Nunca he sabido muy bien como tomarme a Laibach, en serio NO, por supuesto, pero su controvertida imagen, su arte, su parafernalia totalitarista, el mensaje, su música… siempre han formado un explosivo cóctel que ha despertado en mi mucho interés desde que los pusiese en mi mapa musical hace ya unos 25 años, y sí, se avecina batallita de abuelo cebolleta… Mirando y remirando los créditos del libreto del cd de aquella maravillosa colaboración entre Atrocity y Das Ich para el álbum Die Liebe (1996) pude saber que los compositores del principal y homónimo tema del disco eran unos tales Laibach que provenían de tierras eslovenas. “Die Liebe” aparecía en el disco Nova Akropola (1986), y partiendo de esa base me puse a indagar para saber más sobre esa extraña formación que usaba como nombre a como se le conocía históricamente a Ljubljana en tiempos de la ocupación nazi.
Cabezas visibles de la NSK (Neue Slowenische Kunst), provocador colectivo artístico nacido en la Yugoslavia socialista, por los 42 años de historia de Laibach han pasado un sinfín de cosas: suicidio de uno de sus fundadores, Tomaž Hostnik, persecución por las autoridades de su país por mancillar en televisión la imagen del mariscal Tito en una performance en Zagreb, prohibición durante un par de años en aparecer públicamente, intento de boicot en algunas de sus actuaciones en países como Alemania o Francia… Quizás no ha sido hasta el nuevo milenio cuando realmente Laibach ha gozado de cierto reconocimiento. Su arte y su música han protagonizado exposiciones en museos como el MACBA, Reina Sofía o MoMA y han sido la primera banda occidental en ofrecer un concierto en Corea del Norte (aunque hay quien asegura que unas bandas punkis finesas ya lo hicieron en los ochenta), plasmando esa estrambótica experiencia en el documental Liberation Day (2017).
La música de Laibach no es fácil de digerir, y el disco que nos presentan ahora quizás es bastante difícil de masticar. O te gusta Laibach, o mejor no pierdas el tiempo. Wir Sind das Volk. Ein Musical aus Deutschland añade otro reto más a su extensa discografía, una discografía que, entre discos de estudio, bandas sonoras y demás lanzamientos pasa de la cincuentena de referencias. Se puede decir que la gestación de Wir sind das Volk (somos el pueblo) viene de lejos, más concretamente a mediados de los años ochenta, cuando el dramaturgo alemán Heiner Müller (1929-1995) conoció personalmente a la banda en Berlín y les propuso usar su música para una de sus producciones teatrales basadas en sus textos, como ya había pasado en 1984 cuando Laibach compuso parte de la música para Quartett del propio Müller, una obra que se presentó en el Teatro Nacional de Eslovenia en Ljubljana. Esa colaboración nunca se llegó a realizar, pero hace unos años la directora de la Heiner Müller Society se puso en contacto con la banda para realizar un homenaje póstumo a la obra del director. Wir sind das Volk iba a ser lo más parecido a un musical, pero al final el público se tuvo que “conformar” con una puesta en escena multimedia donde la banda interpreta mientras imágenes basadas en los textos más provocadores del dramaturgo van apareciendo tras ellos, además, debido a la pandemia la banda tuvo que cancelar gran parte de sus shows, unos shows que por lo visto no se han vuelto a reprender como es debido.
Más cerca de la música de cámara que de sus discos más industrialoides, este Wir sind das Volk, eslogan político que se coreaba en las manifestaciones pacíficas de Leipzig entre el 1989 y 1990 para protestar contra del gobierno de la RDA, es un lanzamiento que queda huérfano sin el contexto de las imágenes, ya que por momentos puede resultar de escucha algo tediosa. El disco se divide en dos partes bien diferenciadas, siendo la primera la que me ha resultado más “amena”, ya que corresponde a la grabación en el estudio. La segunda parte está grabada en vivo en la propia obra, y a no ser que entiendas el idioma de Goethe te aburrirás como una ostra, que es lo que a mí me ha pasado, ya que no dejan de ser pasajes puramente teatrales interpretados por la protagonista de la misma.
Centrándonos en la primera parte, desde que suena el piano inicial de “Philoktet” hasta los extraños ruidos de “Ich war die Wunde”, viajas por momentos angustiosos como en “Lessing oder Das Ende der Aufklärung” (el zumbido de la mosca se te clava…), por parajes siniestros y oscuros como en ‘”Im Herbst 197 …Starb”, o por otro más líricos y luminosos, a la vez que emotivos, como es el caso de “Ich will ein Deutscher sein”, que juntamente con “Traumwald” pueden que sean los momentos más “accesibles” de este trabajo.
No puedo negar que el disco pueda ir ganando en cada escucha, pero vuelvo a incidir que la mejor manera de escucharlo sería apoyándose en ese espectáculo multimedia que algunos afortunados llegaron a gozar. No hay nada más que pegarle un vistazo al teaser promocional del disco para saber de lo que hablo. Espectacular. Intentando paliar este inconveniente uno se puede apoyar en algunos de los videos de la obra que se pueden encontrar en YouTube o dejar volar la imaginación disfrutando del excelente artwork del disco con imágenes tomadas de algunas obras del artista austríaco-irlandés Gottfried Helnwein, quien, entre otras cosas, se encargó de la sesión de fotos del álbum Sehnsucht de Rammstein.
Pota Blava y fanzinero de los 90. La música siempre ha sido una de mis grandes pasiones, y aunque el Metal es mi principal referencia, no he parado de moverme por diferentes estilos sin encerrarme a nada. Con los años el escribir también se convirtió en otra pasión, así que si junto las dos me sale la receta perfecta para mi droga personal. Estoy aquí para aportar humildemente algo de mi locura musical, y si además me lo puedo pasar bien…pues de puta madre.