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Cuando Madness Live! anunció que la sala escogida para traer a The Night Flight Orchestra a la ciudad condal iba a ser la Wolf, mi primera reacción fue pensar que iba a quedarse pequeña. Si en su anterior visita hace cinco años medio llenaron la Salamandra, de un aforo bastante más grande, era previsible que esta vez, y tras unos años de ir ganando popularidad poco a poco, necesitaran de un aforo mayor del que la humilde sala Wolf suele ofrecer. Estas impresiones previas fueron ratificadas poco después, pues, efectivamente, hubo que apretarse un poco para poder disfrutar del bolo en condiciones. Pero no adelantemos acontecimientos y empecemos por el principio.
Tragedy (All Metal Tribute to the Bee Gees & Beyond)
Tener buenos ingredientes no asegura que te vaya a salir un buen plato, ¿estamos de acuerdo en eso? Pues esta es un poco la conclusión que se desprende de lo que escuchamos de los teloneros de la noche.
Todo indicaba que los neoyorquinos Tragedy iban a ser un descojone con los que calentar motores para el plato principal, pero a mí me parecieron un entrante que no acabó de abrirnos el apetito como esperábamos. La idea tras la banda, versionar cualquier clásico eminentemente discotequero de los años setenta, poniendo el foco en temas de los Bee Gees y afines, y llevarlo al terreno hair/glam/sleaze metal sin pudor alguno, no sonaba mal a priori como concepto, y tampoco parecía desentonar con la propuesta musical de la formación para la que abrían, sin embargo, y a pesar de la calidad indiscutible de los temas escogidos, no acabó de cuajar del todo.
Tragedy son parodia de una época, un híbrido que pretende hacernos viajar entre universos distintos, fusionarlos y crear algo divertido bajo la etiqueta disco metal partiendo de la nostalgia que nos produce toda la música bailable con la que crecimos muchos de nosotros. Y esto, reitero, estaría muy bien si el resultado fuera bueno, pero es que las versiones que escuchamos no acabaron de convencernos por diversos motivos.
Disco Mountain Man como cantante, Mo’Royce Peterson y Garry Bibb a las guitarras, Andy Gibbous Warning al bajo y The Lord Gibbeth a la batería son los miembros de esta curiosa formación que, con su propuesta desenfadada, hicieron lo posible por animarnos a pasar un buen rato, acompañados de un personaje denominado Lance, un extra que ellos mismos denominan “el chico de la toalla e idiota consumado”, quien, además de poner su toque de humor surrealista a la velada, hacía las veces de corista.
Con estos ingredientes sobre el escenario, iniciaron su set de unos tres cuartos de hora con una breve intro basada en el archiconocido “The Final Countdown”, para enlazar en un suspiro con lo que imaginamos deben considerar uno de sus hits principales, el tema de los Bee Gees “Tragedy” del que han tomado prestado su nombre. Lo curioso es que en Tragedy cantan todos sus miembros a excepción del baterista, y esto al principio parece que va a ser algo positivo debido al amplio abanico de posibilidades que ofrece, sin embargo, a medida que fueron transcurriendo los temas, nos acabó descolocando un tanto.
Si “Tragedy” fue un opener aceptable, algo más indefinido sonó “Lay All Your Love on Me” de los suecos ABBA. Disco Mountain Man, cantante de Tragedy y en mi opinión el que peor registro vocal tiene de todos sus miembros, parecía haberse pasado al “The Trooper” de los Iron Maiden en esas primeras estrofas y he aquí unos de los principales problemas de la noche: costaba identificar las canciones. Muchos cambios de intensidad, muchos cantantes superponiéndose, muchas melodías adaptadas… tendrá su trabajo versionar así, no lo dudo, pero te cortaba el rollo en infinidad de ocasiones y por momentos hasta olvidabas qué estabas escuchando.
“Grease” entró a continuación (curiosidad del tema para quien no lo sepa, su autor es Barry Gibb de los Bee Gees) en formato breve y enlazada con “Summer Nights” (y yo me pregunto, ¿tiene mucho sentido montar un medley tan pronto?). Aunque escuchar el tell me more a golpe de doble bombo tuvo su punto, los constantes cambios de vocalistas y las idas de olla intercaladas hicieron que no nos tomáramos muy en serio la versión en cuestión.
Apelando a la magia, Tragedy se reencarnó en Neil Diamond para reinterpretar “Sweet Caroline” a su manera raruna, consiguiendo, esta vez sí, un coreo masivo de su estribillo.
“Gimme! Gimme! Gimme! (A Man after Midnight)” como ícono discotequero que es levantó el pabellón algo más gracias en parte a esos agudos tan potentes que iban desplegando a modo coral. Como hemos ido comentando, ingredientes los tienen, aunque no siempre les saben sacar todo su potencial…
Surrealista y poco acertada nos pareció la versión de “It’s Raining Men”, un tema al que quisieron cambiarle su esencia insuflándole un punto thrash en varios tramos prestados de “Raining Blood” de Slayer, resultando un despropósito que tan solo sirvió para poner al público jaleando puño en alto durante unos instantes. Si te vanaglorias de hacer disco metal, no acabo de entender por qué precisamente un tema que ya lo tiene todo en ese sentido va y lo transformas de esa manera. Un poco un despropósito diría yo, ¿no?
Regresamos a la banda sonora de Grease con “You’re the One that I Want”, un constante vaivén de intensidades que no le hicieron ningún favor a la versión. Lo que decíamos antes, tanto cambio acaba por hacerte perder el hilo de lo que estás escuchando, impidiendo que puedas corearlas, que es en realidad lo que debería estar sucediendo en el mejor de los casos.
Y hablando de amor acto seguido nos introdujeron “How Deep is Your Love?”, un nuevo y penúltimo acercamiento a la discografía de sus idolatrados Bee Gees. Respetando su tono baladístico, no dudaron en meter florituras a la batería rompiendo un tanto con esa dinámica y dejándonos con el morro un tanto torcido.
Y llegó el fin con, esta vez sí, el último tema de los Bee Gees, “Stayin’ Alive”. Grandioso tema que es difícil estropear si no fuera porque, vuelvo a resaltar en negativo, el vocalista de Tragedy no acaba de convencer. Una verdadera lástima porque esta versión sí prometía y en directo es un auténtico pelotazo.
Esperaba algo más de diversión y disfrute de estos Tragedy (All Metal Tribute to the Bee Gees & Beyond) que simplemente cumplieron sin dejar mayor huella. Para mi gusto, parodian demasiado sin tomarse en serio lo que se traen entre manos en cuanto a versiones se refiere. Resumiendo, un plato caliente servido frío.
Setlist Tragedy (All Metal Tribute to the Bee Gees & Beyond):
Tragedy
Lay All Your Love on Me
Grease
Summer Nights
Sweet Caroline
Gimme! Gimme! Gimme! (A Man after Midnight)
Raining Blood / It’s Raining Men
You’re the One that I Want
How Deep is Your Love?
Stayin’ Alive
The Night Flight Orchestra
Las sensaciones agridulces de los teloneros no impidieron que se nos dibujara una enorme sonrisa en el semblante tan solo aparecer puntualmente The Night Flight Orchestra sobre el escenario, haciendo evidente que el mismo resultaba un tanto justo para acomodar tanto pasajero de forma holgada.
En el fondo y en la penumbra flanqueando a Jonas Källsback a la batería quedaron John Lönnmyr a los teclados y Sebastian Forslund a la guitarra y percusión, mientras que en una posición más avanzada se situaron el resto de los músicos. Copando la parte delantera, Björn Strid en el centro junto a sus azafatas, Anna Brygärd y Åsa Lundmman a la derecha, quedaron un poco más avanzados que los dos miembros restantes, Rasmus Ehrnborn a la guitarra y Sharlee d’Angelo al bajo.
Mi predicción cuando escribí un reciente Top 5+1 sobre The Night Flight Orchestra fue acertada y el tema escogido para iniciar el concierto fue el mismo que el de apertura de Give Us the Moon (2025), “Stratus”, como no podría de ser de otra manera. Y es que lo tiene todo para levantar el espíritu de forma inmediata. Si quedaba alguna duda al respecto, tan solo hizo falta echar un ojo alrededor para ver que todas las miradas ya estaban fijas en el escenario y que el bailoteo, las palmas y los coros se habían apoderado del respetable. Pasamos de 0 a 100 en pocos segundos gracias al contagioso ritmo y geniales melodías contenidas en “Stratus”, que no hicieron más que calentar el ambiente para recibir un clásico del primer disco, “California Morning”, con una acogida a la misma altura que se mantuvo constante durante toda la noche.
Con un sonido definido en el que todos los instrumentos y voces se distinguían a la perfección y un volumen razonable desde cualquier punto de la sala fue fácil verse arrastrado por el torrente musical que nos tenían preparado aquella noche. Durante los solos de teclado y guitarra del tema que nos ocupa, Björn interactuó con el público pidiéndonos movimientos de manos y palmas, a lo que pocos pudieron resistirse y que fueron a más recompensando su interpretación con un sonoro aplauso final.
Tras el saludo de rigor, tocó recordar las circunstancias aciagas de la última vez que pisaron Barcelona a escasos días del confinamiento por la pandemia cinco años atrás durante la gira de Aeromantic (2020), momento que aprovecharon las azafatas Anna y Åsa para brindar con el suponemos vino espumoso y no cava autóctono.
Nos incitaron a tomar la pista con nuestros zapatos de baile para dejarnos llevar por el contagioso ritmo de “Shooting Velvet”. Juraría que incluso la aceleraron un poco más que el original, por lo que se pasó en un suspiro. Se notó que este sencillo de Give Us the Moon lleva ya tiempo sonando y que el personal lo llevaba interiorizado porque pocos se resistieron a corearlo bien alto.
La intro de “Divinyls” transformada en un lo lo lo colectivo nos arrancó una nueva sonrisa al reconocer de inmediato lo que estaba empezando, un trallazo de Aeromantic (2020) muy querido y efectivo en directo. Las voces robóticas de su final al unísono con las del público despidieron el tema por todo lo alto.
Bajaron un poco las revoluciones con “Domino” contenido en Amber Galactic (2017), un medio tiempo más relajado que permitió deleitarse en las fantásticas voces tanto de Björn como de Anna y Åsa y que culminó con un sentido solo de guitarra de Rasmus ovacionado en su final, dejándonos claro que el AOR más ochentero es muy del gusto de la formación.
Y de clásico en clásico del mismo disco regresó la necesidad de sacar de nuevo los zapatos de baile con “Gemini” que simplemente sonó espectacular y animó al personal a darlo todo. Trabajada al máximo en su sección rítmica, es impresionante seguirle la pista a todo lo que hace Jonas tras los parches en este tema.
Atreverse con “Cosmic Tide” a continuación, uno de los temas más singulares y atípicos en la discografía de The Night Flight Orchestra incluído en su último disco recién sacado del horno el pasado 31 de enero, dice mucho de esta formación, que no contenta con acomodarse en lo que saben que funciona a ciencia cierta, se aventuran a probar cosas nuevas.
“This Boy’s Last Summer” nos trajo de nuevo la comercialidad de Aeromantic, recordándonos la cantidad de temazos que en él se encuentran. Seguimiento unánime por parte de la sala que no dejó palmear, bailar y cantar como si no hubiera un mañana, Pero Björn no parecía contento del todo y nos recordó que era tarde de sábado y que tocaba… dar todavía más.
Llegó la hora de la nostalgia recordando lo difícil que había sido tirar para adelante el proyecto tras el fallecimiento de David Andersson, y cómo incluso en su ausencia, él sigue presente en todo lo que siguen componiendo, Son muchas las historias reales en las que se han inspirado para crear Give Us the Moon, como el tema que tocaron acto seguido, “Paloma”, una emotiva balada dedicada a una azafata amiga de Björn. Que eligieran justo ese momento más íntimo para abordar una balada es algo que tiene todo el sentido del mundo, pues su discurso previo ya nos había dejado receptivos en ese sentido.
Continuaron el set en modo melancólico, pero en clave más animosa, con “Satellite”, otro de los temas más coreados de la noche, un imprescindible que no podía faltar y no defraudó.
“Transmissions” y su atmósfera cautivadora se apoderaron de nuestra atención en los siguientes minutos. Vimos a Björn sudar lo suyo por modular su voz, pues esta canción está llena de matices y contrastes vocales, Difícil reproducir los arreglos de violín de la original, en su ausencia optaron por dejar que fueran los teclados quienes se encargaran de poner fin a ella en un momento de emotividad máxima, elevándonos el vello hacia el infinito. Será que es uno de mis temas fetiches que lo disfruté al máximo.
Y fue el mismísimo John Lönnmyr quien nos siguió deleitando con sus teclados en una larga intro abriendo “Can’t Be that Bad” por todo lo alto. Recuperamos la alegría de manera instantánea con semejante chute energético que volvió a subir el pabellón para bajarlo drásticamente a los pocos minutos. Pero el motivo bien valió la pena. Alabando las dotes compositivas de David Andersson, abordaron a continuación quizás su tema más complejo, “Transatlantic Blues”.
Sorpresa inesperada y regalo incalculable poder escuchar esta canción de Internal Affairs (2012) en directo, un debut que ya prometía cosas grandes, como así se encargaron de recordárnoslo con su emotiva interpretación.
Empezar la locura de “Burn for Me” en clave balada era algo que tampoco esperaba escuchar y estuvo genial como previa al desenfreno que vino a continuación. Por si no fuera poco animada, la tocaron algo más acelerada que la original, contagiándonos de esos ritmos endiablados e insuflando algo más de alegría a nuestro cuerpo y espíritu más que colmados a esas alturas de la noche.
Pero todo lo bueno se acaba y hubo abandono de escenario. Tras un merecido breve descanso para dar paso a los bises (la sagrada trinidad de las W), se reprendió la locura con ¿la canción más loca de todas ellas? “White Jeans” (la primera de las W) nos puso a todos en modo subidón por enésima vez. Para una servidora, que tiene cierta reputación de témpano de hielo, fue complicado mantener las formas, y ésa es precisamente una de las grandes cosas vividas aquella noche: su capacidad de abstraernos y hacernos olvidar por un momento quiénes somos.
Björn nos contó cómo es la típica manera de salir de fiesta en su tierra natal, temática principal de “Way to Spend the Night”, la siguiente W en caer que mantuvo la energía de su predecesora animándonos a continuar con los bailoteos y a berrear como posesos.
Tocó despedir la noche con la última de las W, clasicazo por excelencia que rubrica todo buen espectáculo de The Night Flight Orchestra que se precie: “West Ruth Avenue”. Ya sabréis que este tema siempre va asociado a una conga que se organiza en la pista para todo aquel que se anime a perder la poca vergüenza que le pueda quedar, y así fue esta vez también como colofón a una jornada perfecta.
The Night Flight Orchestra son una máquina de generar felicidad continua y lo hacen por todo lo alto con una profesionalidad apabullante, demostrando su valía en todos y cada uno de sus espectáculos de los que uno sale revitalizado.
Hubo mucha fiesta en el bolo que presenciamos, sudamos, sentimos y disfrutamos, sin duda, y no se me ocurre una mejor manera para homenajear la figura del fallecido David Andersson que celebrar la vida de esta manera.
Setlist The Night Flight Orchestra:
Stratus
California Morning
Shooting Velvet
Divinyls
Domino
Gemini
Cosmic Tide
This Boy’s Last Summer
Paloma
Satellite
Transmissions
Can’t Be That Bad
Transatlantic Blues
Burn for Me
—–
White Jeans
Way to Spend the Night
West Ruth Ave.
Aficionada a la música y los viajes, aunque no sabría decidir en qué orden. Cuando los combino, ¡lo más! Amante de aprender cosas de allá donde vaya, soy un poco la suma de los lugares que he visitado y las experiencias vividas. Daría la vuelta al mundo de concierto en concierto si de mi dependiera, pero las limitaciones terrenales me mantienen aquí y ahora, así que, ¡a sacarle el máximo partido!