El inicio de mi relación con Uzzhuaïa se remonta a la Fira del Disc de Barcelona del año 2000, en la que fuera una de sus primeras -si no la primera- actuaciones fuera del País Valencià. Por aquel entonces, Sergio, Israel, Jose, Àlex y Juanjo venían a presentar 3.000 Grados (2000), su primera y (creo que) ultra descatalogadísima primera incursión musical. Ofrecieron un pequeño set del cual no recuerdo demasiado, sinceramente, pero me impactó y gustó tanto que acabé por pillarme el susodicho CD allí mismo. Desde aquel entonces, les he ido siguiendo con bastante irregularidad, perdiéndoles la pista a partir de su álbum homónimo del 2006.
Mi segunda experiencia con ellos fue unos años más tarde, en la Sala Bikini, cuando les vi abrir para Skid Row en abril del 2004, y podríamos decir que hasta que les vi ahora hace unos días en la Sala Boveda, para mí han sido una banda que no ha existido. No me malinterpretéis. Sé ver la calidad cuando me la ponen ante mis narices, y creo estar en lo cierto -y creo que muchos de vosotros estaréis de acuerdo con esta afirmación-, cuando digo que los valencianos son una de las quizá cinco mejores bandas de rock que ha parido este país en los últimos, tranquilamente, 20 años.
Pero, por alguna extraña razón, nunca han estado ahí arriba, y su vuelo nunca ha despegado como debiera. Uno de los mayores talentos del rock de este país ha pasado, sin pena ni gloria, inadvertido. Pero, a pesar de ello, la «banda maldita» se pegó, el pasado 16 de noviembre, un bolazo en una Boveda prácticamente llena, con la excusa de conmemorar el Xº Aniversario de Destino Perdición (2008), su obra más celebrada y célebre hasta la fecha.
En las casi dos horas que estuvieron sobre el escenario, los valencianos le pegaron un repaso más que considerable al susodicho álbum, salpicando su setlist con algunos de sus temas más clásicos. A las 21:30 empezaron a sonar los primeros acordes de «Baja California», tema que también abre Destino Perdición. Justo después, sonó «Santos & Diablos», uno de sus temas más recientes, incluido en el álbum del mismo nombre publicado en el año 2013. «Cuando Ya No Quede Nada», cuyo inicio me recuerda a cómo sonaría si Mötley Crüe interpretaran el inicio de «Caught in a Mosh» de Anthrax, precedió a «La Mala Suerte», de su 13 Veces por Minuto (2010). Tras solo cuatro temas, uno ya podía percibir que la fiesta que se estaba montando en la sala no podía hacer otra cosa más que subir como la espuma; nunca había estado más en lo cierto.
«Fugitivos», que finalmente no me quedó claro si era o no la primera vez que la interpretaban en vivo, precedió a unos de sus temas más conocidos, de los más coreados de la velada. Me refiero a «No Intentes Volver Atrás». Tras «Directo al Mar», Pau se calzó la guitarra acústica para interpretar «Magnífico Fracasado», con toda la sala ya entregada coreando el final de la canción. Con «No Somos Perfectos», Israel nos invitó a todos a bailar. El bailoteo se extendido hasta «Bailarás en el Infierno», cuyo sabbathico inicio hizo crujir los cimientos de la sala. Con «La Cuenta Atrás» regresaron al 2006 para contentar los paladares más old school del lugar. Por cierto, y hablando de la vieja escuela, eché de menos «Bailarina» o «He Cambiado»…
La dosis baladística llegó con la maravillosa «La Otra Mitad» que, si bien inició Pau a solas con su acústica, acabó con toda la banda sobre el escenario. Tras la interpretación de «La Flor y la Guerra» nos recordaron que los amantes del lúpulo teníamos la oportunidad de probar la cerveza que habían fabricado para conmemorar esta mini gira que les ha llevado a recorrer la geografía española a través de seis citas. Para los enamorados de la cerveza, y para los enamorados en general, sonó «Antes del Amanecer», tema que aprovechó Pau para presentar a la banda. La rockera y genial «13 Veces por Minuto» vino con dedicatoria especial. A partir de ese instante, un aroma a Jack Daniel’s se apoderó del ambiente, ya que Pau se dedicó a saciar nuestra sed, no solo de rock, a base de bourbon americano, aprovechando que unos amigos le habían regalado una botella customizada aprovechado su parada en la Ciudad Condal. «Una Historia que Contar», de las más movidas de la noche, se la dedicaron, no solo a ellos, sino a todos los fans que les han acompañado a través de su andadura. «Blanco y Negro» también fue dedicada a un amigo que ya no está, al igual que la final, «Destino Perdición».
Tras unos minutos de ausencia, la banda regresó para regalarnos tres temas más. «No Quiero Verte Caer», que sonó especialmente atronadora (y arrolladora), la cual empalmaron con «Desde Septiembre», durante la cual nos ofrecieron un poco más de whisky de Tennessee desde el escenario. El dorado líquido no dejaba de correr, ahora desde la barra del bar de la sala, con la final «Nuestra Revolución». Apoteosis.
Dos horas de show salpicadas de rock, actitud y nostalgia. Uzzhuaïa regresaron a Barcelona para poner la sala patas arriba… y vaya si lo lograron. Noche de diez.
Setlist Uzzhuaïa:
Baja California
Santos & Diablos
Cuando Ya No Quede Nada
La Mala Suerte
Fugitivos
No Intentes Volver Atrás
Directo al Mar
Magnífico Fracasado
No Somos Perfectos
Bailarás en el Infierno
La Cuenta Atrás
La Otra Mitad
La Flor y la Guerra
Antes del Amanecer
13 Veces por Minuto
Una Historia que Contar
Blanco y Negro
Destino Perdición
—–
No Quiero Verte Caer
Desde Septiembre
Nuestra Revolución
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.