarse.

El disco arranca con la homónima «Reencarnación», una canción que parece un grito de guerra para los amantes del metal, llena de riffs cavalgantes y una intro de batería que años más tarde Judas Priest tomaría «prestada» para su «Painkiller». Pero lo que más destaca es la voz, en cierto modo desgarradora, de Azuzena, auténtica protagonista de este álbum, de aquella época en general, y a quien me gustaría dedicarle una líneas antes de proseguir.

Azucena Martín-Dorado Calvo fue una destacada cantante española de jebi y rock. Nació el 22 de noviembre de 1963 en Madrid y falleció el 31 de enero de 2005. Azuzena fue principalmente conocida por su papel como vocalista de Santa, una de las primeras bandas de jebi en España en tener a una mujer como líder, a quienes se unió en 1983, y con su potente voz y carismática presencia escénica, rápidamente se convirtió en un ícono del género. Su participación en este trabajo que hoy nos ocupa fue fundamental para el éxito del disco y para la consolidación de la banda en la escena jebi patria. Su voz se caracterizaba por su fuerza y capacidad para transmitir emociones intensas, lo que le permitió destacar en un género dominado mayoritariamente por puros machos que, con el paso del tiempo, muchos han resultado ser bastante fachas y despreciables.

Después de su etapa en Santa, Azuzena siguió una carrera en solitario y continuó participando en la escena musical, aunque con menos notoriedad que durante su tiempo con la banda. Su legado perdura en la historia del rock español, y su contribución al jebi ha sido reconocida por fans y críticos por igual. Su fallecimiento en 2005 fue una pérdida significativa para la música española, pero su influencia y el impacto de su trabajo continúan siendo recordados y celebrados.

Siguiendo con Reencarnación, tenemos «Fuera en la calle», de la que me gustaría destacar, una vez más, el trabajo de batería y el machacón riff de guitarra que la acompaña durante los más de cuatro minutos que dura. Estamos hablando de los años 80, una época en la que estar en la calle era lo normal, ya fuera para beberte unas litronas o meterte un pico.

«Héroe de papel» cambia el ritmo con una melodía más suave, aunque sigue siendo tan sutil como un martillo neumático, y nos invita a reflexionar sobre la superficialidad y la búsqueda de identidad, temas profundos para ser cantados a gritos, especialmente si en aquella época eras un mocoso con la cara llena de granos que te pasabas las tardes muertas metido en tu habitación leyendo cómics. La canción es horrible, por cierto, especialmente el inicio, que le falta chicha por todas partes.

A continuación nos topamos con «Santa», que es como si Judas Priest tuvieran una canción llamada «Judas Priest», que no es más que un solo de guitarra interpretado por Jerónimo Ramiro, quien fundó W.C. con Ramoncín y tocó, entre otras bandas, con Ñu antes de fundar Santa. «Santa» no es más que una intro instrumental de la que le sigue, «Cuestión de honor», en la que destacan los agudos de Azuzena. La letra, ya si eso, tal…

«Grito
Grito por ti
Sabes lo que quiero decir
Y tú no haces mas que confundir mis ideas»

El tema más rápido del álbum, «Al lado del Diablo», es una auténtica montaña rusa de guitarras y baterías descontroladas, y cómo no, habla del mismísimo Lucifer, algo muy típico de la época. Porque, claro, en los 80 hablar del Bajísimo era casi un requisito para ser una banda de jebi. No hacía demasiado que nos habíamos desquitado de nuestro particular Diablo tras unas cuantas décadas de dictadura, así que la temática diabólica tenía su encanto subversivo. «Al lado del Diablo, poco a poco crecí. Al lado del Diablo, lentamente aprendí», dice la letra, lo cual es un poco inquietante si te imaginas a alguien recibiendo lecciones del mismísimo Satanás. Sin embargo, musicalmente hablando, es de las canciones que más me han atraído, quizá porque, a pesar de todo, es difícil resistirse a una buena dosis de velocidad infernal y riffs endemoniados.

En el séptimo corte, se pasan al rock ‘n’ roll más macarra y canalla de la mano de «Mis noches tienen rock & roll». De nuevo, referencias a la noche, a no parar por casa quiet@, a darlo todo en la barra del garito de turno junto a un tubo de Larios, sin hielo ni limón, ojo. La canción tiene un algo, que no es poco, quizá porque rompe con la norma y destaca dentro de un conjunto de canciones un tanto demasiado genéricas. Gran berrido final, por cierto.

Ah, «Desertor», el penúltimo tema del álbum es una auténtica joya del jebi ochentero. La letra es una epopeya sobre la huida de un pobre desgraciado que decide cruzar la línea de seguridad. Musicalmente, la canción es un torbellino de energía y velocidad. La insistente repetición de «Desertor» al final, que nos lo recuerda unas ocho veces para que no se nos olvide que, efectivamente, es un desertor, le da un toque casi hipnótico, o más bien, te deja con la sensación de que la banda se quedó sin ideas a mitad de camino y decidió estirar la canción. Es una canción dramática, pelín exagerada y, francamente, bastante entretenida.

Y, como no podía ser de otra forma en una banda jebi de los 80, llegamos a la balada del álbum, «Sobrevivir», con la que ponen el punto y final. Esta pieza melodramática nos cuenta la épica historia de un tipo que sale a la calle tras pasar un tiempo prudencial –¡y merecidísimo!– tras rejas, seguramente por trapichear con caballo y regalar Kojaks a los niñ@s que iban a catequesis o que quedaban en la plaza para jugar a la charranca esa chunga en la que se utilizaba un destornillador. Y claro, una vez libre, se da cuenta de que el barrio ha cambiado, que hay un videoclub donde solía estar su bar de cabecera y, obviamente, su chica se ha cansado de esperarle (¿quién puede culparla?). Nuestro héroe de la balada no tiene más amig@s que un viejo transistor. Puta bida, tete. Haber estudiao. Musicalmente, es la típica balada jebi que te hace querer sacar el encendedor para quemar costo y, de paso, balancearlo en el aire al son de la música. «Sobrevivir» es grandilocuente, emocional y, no nos engañemos, un poquito ridícula. Pero, sobre todo, no es el broche final que merece el álbum, ni de lejos. Valiente mierda poner la balada al final, seamos sincer@s. Me la pones hacia la mitad y te la compro un poco, pero así… así, no.

Bueno, ya ha acabo de sonar Reencarnación en mi Spotify, pero se me ha olvidado pararlo mientras ponía el agua en el fuego y han empezado a sonar temas de Muro, Panzer y Bella Bestia, entre otros, que espero no alteren los algoritmos. Bromas aparte, aunque el jebi no es mi estilo favorito y prefiero otras cosas, Reencarnación de Santa es un álbum que merece reconocimiento. La valentía de incluir una vocalista femenina y su capacidad para crear música potente y significativa (para muchísima gente, pero no para mí), les aseguró un lugar en la historia del rock español. Así que, aunque mis gustos musicales sean diferentes, que no digo que mejores, reconozco que este álbum es una pieza importante del rompecabezas musical de los años 80 en España.

Santa, con su propuesta innovadora y su música potente, conquistó los corazones de miles de fans en España. Pero no nos engañemos, Reencarnación no es un álbum para paladares exquisitos. Es una oda al jebi casposo, un homenaje a los riffs repetitivos, las letras cliché y las voces que te perforan los tímpanos.

Si buscas una experiencia musical profunda y reflexiva, este no es tu disco. Si buscas un viaje nostálgico a la prehistoria del jebi español, prepárate para subir el volumen y disfrutar de la experiencia. Reencarnación: un disco que te hará amar u odiar el jebi con la misma intensidad.

Dicho esto, llega el momento de nominar, y voy a nominar a la misma persona a la que nominé hace unas semanas cuando escribí mi anterior Improbable sobre AM (2013) de Arctic Monkeys. Xavi Prat, tras tu interesante y poco documentado análisis de Adult Themes for Voice (1996), quedé tentado a lanzarte de nuevo a las profundidades de la mente de Mike Patton con Pranzo Oltranzista (1997), el que es considerado por much@s como su proyecto técnicamente más sofisticado. Pero confieso que, conociendo tu exquisito gusto musical, me ha asaltado una duda atroz. ¿Podrán tus oídos, acostumbrados a la dulce sinfonía de los ángeles, soportar la embestida del metalcore?

Por eso, he decidido cambiar de rumbo y proponerte un reto (casi) a tu medida. Analiza, oh maestro, Suicide Season (2008), el segundo álbum de la banda británica Bring Me the Horizon.

Bring Me the Horizon, para aquell@s que habitan mundos sonoros alejados de las distorsiones infernales, es una banda de metalcore que con el paso de los años, ha ido abrazando otros géneros musicales. Sí, Xavi, léelo bien, metalcore. Un género que no suele caracterizarse por la sutileza melódica ni las letras poéticas.

Suicide Season supuso un cambio de dirección para la banda. Aunque algun@s puristas del deathcore (su sonido anterior) no celebraron esta evolución, la crítica en general lo vio como un claro paso adelante. Suicide Season se aleja de la brutalidad inicial y abraza un metalcore más refinado, con una instrumentación más trabajada y una mayor madurez en la composición. Incluso se atreve a coquetear con otros géneros, lo que, dependiendo de tu estado de ánimo, podría ser un sacrilegio o una grata sorpresa.

¿Logrará Suicide Season cautivar a un Paco de tu calibre? ¿Encontrarás en este disco la chispa que te haga ver el metalcore con otros ojos (y oídos)? ¿O te reafirmarás en tu gusto por las melodías celestiales y condenarás este álbum a las llamas del infierno musical?

Sea como sea, Xavi, estoy seguro de que tu análisis será un festín para nuestr@s lector@s…

Rubén de Haro
Sobre Rubén de Haro 620 Artículos
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J'hayber.