Una de las bandas fundamentales del rock y metal gótico alemán está de vuelta, y un poco mantienen ese giro más contundente y netamente metálico que aporta ahora la formación liderada por Oliver Nikolas Schmid. Perdieron a su anterior cantante Rob Vitacca, pero no ha sido traumático puesto que se ha rearmado el grupo con una formación mucho más metálica como así demostraron en su anterior Bleeding the Stars. Los fichajes de Julian Larre a la voz y, especialmente, de un seguro de vida como es el bajista Ilker Elsin. Todo ello ha dado una potencia al grupo impresionante.
Es un disco muy completo, variado y que en cada escucha ganan matices y los temas se van quedando en la materia gris. La temática de la obra es la sensación que hemos tenido todos de evadirnos y desaparecer viendo la realidad dolorosa a la que estamos expuestos en nuestro día a día. Grabado en los Kohlkeller Studios y producido por Kristian ‘Kohle’ Kohlmannslehner estamos ante la segunda entrega de la nueva formación comandada por el versátil vocalista Julian Larre, capaz de llevar a Oliver hasta terrenos muy duros y metálicos sin renunciar a su pasado.
En “Wall of Gloom” hay momentos agónicos que se acercan al doom con excelentes maneras y especialmente a Paradise Lost. El solo del líder es puramente Greg Mackintosh, lo cual es digno de elogio. Gran estribillo y mucha pegada para abrir el disco. Un single de peso es “A Cloak Woven of Stars” con ese riff tan protagonista y un estribillo efectivo apoyado por voces. Elsin realmente le da un gran empaque a los temas pues es un virtuoso de las cuatro cuerdas.
Momentos más dramáticos en “Nebula” con ese punteo abierto de inicio y esos samplers de fondo dando un toque tecnológico y de clase a un tema que se va endureciendo a medida que avanza. Uno de los singles ha sido “To Disappear in You” con esa arrancada casi propia de power metal, es de lo más metálico de la obra (y de su carrera). El grupo marca paquete aquí demostrando que su nueva formación puede llevarles a terrenos inexplorados.
Otro tema que da para sencillo del disco es la trepidante “In a Lengthening Shadow” dando buena cuenta de lo que son Lacrimas Profundere y de lo que llevan décadas proponiendo. Aquí el teclado es el instrumento clave si bien el bajo es profundo y protagonista, a la vez que es la guitarra de Oliver la que comanda la canción con maestría. “The Curtain of White Silence” aparece entre brumas de teclado y guitarras con el grupo sorprendiendo y jugando a metalcore en la voz y los tempos. Cuántas posibilidades da este vocalista…
Una canción que puede quedar como clásica es la entonada “Unseen”, a medio tiempo y con muchos growls en los versos para luego caer en las voces limpias del estribillo. Añaden teclados atmosféricos y voces operísticas de fondo, muy en su línea clásica. Mantienen el buen momento con la preciosa “The Vastness of Infinity” en la que vuelven a conectar con Paradise Lost y tiran de profundidad de garganta. Que se note que son Lacrimas Profundere…
Una de las grandes sorpresas es ese “An Invisible Beginning” con deje rockero y algunos guiños a The Cult y a The 69 Eyes. Destaca la profunda voz de Julian Larre, muy expresivo y elegante en un tema bailable casi. Es justo lo que los seguidores de Lacrimas Profundere buscan de ellos. Se despiden con la angustiosa y arrastrada “Shroud of Night” en la que su vocalista tira de guturales y growls combinados con voces limpias en el estribillo. Muy buen final acompañado por el doble bombo de Dominik Scholz.
Gran disco y nueva juventud para una banda tan clásica. A pesar de tener discos y haberles visto en directo varias veces, de verdad que me quedo con los riesgos asumidos últimamente y con esta formación que navega por diferentes estilos y que ha endurecido su sonido. Tenían discos muy obvios y tópicos, y aquí la oscuridad es un elemento más con el que jugar. Atención a Lacrimas Profundere pues pueden muchos “nuevos” fans.