Hace ya un par de meses que vio la luz la nueva obra de Lake of Tears, más concretamente en febrero, y veo que ha pasado un poco desapercibida entre el público, quizás tan desapercibida como siempre ha pasado la propia banda desde sus inicios en los lejanos principios de los noventa hasta hoy. Siempre he considerado a estos suecos como un equipo de segunda división intentando ascender sin éxito a la división superior. Esa primera división estaría compuesta por equipos que empezaron más o menos cuando ellos a pisar un mismo terreno musical: Amorphis, Katatonia, Sentenced, Cremtory, Tiamat… y si me apuras, en la parte media/baja de la tabla, los EverEve del tristemente desaparecido Tom Sodotschenko. En la hipotética segunda división aparecerían quizás Beseech, Cemetary, Lacrimas Profundere, Darkseed… y la banda que aquí nos ocupa. Desde que me enamorase de aquel Headstones en 1995, por alguna razón u otra Lake of Tears han tenido muchos altibajos en sus lanzamientos posteriores, y nos han presentado grandes discos como Forever Autumn (1999) o Moons and Mushrooms (2007) junto con otros bastantes flojos como Illwill (2011) o The Neonai (2002).
10 años han tenido que pasar para que después de aquel insulso Illwil la “banda” vuelva a editar un nuevo disco, y pongo esa palabra entre comillas porque ahora mismo Lake of Tears ha pasado a ser una one man band en toda regla. Su líder Daniel Brennare (irreconocible actualmente con ese pelo y esa espesa barba), que ya rearmó a la banda para su anterior disco, ha decidido seguir adelante sin el batería Johan Oudhius, el otro fundador que aún quedaba, y así ser el único miembro oficial de los actuales Lake of Tears. Para este Ominous ha contado con varios músicos de sesión, entre ellos el ingeniero Christian Silver (Ablaze My Sorrow, Old Man’s Child, Draconian) que aparte de encargarse nuevamente de la producción ha grabado las partes de batería.
La energética apertura del disco puede despistar a más de uno, ya que “At the Destination” se nueve en terrenos más industriales, más gothic metal, llena de sintetizadores y efectos vocales, pero no, no es la tónica más habitual que nos vamos a encontrar en este nuevo lanzamiento. Ominous, al igual que su bello art-work, es un disco oscuro que desprende tristeza a raudales. A Daniel Brennare le diagnosticaron hace unos años leucemia linfocítica crónica y cayó en una grave depresión de la que tardó bastante tiempo en salir. Conociendo este dato ahora, si miramos la portada, posiblemente veamos a Daniel encarnado en el astronauta que parece preparado para enfrentarse a esos dos grandes monstruos ominosos: la enfermedad y la depresión. Todo el diseño del disco se abraza al aura obtenida y cada canción va asociada a una imagen en concreto; según el propio Daniel:
“Es muy importante mirar las imágenes mientras se escucha la música, para acercarse al significado y profundizar en la historia. Las imágenes y las letras están conectadas.”
A pesar de su corta duración (poco más de 40 minutos si no contamos con su bonus-track) no es un disco fácil de escuchar. Estamos ante el disco más gris de Lake of Tears y la soledad, la depresión o el aislamiento van a ser varios temas recurrentes de este Ominous. Aquí no hay temas alegres como lo fueron antaño “Boogie Bubble” o “Children of the Grey”, y nada más terminar el inicial “At the Destination” nos metemos de lleno con “In Wait And In Worries”, un corte muy atmosférico, sombrío y melancólico, con cierto toque prog-rock donde Daniel más que cantar nos parece susurrar su desesperación. El tono de voz de Daniel es más profundo y oscuro que en anteriores lanzamientos. Semejante se me antoja la tenebrosa “Lost in a Moment”, muy “espacial”, muy doom. Las caras A y B se enlazan y complementan con “Ominous One” y “Ominous Too”, el primero parece algo más luminoso y dinámico, con algún destello del Headstones, pero en el segundo ya nos volvemos a meter en esa paleta de grises que se ha usado para ilustrar todo el disco. Las notas de un violín nos dan la entrada a “Ominous Too” una pieza nuevamente melancólica en la cual Daniel pone al servicio su lado más melódico. Quizás estos sean los dos mejores momentos del disco, en contraposición a los 2 siguientes cortes que me resultan algo repetitivos y anodinos: “One Without Dreams”, que parece que nunca arrancará y en especial la instrumental “The End of This World” que no me aporta nada y no me encaja mucho que aparezca ahí. El disco lo cierra “Cosmic Sailor”, otro tema que partiendo de una base más doom abraza al prog, al post-rock y al space-rock, sobre todo en la última parte del mismo. En la edición CD hay un noveno tema como bonus track, “In Gloom”, curioso corte acústico con ciertos aires folk al estilo Nick Cave o Tom Waits. Gran trabajo vocal de Daniel tanto en este corte como en todo el disco
Entiendo los duros momentos que ha vivido (y por lo visto está viviendo) Daniel Brennare, y que este disco es muy personal y desesperadamente triste, así que Ominous es una obra que reclama cierta tolerancia en su escucha. Para nada es un trabajo para tomárselo a la ligera y cada tema va conectado al siguiente siguiendo un por qué y hay que escucharlo de principio a fin.
Pota Blava y fanzinero de los 90. La música siempre ha sido una de mis grandes pasiones, y aunque el Metal es mi principal referencia, no he parado de moverme por diferentes estilos sin encerrarme a nada. Con los años el escribir también se convirtió en otra pasión, así que si junto las dos me sale la receta perfecta para mi droga personal. Estoy aquí para aportar humildemente algo de mi locura musical, y si además me lo puedo pasar bien…pues de puta madre.