Nada más empezar este 2020 nos ha dejado Martín Rodríguez Muñoz, mítico batería de la escena catalana especialmente conocido por formar parte de Sangtraït, pioneros absolutos en el ROCK (en mayúsculas y sin cursiva) en catalán. Hace 20 años ya parecía anciano, y sin embrago nos deja con tan solo 64 años.
Desde Science of Noise queremos rendirle homenaje, así como al proyecto más importante en el que estuvo, y recordar que la vida son dos días, así que más nos vale disfrutarla con buena música. Martín, si nos lees (o escuchas nuestros pensamientos), gracias por la música.
Aquí os destacamos algunos temas que, por alguna razón, os queremos traer. ¡Vivid y sed felices!
«El vol de l’home ocell» por Albert Vila
Álbum: Els senyors de les pedres (1988)
Autores: Marc Gonzàlez, Joaquim Mandado i Rossell, Lupe Villar, Josep Maria Coromines, Martín Rodríguez Muñoz y Juli Ortín Darné «Papa Juls»
Cuando el rock català como etiqueta estuvo en auge a principios de los 90, me esforcé a renegar bastante de todo el percal: en esos tiempos de descubrimiento del fascinante mundo del metal y el hardcore ni Sau, ni Els Pets, ni Sopa de Cabra ni Lax’n’Busto me interesaban lo más mínimo, y lo hecho es que, de buenas a primeras, metí a Sangtraït en ese mismo saco. Y aunque nunca he sido especialmente fan del estilo que practican los de La Jonquera, sí que los saqué rápidamente de ahí para valorarlos como lo que son y merecen ser recordados: como auténticos pioneros del metal en catalán en todas sus vertientes.
Y claro, a pesar de no ser fan, hay canciones que es imposible no conocer e, incluso, emocionarse un poco con ellas. En mi caso, y ya sé que no es una opción muy original al ser, probablemente, el tema más conocido de la banda, no puedo sino quedarme con el himno de puño en alto que es «El vol de l’home ocell», mítico canto a la libertad que vociferé decenas de veces en oscuros y sospechosos karaokes en mis tiempos mozos. Con su producción casi amateur y la icónica harmónica de Papa Juls tomando protagonismo conductor a lo largo de todo el tema, la pieza central de Els senyors de les pedres pasará a la historia como uno de los grandes temas de la historia del rock en català y una de esas canciones de la música patria que siempre enseñé con cierto orgullo a los guiris que quisieran saber de ellas (y a los que no, probablemente, también).
En todo caso, a pesar de no ser fan ni de conocerlos personalmente, era imposible no encariñarse con un personaje como Martín Rodriguez, el barbudo, entrañable y carismático batería de la banda y objeto de este homenaje que le rendimos aquí. Un hombre que, con su barba blanca y larguísima, parecía anciano hace ya 30 años, pero que nos ha acabado dejando tristemente con tan solo 64. El cielo es un sueño, Martín, y no se lo puede hacer esperar. Descansa en paz.
«El senyor de les pedres» por Beto Lagarda
Álbum: Els Senyors de les Pedres (1988)
Autores: Marc Gonzàlez, Joaquim Mandado i Rossell, Lupe Villar, Josep Maria Coromines, Martín Rodríguez Muñoz y Juli Ortín Darné «Papa Juls»
No voy a negar nunca que el rock català forjó gran parte de mi persona y de mi personalidad. En mi juventud, mediados de los 90, bandas como Sopa de Cabra, Lax’n’Busto y Brams eran una constante en mis cintas re-grabadas mil veces de radiocasete. Pero entonces no entré en el mundo de Sangtraït.
¿Por qué? Eso me he estado preguntado durante años.
Con el tiempo abandoné ese rock casi por completo. Solamente Sopa de Cabra me ha acompañado a lo largo de todas las etapas de mi evolución. Curioso que mi acercamiento hacia el heavy no se tradujera entonces en una suma de factores: rock català + heavy = Sangtraït. Ojalá lo hubiese hecho antes. No hace muchos años y debido a muchos rebotes indeterminados me puse a escuchar el disco Els senyors de les pedres (1988). Mi descubrimiento tardío de Sangtraït no me dejó verles en directo. Y ya no lo haré.
Si bien es cierto que “El vol del l’home ocell” es el tema insignia de este majestuoso trabajo, mi amor por “El senyor de les pedres” es casi igual de intenso. La canción que abre disco es una delicia en muchos sentidos. Desde su arranque a base de punteo y efectos de batería hasta los últimos repiqueteos a lo Jethro Tull, este tema tiene de todo. Incluso un magnífico solo en el tramo final de la canción. La letra, bastante abstracta se mezcla con solemnidad con una base melódica muy bien elaborada. Un total de cuatro minutos y medio que bien merecen la atención de cualquier oyente.
Gracias por todo. El cielo tiene una nueva estrella para iluminarnos.
«Sang en el fang» por Jordi Tàrrega
Álbum: Terra de vents (1990)
Autores: Joaquim Mandado i Rossell, Lupe Villar, Josep Maria Coromines, Martín Rodríguez Muñoz y Juli Ortín Darné «Papa Juls»
Malas noticias antes de reyes pues el rock pierde a uno de los personajes más carismáticos y queridos de toda su escena. La vida de Martín Rodríguez se apaga y con ella se nos va la barba blanca eterna, esa barba blanca que se dijo en los 90 que estaba asegurada por un millón de pesetas. Mi relación con Sangtraït no fue más allá de tres conciertos, aunque tuve el privilegio de poderles entrevistar en los camerinos de la sala Bikini. Allí entrevisté a Quim Mandado, pero me crucé con Martín y tuvimos una breve conversación, absurda y abstracta. Hay una cinta por algún rincón de mi casa con una hora de entrevista casi inédita. Creo que tocará buscarla…
Cada miembro del equipo elige una canción y yo opto por “Sang en el fang” pues es lo primero que escuché de ellos. Era 1990 y parecía mentira que una banda de tus tierras optara por el heavy metal llegando a lo más alto en listas y popularidad. Fueron enormes, y de largo, una de las mejores bandas españolas, aunque poco conocido allende de Catalunya. En este tema (“Sangre en el fango”) se abre su primer disco y este fue uno de los singles, con videoclip incluido. Recuerdo que en esos días me parecía muy heavy, con el tiempo ves que, en el fondo, los temas de los de La Jonquera eran bastante accesibles. La voz tan personal y expresiva de Quim, las letras de Papa Juls, la rítmica de Lupe y los detalles técnicos de Coro. Y llevándole el pulso a todo, el eterno pastelero indomable, y en esos tiempos su barba era negra.
El gran plus de la canción es el saxo de Papa Juls que dialoga con la voz de Mandado mientras nos cuentan la historia de un ajuste de cuentas que termina con un muerto y su cuerpo en el fango. Un tema directo, brillante, muy intenso, combina fuerza y melodía y fue la mejor tarjeta de presentación para apuntalar su brillante carrera. En esos días el programa Sputnik de TV3 tenía en estas tierras un poder semejante al de la MTV, siendo capaz de encumbrar a grupos pues el programa era devorado por los adolescentes. Benditos tiempos en los que había programas de música y en los que se hacía música. Gran final con una frase paca.
«El guerrer» por Rubén de Haro
Álbum: L’últim segell (1991)
Autores: Marc Gonzàlez, Joaquim Mandado i Rossell, Lupe Villar, Josep Maria Coromines, Martín Rodríguez Muñoz y Juli Ortín Darné «Papa Juls»
Soy el último de mis compañeros en escribir este texto, y releyendo un poco por encima lo que ellos han escrito, mucho me temo que mis palabras van a tirar por esos mismos derroteros, pues los que estamos entre los 30 y muchos y los 40 y pocos, los de mi misma quinta, seguramente tengamos el mismo rico background musical.
Los primeros pasos del rock català se iniciaron en los años 70, cuando una serie de artistas comenzaron a mezclar música folk y rock con la lengua y tradición musical catalana. Este movimiento se llamó rock laietà. Años más tarde, ya en la década de los 80, la música hecha en català tuvo muy poca actividad. La cosa estuvo más bien marcada y dominada por el punk rock y el hardcore, teniendo como máximo exponente a La Banda Trapera del Río, un grupo de Cornellà de Llobregat formado por hijos de immigrants. La primera canción punk en català fue «Ciutat Podrida», obra de la ya mencionada banda del Baix Llobregat.
A principios de los 80, hubo bandas muy centradas en el pop rock importado de Inglaterra y tuvieron un éxito bastante efímero y limitado. En 1989, Sopa de Cabra tuvo un gran éxito con la canción «L’Empordà» y fue esa la auténtica eclosión del rock català. Un par de años más tarde, y más precisamente con la publicación del disco en directo Ben Endins (1991), también de la banda de Gerard Quintana, el rock pensado, escrito e interpretado en català tocó el cielo. El 11 de septiembre de 1991, unas 22.000 personas asistieron al histórico concierto que Sopa de Cabra, Sau, Els Pets y, como no, Sangtraït dieron en el Palau Sant Jordi de Barcelona. En 1995 surgió una nueva generación de bandas como Lax’n’Busto o Gossos, lo que permitió que el desarrollo del rock català fuera más natural. Pero hacia el final de la década, mientras los grupos mantenían todavía su fama y popularidad, la atención del público empezaba a ser cada vez más pasiva.
En febrero de 1999 fallece el líder de Sau Carles Sabater, lo que para muchos significó la muerte y el fin del rock català. Se separan Sopa de Cabra y Sangtraït, mientras que la evolución de Els Pets les hace alejarse cada vez más de la etiqueta de «rock català». Empiezan a aparecer toda una serie de bandas, como Antònia Font y Mishima, que tienen un lenguaje musical diferente. En palabras del periodista musical Oriol Rodríguez:
«Va ser una mort real però a la vegada una mort simbòlica. També la mort de Marc Grau, que és el productor de molts d’ells. Es tanca gairebé una dècada des del 1989.»
Los adolescentes catalanes que vivimos en nuestras propias carnes y oídos la década de los 90 podemos estar orgullosos de aquel caldo de cultivo, cantado en català, que fue nuestro rock. Muchos amaban a Sau y a su «Boig per tu», otros tantos se dejaban llevar por el «Tarragona m’esborrona» de Els Pets o por «El boig de la ciutat» de Sopa, mientras que solo los más duros del lugar lo flipaban a tope con Sangtraït, la banda de La Junquera. Y todo ello gracias a una discográfica, Picap, y al mejor programa musical que jamás haya existido, no solo en Catalunya, Sputnik. Más de 30 años después del nacimiento de Televisió de Catalunya (TVC), hay recuerdos televisivos que aún perduran en nuestra memoria. No hay muchos programas que hayan podido sobrevivir al tiempo, adaptarse a los cambios y, además, convertirse en un referente televisivo de calidad, de modernidad y de riesgo… pero Sputnik, sí. El programa nació en 1989 y en 1990 adoptó la estructura de un magazine musical televisivo. Este formato se emitió hasta 2004 con presentadores como Txe Arana, Santi Faro, Tania Sàrrias (uno de mis amores platónicos) y Bruno Sokolowicz. Después el programa pasó a ofrecer presentaciones de conciertos y documentales hasta 2014, cuando desapareció de la parrilla del Canal 33. Fue gracias al programa creado por Francesc Fàbregas que toda una generación de adolescentes catalanes nos empapamos a base de bien de todas aquellas bandas.
De todos los trabajos de Sangtraït, el que siempre más me ha gustado es L’Últim Segell (1991), y más concretamente el segundo de sus cortes, «El guerrer». Ese riff inicial tan Maiden («El Guerrer» >>>> «The Trooper», por cierto) y la manera en la que evoluciona el tema, me flipan hasta al saciedad. La voz de Quim Mandado, el mejor vocalista de todas aquellas bandas, nació para el metal, y en esta pieza está especialmente inspirado. Pero, paradójicamente, la batería, o mejor dicho, el ritmo escogido para acompañar las estrofas, es lo peor de la canción, pues la ausencia de un doble bombo ralentiza un poco la naturaleza rápida del tema tan marcada por ese potente riff. Aún así, ¡temarral de la vida!
«Ulls plens de por entre les runes s’amaguen furtius.
Ompllnt el cel amb les mirades que em punxen l’esperit.
Punyals d’acer. Nobles vençuts. Sants innocents.
Dits que assenyalen el meu compàs»
Martín, el carismático batería de Sangtraït y uno de los músicos más queridos por parte del público, nos ha dejado. Tenía 64 años, pero todavía tenía energía suficiente como para plantarse una noche enfrente del Centre Penitenciari Puig de les Basses, cargando a pie con su batería, instalarla sobre un par de palets de madera y una manta y tocar incansablemente para Dolors Bassa y el resto de presos. Descansa en pau, Mestre.
«Les creus vermelles» por Abel Marín
Álbum: Contes i llegendes (1993)
Autores: Joaquim Mandado i Rossell, Lupe Villar, Josep Maria Coromines, Martín Rodríguez Muñoz y Juli Ortín Darné «Papa Juls»
La muerte, lugar de destino inevitable en el breve viaje que es la vida, no deja de ser una putada cuando afecta de cerca. Es cierto que quien menos sufre es quien abandona el camino, dejando a los que permanecen en él sumidos en un dolor más o menos perdurable. Hoy el dolor me ha llegado desde la distancia, pero sentido de cerca, pues el triste fallecimiento del carismático Martín Rodríguez, el Pastisser Indomable como lo llamara Quim Mandado durante aquel mítico solo de batería del Palau Sant Jordi que grabamos en VHS y reproducido hasta la saciedad, me ha dolido como si de alguien cercano se tratara. No sé, puedo pecar de sentimental pero una parte de mi adolescencia se ha ido con el simpático batería. Quien iba a decir que tras ese rudo aspecto de motero, escondido tras una larga y poblada barba, se encontraba una persona querida por tant@s. Vuelvo a repetir que no lo conocía personalmente pero sí conocidos de mi alrededor, y cuando todo el mundo coincide en la misma opinión algo de verdad debe haber, no todo el mundo puede estar equivocado.
Conocí a Sangtraït como tantos, en plena oleada del llamado rock català cuando la cultura de la Barcelona y Catalunya pre olímpica estaba alegremente apoyada por el Govern y multitud de bandas quedaron englobadas bajo la misma etiqueta. Cabe decir que festivales como l’Altaveu, que se sigue celebrando en Sant Boi de Llobregat, fomentó que muchos de mi generación (y poblaciónes cercanas) contactáramos con los grupos por aquel entonces en alza. Sopa de Cabra, Els Pets, Sau, Kitsch… hasta la Elèctrica d’Harma, que llevaban infinidad de años dándole al clarinete, pasaron por los escenarios de mi población. Pero Sangtraït a pesar de llevar ya casi una década como formación y destacar sobre el resto por su propuesta quedó tapado por la popularidad de otras formaciones. Es cierto que en parte renegaron de la etiqueta`institucional de rock català, pues su estilo poco o nada tenía que ver con los demás.
Poco acostumbrado a escuchar música en catalán, su descubrimiento en pleno auge de mi desarrollo como heavy adolescente supuso que se convirtieran en la banda sonora de una parte de esa etapa vital (para tormento de mis padres, poco acostumbrados a esos sonidos). Llegué a verlos en varias ocasiones en directo ante un público diverso que se sabían todos sus temas. Canciones como “No recordo”, “El vol de l’home ocell”, “La Reina del Gel”, “Alè de mil-cent” o la preciosa “Somnis entre boires” sonaban prácticamente cada día en mi radio cassette o Walkman de la época. Por no decir de las de veces que llegamos a escuchar, y ver en VHS, el directo Al Palau Sant Jordi (1992). Pero “Les creus vermelles” aún sigue poniéndome la piel de gallina, paradójicamente esta pasada nochebuena la compartí en mi perfil de Facebook. El épico y crudo relato de la labor de los voluntarios de Cruz Roja entre la barbarie de la guerra es también una dura crítica hacia el sistema militar y gubernamental.
“Les creus vermelles” es el quinto tema de Contes i llegendes (1993), cuarto álbum de la banda de La Jonquera, en el que se nota una evolución en el sonido y en la composición de las canciones además de ser el trabajo que cosechó mayor popularidad entre el diverso público que llegaría a acudir a sus conciertos. Muchos hoy cuarentones que han repudiado el heavy han llegado a cantar alguna de sus canciones.
Lamentablemente Sangtraït decidió separarse en 2001 sin llegar a formalizarse a día de hoy una deseada reunión oficial de los miembros originales.
El hoy tristemente desaparecido Martín Rodríguez militó en varias formaciones siendo LGP (con Quim Mandado) y Barbablanca (con el guitarra Josep M. Coromines) sus bandas más destacadas, siendo éste último el proyecto personal con el que se encontraba actualmente en activo.
Gracias por hacerme vibrar con tu música. Descansa en Paz.
Salud y heavy metal.
«15 Juliol 1099» por Xavi Prat
Álbum: Noctambulus (1996)
Autores: Joaquim Mandado i Rossell, Lupe Villar, Josep Maria Coromines, Martín Rodríguez Muñoz y Juli Ortín Darné «Papa Juls»
Nunca me gustó eso de rock català, y si no lo hizo fue, en esencia, por dos cosas: 1) de rock tenía más bien poco, siendo generosos, y 2) aunque se haga desde los albores de los tiempos, politizar el arte (y, por ende, la música) me parece una aberración. Y esta música se politizó, se politiza. Escuchando según qué medios parece igual qué estilo hagan, que lo importante es el idioma (el català, en este caso, pero sirve para cualquier lengua del mundo), y si hay otro grupo que haga lo mismo en otro idioma, ya no vale. Pues no, me niego. Asco daba, aquello del rock català. Pero entre tanta morralla encontramos un grupo que sí merece ser salvado de la quema, y es al que hoy, en la figura de su batería, rendimos tributo.
Si existía un grupo, por aquellos entonces, que de verdad hacían rock (y cualquiera de sus derivados hacia el metal), estos eran Sangtraït, y la verdad es que lo hacían bien. Quizá nunca llegaron a la fama (que no a la altura, obviamente) de otros como Els Pets o Gossos, pero tenían un buen puñado de canciones que bien merecía la pena escuchar. Esta, por ejemplo. «15 Juliol 1099» fue el primer sencillo de Noctambulus, y no creo que sea ni su mejor tema ni su mejor canción (aunque esta sí haga podio). «Entonces, ¿por qué la escoges?» os preguntaréis. Efectivamente, podría haberme decantado por «Fortadora d’Ànimes», la primera de las dos versiones que toqué en los grupos en los que he tocado (y un temazo como la copa de un pino), «Els Senyors de les Pedres» o «La Reina de Gel», pero con la escogida conocí al grupo. Corría el año 96 cuando en el Canal 33, el segundo de los canales catalanes, cada mediodía veía el Sputnik, un programa musical, y de repente aparecieron las imágenes de un demonio un poco cutre y un ángel dándose el lote, mientras otros barbudos y melenudos tocaban una música molona. Merece ser la escogida, ¿no?
Pero no nos vayamos por las ramas. Estamos aquí para rendir homenaje y dar nuestro último adiós a Martín «Barbablanca» Rodríguez, mítico batería del grupo y de algunos otros, entre ellos el que lleva por nombre su mote. Lo llamaban El Pastisser Indomable (el pastelero indomable), y me contaron porque de vez en cuando aderezaba los pasteles con materia seca verde extraída de su nariz, cosa que me niego a creer. No era una metralleta tras los tambores, pero ni mucho menos era manco. Yo lo recuerdo en un concierto. No sé qué año correría, y creo que era en un polígono industrial de Badalona. El bolo tuvo que pararse porque el salvaje rompió el pie de su caja. Yo llevaba la mía en el coche, pero por vergüenza juvenil no dije nada y esperé pacientemente. Eso era Sangtraït. Eso eran sus miembros. Sencillez, buena música y diversión. Y ahora, con el fallecimiento de Barbablanca, la única reunión del rock català que merecía la pena se hace imposible.
Descansa en paz, Martín. Que la terra et sigui lleu…