Nos gusten más o menos las bandas que lo forman, creo que pocos pueden dudar de que la gira de despedida de Slayer, con unos acompañantes de lujo como son Lamb of God, Anthrax y Obituary, es lo más imponente que podremos ver este otoño. Por ello, y porque además a nosotros nos gustan (y mucho) las bandas que lo forman, esta semana hemos decidido juntar cuatro top 5’s en uno para rendir un homenaje coral a cuatro bandas verdaderamente brutales.
Por cierto, antes de que nos saltéis a decirnos que faltan tal y cuál otra, os recordamos cómo funciona esto: el top 5 de cada banda está escrito por cinco miembros distintos de la redacción de Science of Noise, de forma que cada uno de nosotros escoge un solo tema sin que los demás tengan nada que decir sobre ello. Avisados estáis, así que… ¡vamos allá!
Slayer
Leyendas del thrash metal, paladines de lo diabólico y más pioneros del metal extremo que casi nadie más, no creo que sea aventurado decir que Slayer es una de las bandas más relevantes e influyentes de la historia del metal. Fieles a una esencia que se ha ido matizando a lo largo de sus 35 largos años de carrera sin perder ni una pizca de personalidad, y con una potencia y precisión en directo de esas de no poder llegar a cerrar la boca nunca, los californianos viven su gira de despedida entre vítores y alabanzas procedentes de todos los sectores imaginables. La marcha definitiva de Dave Lombardo, el fallecimiento de Jeff Hanneman y los dolores crónicos de Tom Araya obligan a poner punto y final a la banda, pero sus discos, su espectacular catálogo, quedará siempre con nosotros.
Show No Mercy asustó a todos, Hell Awaits los reafirmó y el inigualable Reign in Blood los catapultó para siempre al Olimpo del Thrash. A partir de ahí levantaron un poco el pie del acelerador con discos como South of Heaven y Seasons in the Abyss, dando lugar a que, indirectamente, muchas bandas de death metal aparecieran y aprovecharan la oportunidad de ocupar su lugar como banda más extrema del planeta. Llegados a ese punto (el final de su etapa clásica), Dave Lombardo decide irse por primera vez y dejar su lugar al gran (y quizá infravalorado Paul Bostaph), dando pie a un periodo algo más experiemental (y quizá también infravalorado) que nos dejó joyas como Divine Intervention, Diabolus in Musica y God Hates Us All. La vuelta del hijo pródigo tras los parches nos trajo un disco irregular como Christ Illusion, mientras que World Painted Blood fue el último disco que grabaron con Jeff Hannemann, auténtico artífice de sus mejores temas.
La retirada y posterior muerte de Jeff coincidió con una nueva marcha del señor Lombardo, ahora sí definitiva, mientras que el lugar del inimitable Hannemann lo ocupó Gary Holt, el gran líder de los compañeros californianos de Exodus. Con este line up, que muchos consideran ya indigno de llevar el nombre de Slayer, se sacaron un último discazo en 2015, Repentless, que parece que servirá para cerrar una discografía impresionante. En directo siguen siendo la leche, tal y como han demostrado las últimas veces que les hemos visto. Y ésta próxima no va a ser diferente, estamos bastante seguros.
Ah, y con cinco canciones, por cierto, no tenemos ni para empezar…
«The Antichrist» by Joan Calderon
Álbum: Show No Mercy (1983)
Autores: Jeff Hanneman y Kerry King
La opera prima de Slayer, Show No Mercy (1983), es algo más que un disco de thrash metal. En mi opinión, este disco, pone los cimientos de lo que más tarde serían multitud de géneros del metal extremo, como por ejemplo el black metal. Velocidad, odio, riffs, solos marca de la casa King & Hanneman, una batería infernal a cargo de Lombardo y un Araya desgañitándose como un poseso.
Y “The Antichrist” es un ejemplo, un tema que recoge las influencias de sus contemporáneos, con una sonoridad a lo Kill ’Em All (1983), durante casi tres minutos ejemplifica al máximo los Slayer recién nacidos. Riff tras riff, base rítmica poderosa, voz rasgada y en algún momento histérica, temática satánica… Una batalla de solos de guitarra espectacular, un puente con mucho groove y un final abrupto que le pone la guinda a un tema básico para cualquier slayerfan.
Los seminales Slayer ya apuntaban maneras. Este disco ha vivido siempre a la sombra de su obra maestra Reign in Blood (1986), cosa que me ha parecido injusto siempre. A mí me parece un debut muy por encima de la media de cualquier grupo y base de muchas otras bandas y géneros.
«Black Magic» by Manu Damea
Álbum: Show No Mercy (1983)
Autores: Jeff Hanneman y Kerry King
Dentro del álbum debut de los norteamericanos, publicado en 1983, se encuentra este clásico entre clásicos, un «Black Magic» que ha sido versioneado por numerosos grupos al ser un referente en la historia del thrash metal.
El sonido del disco no hace justicia al tema, algo normal teniendo en cuenta que el álbum al completo se grabó en un solo día. Eso le da un aire garajero, casi de maqueta, que después de haberse editado posteriormente sigue siendo apreciable.
En esta canción vemos a Slayer en estado puro: intro con cortes característicos de la banda, riff a piñón, batería a todo trapo, modo punk y solo a toda velocidad de Kerry King, que da paso a un final sin estribillo de por medio, con un riff machacón, y con un Araya más “limpio”, donde apenas se limita a hablar para volver a terminar a toda velocidad con un duelo de guitarras entre Kerry y el desaparecido Jeff Hanneman.
«Angel of Death» by Albert Vila
Álbum: Reign in Blood (1986)
Autor: Jeff Hanneman
“Angel of Death” es la puta mejor canción de la historia del metal… y punto.
(…)
Ah, ¿que tengo que escribir más? Hummm… bien. Pero que sepáis que es bastante complicado ponerse a hablar de la canción que, probablemente, me ha marcado más en toda mi historia con la música. El día que me puse Reign in Blood (1986) por primera vez, a los 14 o 15 años y en la meditativa solitud de mi habitación, entré en estado de absoluto shock. El mundo de la música cambió para mí en menos de 30 minutos, y en gran parte fue por culpa del espectacular trallazo que es esta canción. El disco es evidentmente impresionante en su conjunto, pero la canción que acabé poniendo en repeat sin parar durante el resto de esa tarde, empapándome cada vez con más detalle de cada uno de sus riffs, de sus versos, de sus cambios de ritmo y de sus recovecos, fue “Angel of Death”.
Porque, no me jodáis, se trata de una canción perfecta. El brutal inicio con la batería marcada es perfecto, el gritito histérico y desesperado de Araya es perfecto, el riff principal, la melodía que acompaña la letra, el “Auschwitz the meaning of pain”, los aparentemente sencillos pero acadabrantes cambios de ritmo, el tono de voz, la producción, la batería de Dave Lombardo, los intercambios entre Jeff Hanneman y Kerry King…. El riff que empieza sobre el minuto 1:40 no solo es perfecto, sino que es divino, y casi por si solo se inventa una nueva rama dentro del thrash, con un ritmo, una cadencia y unos recursos a las seis cuerdas que se han imitado hasta la saciedad pero que nunca han llegado a alcanzar tal maravilla del headbanging.
El cambio de ritmo del minuto 2:10 es absolutamente maravilloso. Sencillo, sí, pero madre mía: todo el medio tiempo que viene a partir de ahí es algo totalmente babeante, y el golpe de caja que da lugar al intercambio de solos es flipante. La letra es diabólica e infecciosa, el bridge y el estribillo son icónicos, los solos histéricos son marca de la casa, el doble bombo que marca la entrada y que acompaña la última repetición del estribillo es un detalle que me pone a mil, y el “pa-pam” final es una explosión que te abofetea, te atonta y te devuelve a la realidad en un solo segundo. Está claro que a estas alturas no puedo ser objetivo, pero incluso intentándolo analizar en frío, la verdad es que me parece un temazo difícilmente superable, inspirado hasta límites insospechados y con una perfección en cada una de sus partes y detalles que aún hoy me sigue impresionando.
Qué sí, caray. Que “Angel of Death” es la puta mejor canción de la historia del metal. Joder ya.
«Raining Blood» by Beto Lagarda
Álbum: Reign in Blood (1986)
Autores: Jeff Hanneman y Kerry King
No entendería la música extrema sin lo que “Raining Blood” representa en mi vida como fan de los estilos menos queridos del metal. Ya de por si el álbum es sublime tal y como comentaba Albert Vila hace unos minutos, “Angel of Death” es sin duda uno de los mejores temas del metal extremo pero personalmente escojo “Raining Blood” sobre el resto de temas de Slayer.
Escrita por Jeff Hanneman y Kerry King, el tema describe una alma desterrada hambrienta de venganza. Jeff comentó en su momento : “trata de un tipo que esta en el purgatorio porque fue expulsado del cielo, esta esperando venganza y quiere joder ese lugar”, el título hace alusión a toda la sangre de los ángeles muertos en dicha venganza cayendo del cielo sobre el infierno.
La canción, corta pero intensa como ninguna, arranca con el sonido de una tormenta con truenos que dan paso a unas armonías a dos guitarras secundadas por el ritmo lento del siempre magistral Dave Lombardo en la batería. El tema arranca tras 30 segundos con uno de los riffs más carismáticos de los californianos, la batería avanza entonces al galope y reimpulsa la velocidad del tema sobre el minuto, momento en que las voces de Tom Araya arremeten sin piedad sobre el oyente. El riff principal se va repitiendo hasta que los ritmos cambian completamente en medio del tema. A los tres minutos es cuando la “sangre” se vierte desde el cielo acompañada por un rasgueo incontrolado de guitarras que se difuminan en treinta segundos finales de lluvia.
Un tema obligado para todo oyente, sin importar estilos y no apto para prejuicios. Viva historia de la música moderna.
«South of Heaven» by Pau Rosell
Álbum: South of Heaven (1988)
Autores: Tom Araya y Jeff Hanneman
«South of Heaven»; esa inquietante intro, muy lenta para lo que Slayer nos tiene acostumbrados, a la que uno a uno se van sumando instrumentos hasta que Araya termina de reventarla. Esos cambios de velocidad en la base rítimica durante el verso para luego volver a la «calma». Y un título que, inevitablemente, te hace pensar en el infierno, cuando realmente el sur del cielo, es la Tierra, hacen de este tema una thrashera maravilla.
Lamb of God
Lamb of God es de esas bandas que se han hecho a base de trabajo duro. Nada de triunfar en su primer trabajo. Formados en 1994 bajo el nombre de Burn the Priest, llegaron a sacar un álbum de nombre homónimo en 1998, con una influencia demasiado marcada por los trabajos más duros de Pantera, pero en una versión más caótica y punk. Se cambiaron el nombre al actual por el simple hecho que no pareciesen una banda de black metal surgida de la remota Noruega (quemar al sacerdote es un nombre para una banda digna de este estilo). Ya bajo el nombre de Lamb of God, y gracias a su tercer trabajo, Ashes to the Wake (2004), comenzaron a hacerse fuertes y un hueco importante con con su base groove y, sobre todo, distanciándose de la nueva hornada imperante de nu metal y metalcore.
Con Sacrament (2006) comenzaron a perfilar un estilo propio para acabar con la tríada Wrath (2009), Revolution (2012) y VII: Sturm und Drang (2015) donde todos los álbumes fueron sinónimos del top 5 en el Billboard 200, demostrando que Randy Blythe (voz), Mark Morton (guitarra), Willie Adler (guitarra), John Campbell (bajo) y Chris Adler (batería) son los actuales reyes del groove metal y uno de los mejores grupos de metal extremo que se puedan ver en directo. Precisamente Lamb of God no es un grupo que haya pasado muchas veces por nuestro país. Recordemos lo que supuso para Randy Blythe el triste accidente sucedido en la ciudad de Praga en el año 2010, quien apartó a un fan que había subido al escenario, cayendo de tal manera que le provocó su muerte días después. Esto significó su posterior detención en 2012 y posterior encarcelación, hasta que salió de manera cautelar.
Otra gira programada en 2015 en Europa y a consecuencia de los atentados que hubieron en lugares como París, hizo que la gira fuera cancelada. Todo esto hace que no veamos a los norteamericanos desde hace seis años. Esperemos pues que nos ofrezcan un concierto a la altura de su caché y, dicho sea de paso, poder disfrutar de su brutal e inconfundible groove sacado directamente de Pantera, pero aumentado y mejorado, sin ser ya una mera copia. Recordemos que durante varios años ganaron premios a la mejor banda en directo, o sea que algo han de tener…
«11th Hour» by Robert Garcia
Álbum: As the Palaces Burn (2003)
Autores: Randy Blythe, Mark Morton, Willie Adler, John Campbell y Chris Adler
Ese inicio tan machacón, con esos dobles bombos marca de la casa por parte de Chris Adler, me chifla. Unos rednecks haciendo metal en estado puro pillando influencias de Pantera y otros grupos de la época, aunando a unos grandes músicos. Siendo su segundo disco, está lleno de buenas canciones y fue el que los puso en el punto de mira, en la escena metal americana sobre todo. Su parte melódica y rápida del medio es una locura, desatando bestiales circle pits en sus directos. Una canción muy intensa con un desarrollo muy parecido, pero que me encanta. También podría nombrar otras de este mismo disco, como «Ruin» -que lo abre de manera magistral-, pero esta canción en especial siempre me hace mover la cabeza, además que su letra me parece de lo más acertada.
«Walk with Me in Hell» by Beto Lagarda
Álbum: Sacrament (2006)
Autores: Randy Blythe, Mark Morton, Willie Adler, John Campbell y Chris Adler
El cuarto trabajo de los de Richmond se tituló Sacrament y es sin duda es uno de los trabajos más respetados y queridos de Lamb of God, en él encontramos dos de los temas insignias de la banda: «Redneck» y «Walk with me in Hell».
Seguramente no lo habíais pensado nunca, pero «Walk with me in Hell» es un tema de amor, algo inusual hablando de Lamb of God que comúnmente trata sobre ser fuerte e independiente. Este tema se distancia del resto de la discografía en el concepto lírico y también en cuanto a estilo, las guitarras y el bajo distorsionados no acostumbran a encubrir una historia de amor.
El guitarrista Mark Morton escribió este tema para su esposa, en él habla de como se sentiría en su día a día si no tuviera el amor y la amistad que comparte con su esposa, una hipotética situación que posiblemente le llevaría al suicidio para terminar con la soledad que le acompañaría en su ausencia. Musicalmente el tema es un trallazo, de lo mejor de los norteamericanos, pesada y áspera, contiene un excepcional solo de guitarra y más de cinco minutos de groove de alta calidad, Randy se muestra radical como nunca en todo el tema y el chorus es brutalmente perfecto.
«Redneck» by Rubén de Haro
Álbum: Sacrament (2006)
Autores: Randy Blythe, Mark Morton, Willie Adler, John Campbell y Chris Adler
Casi dos años después de que Ashes of the Wake (2004) llegara a las tiendas, Lamb of God demostró que no tenían intención de disminuir la velocidad cuando lanzaron Sacrament en 2006. Si tuviera que elegir una canción para definir, no solo el álbum en sí, sino a la banda en su conjunto, sin dudarlo, elegiría «Redneck», todo un ataque continuo de puro metal, cuyo coro se ha convertido en todo un himno para todos sus fans:
This is a motherfucking invitation, the only one you could ever need. This is a motherfucking invitation, you try me!
“Redneck” es el primer tema que escuché de Lamb of God, si no voy errado, y no podría estar más contento de que así fuera. Es una canción con la que me entran una ganas tremendas de tener un chiquillo para organizarle la fiesta de cumpleaños total. Imaginad por un momento que contratáis los servicios de un payaso para amenizar la fiesta y, en su lugar, se presentan en el jardín de tu casa el puto amo que es Randy Blythe, Mark, Willie, John y el enorme Chris Adler junto con unas cuantas strippers y galones infinitos de cerveza barata.
La canción se abre con el que quizá sea el riff más característico de la banda. Es metal y blues a partes iguales, y el resultado es lo más sureño que te puedes echar a la cara. Es como si The Allman Brothers se pasaran al metal. Su guitarrista Mark Morton desarrolló la música para esta canción después de finalizar otra canción llamada “Descending”, que también terminó en el álbum Sacrament (2006). “Descending” dio algunos giros musicales inusuales, y los compañeros de banda ya estaban un poco hasta los cojones con tanto cambio. En respuesta, para achantarles, Morton le dio un toque bastante más rockero y directo, dándole un aire algo más redneck a la composición. Cuando se la mostró a los otros fliparon bastante y se refirieron a ésta como su “Cowboys From Hell”, debido al parecido con el estilo groove de Pantera. La llamaron momentáneamente “Redneck” basándose únicamente en la música, pero este nombre, que era solo un título de trabajo y no tenía nada que ver con el significado de la canción, ganó finalmente la partida y así se quedó. Nótese que la palabra redneck no aparece por ningún lado si te paras a seguir la letra.
Muchos podrán pensar que escoger «Redneck» al hacer un Top 5 de Lamb of God es tirar por el camino fácil. Es como decantarse por «Raining Blood» al hacer lo propio con Slayer… pero, ¿puedes imaginarte un concierto de Lamb of God sin este tema? ¡Es la puta bomba! Es todo un himno fiestero, de celebración y altamente viciosa. Es un tema hecho a la medida de los más valientes del lugar (a.k.a. circle pit).
«Set to Fail» by Joan Calderon
Álbum: Wrath (2009)
Autores: Randy Blythe, Mark Morton, Willie Adler, John Campbell y Chris Adler
Después de Sacrament (2006), Wrath (2009) era un disco muy esperado y con cierto hype. Randy Blythe y sus secuaces se despacharon a gusto con su LP, y lejos de suavizarse, entregaron un auténtico trallazo de groove metal. Podríamos decir que, con este disco, Lamb Of God se hicieron con la vacante dejada por Pantera en el trono del groove metal.
Batería de Chris Adler endiablada, casi en blast beat sirve como introducción a un riff de guitarra con mucho groove, para que no dejes mover la cabeza a no ser que te rompas las cervicales, con partes más veloces, un poco más lentas y unas voces marca de la casa, con algún fragmento “menos” gutural. Y un tramo final con solo de guitarra te vuelve a llevar al riff principal para seguir con el headbanging. Y chimpún.
Los de Richmond, Virginia, te vuelan la cabeza (siempre), y a pesar de ser unos veteranos de la escena metalera americana, siempre han parecido tener la etiqueta de next big thing. En mi opinión, tuvieron su momento y los fans se lo han reconocido siempre, no así la industria, no dándoles el trato que se merecen.
«Desolation» by Dídac Olivé
Álbum: Resolution (2012)
Autores: Randy Blythe, Mark Morton, Willie Adler, John Campbell y Chris Adler
Como algunos sabréis, Lamb of God es mi otra «novia» despues de la separación de Pantera (aunque en medio pasaron algunas otras, pero sin tanta pasión ni duración). Revolution (2012) quizá sea el álbum que más me gusta de los americanos. Pero bueno, como fan de póster pajillero, no puedo decir que tenga mucho criterio, por ende me gusta casi todo lo sacado por ellos.
¿Por qué escojo esta canción? Puedo decir lo mismo de antes, me gustan muchísimas y cualquiera la disfrutaría. Pero esta «Desolation» aporta todo lo que te puede ofrecer Lamb of God con unos riffs que me enganchan y la batería con una base groove, sencillamente espectacular. Evidentemente los chillidos del Dr. Randy cual bestia felina son apoteósicos… Y si puedo pedir extra de queso, que sea con el final del primer tema introductorio «Straight for the Sun», se trata de un mini-solaco de batería impresionante que da paso a la canción de la que os he hablado y que no puede faltar en mi Top 5.
Anthrax
No tenemos claro si la presencia de Anthrax en el famoso y mercantilista Big 4 del thrash metal les haya hecho más mal que bien. Así como sus compañeros de élite siempre han pretendido un cierto aire de seriedad, de distanciamiento y de malotismo, los de Scott Ian han sudado siempre de todo y han hecho lo que les ha dado la gana. Si han querido vivir de versiones (algunos de sus temas más conocidos lo son), pues lo han hecho. Si se han querido vestir de coloridos adolescentes simpaticaones, lo han hecho. Si han querido grabar temas con grupos de rap, pa’lante. Y si quieren (o se ven obligados) a cambiar de vocalista, lo han hecho buscando a alguien que no tenía nada que ver con la voz con la que se les reconoció. Y sin problemas, oye.
Fistful of Metal fue un gran álbum de thrash (con un sonido horrible, eso sí) que ha dejado joyas como «Metal Thrashing Mad» pero que ha acabado pasando algo desapercibido. No fue hasta la llegada del magnético y alocado Joey Belladonna que no alcanzaron su mejor nivel: Spreading the Disease, Among the Living, State of Euphoria y Persistence of Time son clásicos por méritos propios, y mientras tanto no tuvieron reparos en probar cosas que la mayoría de la parroquia metalera más clásica se miraba con cara de horror.
La marcha de Joey a principios de los 90 pudo haber sido un trauma, pero en vez de intentar buscar a un tío con un timbre de voz que lo reemplazara fielmente, aprovecharon para reclutar al entonces (bien, y ahora) cantante de Armored Saint, John Bush, y dar un giro radical a su sonido: dejamos atrás el thrash ochentero y abrazamos el metal alternativo y «grunchaca» de los 90. Cambios en el sonido, en la producción, en la afinación y en el estilo que no fueron del todo bien recibidos, y si bien Sound of White Noise fue un álbum pivotal, el resto de trabajos de la época no acabaron de despegar, de manera que a finales de los 90 y la mayoría de los dosmiles supusieron un periodo de cierto desconcierto en la banda, con constantes cambios de cantante, inconsistencia discográfica (hasta ocho años estuvieron sin sacar disco) y una sensación clara de falta de rumbo.
No fue hasta la vuelta de Joey, ya en esta última década, que la banda ha vuelto a la primera línea. Worship Music fue un discazo y For All Kings no se quedó atrás. En directo son un auténtico torbellino y el señor Belladonna está en un estado de forma sencillamente brutal, recordándonos a todos que Anthrax han sido y siguen siendo muy grandes. Grandes porqué sí.
«Madhouse» by Manu Damea
Álbum: Spreading the Disease (1985)
Autores: Joey Belladonna, Dan Spitz, Scott Ian, Frank Bello y Charlie Benante
«Madhouse» fue el tema con el que descubrí a los neoyorquinos a finales de los 80, cuando la MTV era un canal de televisión musical y era muy normal ver el video que realizaron para esta canción en los programas especializados en rock/metal, a pesar de que cuando lo publicaron unos años antes fue censurado por la misma cadena por entender que se mofaban de los enfermos mentales.
La letra trata de cómo se apoderan de tu vida si te encierran en una institución mental, y la sensación de estar dentro de tu propia pesadilla. La canción fue incluida entre las 50 mejores canciones de hard rock de la historia por la VH1.
Spreading the Disease fue el primer álbum que contó con la presencia de Joey Belladona a la voz, que tal y como podemos ver en este tema, agregó un estilo personal con melodías mas heavys a todo el disco. «Madhouse» es un medio tiempo con un riff machacón y una grandísima base rítmica, obra de la columna vertebral de la banda: Scott Ian, Charlie Benante y Frank Bello.
«Caught in a Mosh» by Albert Vila
Álbum: Among the Living (1987)
Autores: Joey Belladonna, Dan Spitz, Scott Ian, Frank Bello y Charlie Benante
Vaya por delante que, a pesar de escogerla, no tengo nada claro que ésta sea mi canción favorita de Anthrax (de hecho, sé que no lo es). Yo soy de los que los conocí con Sound of White Noise (1993), y evidentemente ahí “Only” (un tema probablemente perfecto, como ya dijo en su momento Lars Ulrich) se llevaba la palma. Cuando al cabo de un tiempo me metí en su época pre Bush (cosa que reconozco que me costó), mis grandes debilidades eran la histéricamente veloz “Got the Time” (una de las múltiples versiones que los de Scott Ian se han hecho suyas sin pudor a lo largo de los años) y, sorprendentemente, una “Medusa” mucho más jebi de lo que yo acostumbraba a escuchar en esa época, pero que me resultaba pegadiza e infecciosa hasta el infinito.
Pero aún así, quiero escoger el segundo tema de Among the Living (1987) porque es una canción que me dá un buen rollo tremendo y porque, en mi opinión, define a la perfección lo que significa una banda como Anthrax. Aunque una encuesta interna que hicimos hace poco en la redacción dio un resultado bastante distinto, está más o menos aceptado entre las masas que este disco, publicado en 1986, supuso el pico creativo de la banda en su época Belladonna, cuando se asentaron como miembro más tradicionalmente dudoso del sobrevalorado Big 4.
Esos Anthrax ochenteros son, antes que nada, desenfreno y cachondeo. La figura y el tono de voz de John Bush (un cantante que me encanta, por cierto, tanto aquí como en Armored Saint y en sus múltiples colaboraciones puntuales con decenas de bandas de muy variados estilos) vino acompañada de un cierto avance hacia la madurez, adquiriendo un tonillo noventero / grunge que sonaba maravilloso pero que estaba sorprendentemente lejos de la locura que imprimía el nervioso vocalista de origen italiano, siempre encaramado a la estructura del escenario o corriendo de un lado para otro.
Después de un inicio abierto y algo extraño, este “Caught in a Mosh” se lanza de forma trallera y veloz hacia un riff divertido y bailable, una letra hilarante, un bridge y un estribillo absolutamente icónicos y, en general, un buen rollo made in Anthrax al 100% que me pone siempre de muy buen humor. En los últimos conciertos que les he visto, el quinteto americano ha colocado este tema en la parte inicial del repertorio, y es genial ver la respuesta del público y el punto de inflexión que supone en la energía que recorre la pista. Y ni que solo sea por eso, merece formar parte de esta selección.
«Bring tha Noize» / «Bring the Noise» by Abel Marín
Álbum: Apocalypse 91… the Enemy Strikes Black (1991) / Attack of the Killer B’s (1991)
Autores: Ridenhour, Eric Sadler, Keith Shocklee, Joseph Bellardini, Scott Ian, Frank Bello, Charlie Benante y Dan Spitz
Como dijo aquél… “Contigo empezó todo”… Bueno, vale, tal vez exagero un poco, o no. Quiero referirme a que con este temazo conocí a estos monstruos. Además, puede considerarse que con este trallazo se creó cierta guerra identitaria entre los clásicos seguidores de la banda y los nuevos, ya que la fusión del rap con el metal (thrash metal en este caso) no fue algo que tuviera muy buena acogida entre el sector más «auténtico».
Corría el lejano año 1991 o 1992, cuando en casa de un colega nos dedicábamos al visionado de películas terror y gore, alguna que otra de género erótico festivo y los recopilatorios de bandas de videoclips. Saciando así nuestras diferentes necesidades. Cuál fue nuestra sorpresa cuando, de pronto, en aquellos maravillosos recopilatorios (ahora no recuerdo de qué publicación de metal) vemos a unos greñudos junto a un grupo de raperos dando saltos y combinando lo que hasta ahora no podíamos haber imaginado. Más tarde descubrimos que esto no fue más que la consolidación de algo que la banda ya había realizado con anterioridad. Sí, me refiero al “I’m the Man” de 1987, en la que Scott Ian ya había demostrado su debilidad por los raperos neoyorquinos Public Enemy, no solo en lo que a muestra de merchandising se refiere. Tuvo su gracia, pero en mi opinión no dejó de ser un tema fiestero creado después de una noche de excesos.
Con el “Bring the Noise” fue diferente, pues aquello tenía un riff machacón, su base thrash combinaba a la perfección con la agresiva forma de cantar y los samplers y scratches de Chuck D., Flavor Flav y compañía. En aquellos años, en los que nuestras almas trve metaleras se estaban forjando a fuego y yunque, esta fusión nos creó algo de controversia, pero dio paso a que muchos “jebis” de nuestro entorno comenzaran a introducir camisetas y gorras de Public Enemy a su indumentaria diaria. Si a esto le sumamos que esta fórmula fue adaptada en algunos casos y repetida hasta la saciedad en muchos otros, dio pié a un nuevo género que ahora no viene al caso comentar.
En definitiva, gracias a este temazo empezó mi relación de amor-odio por los distintos álbunes y formaciones de estos monstruos.
¡Salud y heavy metal!
«Room for One More» by Joan Calderon
Álbum: Sound of White Noise (1993)
Autores: John Bush, Scott Ian, Frank Bello y Charlie Benante
Sound of White Noise (1993) significó el debut de John Bush a la voz en Anthrax. Un álbum y una etapa en la banda, que a mí me gusta más que las etapas con Bedallonna (haters gonna hate) pero tanto la voz de John, como el trabajo compositivo de Bello, Ian y Benante, y el sonido enarbolado en SoWN, Stomp 442 (1995), Volume 8: the Threat is Real (1998) o We’ve Come for You All (2003) me han gustado mucho más.
“Room for One More”, empieza con un riffaco y base rítmica de influencia indioamericana, que se transforma en un riff principal poderosísimo y la voz de John Bush que cuadra a la perfección. Un puente y un estribillo a prueba de bombas. El ecuador del tema cambia de ritmo, conduciéndonos a la parte final con solo de guitarra espléndido. Un temarral.
Ciertamente, los 90 no fueron una etapa fácil para la mayoría de bandas metaleras ochenteras, pero la reinvención del “sonido Anthrax” a partir de esta obra fue de lo más coherente, intentando coger las influencias grungers, muy en boga en ese momento.
«Fueled» by Rubén de Haro
Álbum: Stomp 442 (1995)
Autores: Scott Ian, John Bush y Charlie Benante
Podría haber tirado por el camino fácil y quedarme con «I’m the Man»… pero no.
Al contrario de lo que muchos creen, opino que Stomp 442 (1995) es un álbum bastante digno de Anthrax. De su época John Bush, es el segundo mejor álbum, mucho mejor que Volume 8: the Threat is Real (1998), pero peor que Sound of White Noise (1993). El primer disco de la era Bush es un pedazo de pepino de dimensiones todavía por descubrir, pero como mi estimado amigo Joan ya se ha decantado por escribir sus cositas sobre el temazo “Room for One More”, viajaré un par de años en el tiempo hasta 1995.
El sonido de Anthrax sin duda ha cambiado mucho desde los “días buenos”, desde aquellos dicarracos con el bueno de Belladonna al frente. Hablo de Among the Living (1987) o Persistence of Time (1990), por ejemplo. Y pongo así, entre comillas, lo de “días buenos”, pues los Anthrax de la era Bush no solo tuvieron días buenos, sino que tuvieron semanas, meses e incluso años muy, pero que muy brillantes. Gossip al canto. Me sé de uno que tengo por aquí cerca que si se fuera con ambos vocalistas a una isla desierta y solo tuvieran una lata de cerveza (industrial, of course) para pasar la semana, cedería muy gustosamente la mitad del contendido de ésta al ex de Armored Saint, dejando morir de sed al señor que parece una señora. Just sayin’… Yo, que soy más diplomático y tengo mejor pelo, me quedo con lo mejor de ambos demonios.
Esta segunda etapa de la banda estaba más marcada por las melodías vocales y por los sonidos más comerciales, pero los riffs que encontramos en Stomp 442 siguen siendo lo suficientemente buenos e importantes como para evitar que las cosas se debilitaran, a diferencia de lo sucedido en sus trabajos posteriores. Del álbum destacaría las tres primeras pistas (“Random Acts of Senseless Violence”, “Fueled” y “King Size”), “Nothing” y la balada final, “Bare”. A diferencia de la mayoría de álbumes en los que el material más fuerte se centra al principio, me da la impresión que este trabajo no decae demasiado a medida que pasan los minutos, lo cual es testimonio de su fuerza.
A lo largo de los años, Anthrax nos ha demostrado que son capaces de mantenerse en el top del universo del metal, pero nunca han acabado de cuajar entre el gran público. Que sí, que tienen su legión de fans y tal, pero se me antoja que para muchos siempre han sido una banda que está un peldaño por debajo de otros titanes del thrash metal como Slayer o Metallica. Pero parece que cuando canalizan su crossover con instintos más old school, es cuando brillan con más fuerza, y el tema que he escogido es un buen ejemplo de ello. “Fueled” es, como bien podréis comprobar al echar un ojo a su videoclip, un thriller en toda regla, con unos arreglos y unos ganchos memorables. Y por si eso no fuera suficiente como para satisfacer tu sed de metal, la última sección de la canción presenta una parte de guitarra que suena a los Pantera de la época del Cowboys from Hell (1990). Fuck yeah!
Es, sin género de dudas, uno de mis temas preferidos. Recuerdo, lustros atrás, poner el Canal + y tener el video preparado para cuando salieran videoclips molones darle al record. El clip de “Fueled” forma parte de una cinta de VHS, que creo que todavía conservo en casa de mis padres, en la que hay grabadas joyitas del estilo “Tales from the Hard Side” de Biohazard, “A Través de un Desierto” del Fantástico Hombre Bala o “Wynona’s Big Brown Beaver” de Primus. Bring back the 90’s!
Obituary
Bandas como Possessed o Death le dieron vida a un género como el death metal, pero Obituary lo hizo realidad. Después de lanzar algunos demos bajo el nombre de Xecutioner, la banda debutó como Obituary en 1989 con Slowly We Rot… y el álbum fue todo un hito. Sus incursiones anteriores en lo que rápidamente sería etiquetado como death metal, principalmente por las bandas anteriormente mencionadas, junto con bandas más grindcore del estilo de Repulsion o Napalm Death, fueron ejercicios de una auténtica implacabilidad. Estas bandas llevaron lo que Slayer habían hecho en su vertiginoso Reign in Blood (1986) un paso más allá.
Slowly We Rot causó un gran revuelo en 1989, influyendo en toda una legión de bandas de death metal de Florida, como Morbid Angel, Deicide, Malevolent Creation o Cannibal Corpse. En cierto modo, Slowly We Rot fue el prototípico álbum de death metal, estableciendo una plantilla que llegaría incluso a definir el estilo.
Le siguieron algunos álbumes, Cause of Death (1990) y The End Complete (1992), ambos también muy influyentes, pero a mediados de los años 90, Obituary había seguido su curso y la banda se había dividido, reuniéndose solo de vez en cuando. Sin embargo, a pesar de que los miembros de la banda tomaron caminos separados (en particular, West tuvo mucho éxito como guitarrista en Six Feet Under), Obituary continuó destacando como una de las bandas de death metal definitivas, si no la definitiva (una distinción que probablemente debería recaer sobre Death… ¿verdad, Albert?).
Ya en la década del 2000, la banda no levantó cabeza hasta la publicación en 2014 de Inked in Blood, que tuvo una acogida sorprendentemente buena en las listas. En 2017, Obituary lanzó el que sería su décimo álbum de estudio, un disco homónimo que obtuvo un reconocimiento generalizado, y en el que muchos críticos notaron una sensación de vida renovada dentro de la banda. Es decir: se presentarán ante nosotros con la maquinaria a tope.
«Slowly We Rot» by Beto Lagarda
Álbum: Slowly We Rot (1989)
Autores: John Tardy, Allen West, Trevor Peres, Frank Watkins y Donald Tardy
Uno de los mejores debuts y más trascendentales del metal extremo es, sin duda, Slowly We Rot (1989) de Obituary. Siendo una banda novel que solo querían “estar entre el metal y el southern rock” lograron encabezar junto a Death y Morbid Angel el death metal de Florida. Grabado en ocho pistas en los estudios Morrisound, donde la batería se grabó en un grupo de micrófonos que se fundió en una mezcla estéreo a la que se añadió las guitarras y los solos.
Compuesta por toda la banda y las letras a cargo de John Tardy, “Slowly We Rot” se posiciona en la cuarta posición del álbum, el tema arranca con lentitud y pesadez hasta que entran en escena los gruñidos de un Trady que ofrece una actuación soberbia en todo el trabajo. El tema gana en velocidad a medida que va avanzando, primero al ritmo del riff y seguidamente a cargo de los redobles de Donald Tardy en la batería. Pese a los radicales cambios de ritmo, en ningún momento afloja la brutalidad, los riffs son agudos y complejos mientras Donald sustenta impecablemente no solo el tema, sino todo el álbum.
«I’m in Pain» by Robert Garcia
Álbum: The End Complete (1992)
Autores: John Tardy, Allen West, Trevor Peres, Frank Watkins y Donald Tardy
Contundencia y putrefacción, solos de otro mundo y una voz que no había escuchado nunca. La verdad que mi primer contacto con los de Florida fue con el disco World Demise (1994), pero al poco pude conseguir sus primeros trabajos. Cuando llegó a mis oídos este The End Complete (1992)se me abrió un nuevo mundo, un paraíso de riffs gordos y de la velocidad, mala leche y, sobre todo, conocer al bueno de Allan West que sustituyó a la guitarra a la perfección al maestro James Murphy, con una técnica bastante parecida. La progresión de los riffs y los cambios que hay en ella son una maravilla, y la considero una gran canción perfecta para abrir un discazo como es su tercer trabajo. Podría haber puesto la misma «The End Complete», ya que la considero de sus mejores canciones, pero el impacto que genera «I’m In Pain» no tiene rival.
«World Demise» by Joan Calderon
Álbum: World Demise (1994)
Autores: John Tardy, Allen West, Trevor Peres, Frank Watkins y Donald Tardy
Continuación de su aclamado The End Complete (1992), World Demise (1994) es una amalgama de riffs pesados y algunos más espídicos de la escuela de los de Florida. Además, la novedad fue la adopción de la temática ecologista, cosa que sorprendió en el mundillo y a un servidor de ustedes. Ahí está la portada. Inevitable relacionar los dos mundos, porque si queremos una muerte segura, basta con no cuidar nuestro entorno.
“World Demise”, el tema, es una consecución de riffs pesados (ahí estaban Allen West y Trevor Peres) marca de la casa, bien escoltados por una base rítmica brutal de la mano de Watkins y Donald Tardy, y un John Tardy vociferando como si el fin del mundo estuviera a la vuelta de la esquina. Lentos, pesados, sucios. Duros. Ideal para dejarte el cuello mientras los escuchas.
World Demise fue una dignísima continuación a The End Complete, que ayudó a engrandar la leyenda de estos deathmetaleros.
«Solid State» by Albert Vila
Álbum: World Demise (1994)
Autores: John Tardy, Allen West, Trevor Peres, Frank Watkins y Donald Tardy
Aunque seguramente se trata de un tema que pasó con más pena que gloria en la historia de la banda (tanto por sus fans como por sus propios miembros), lo cierto es que siempre he tenido debilidad por esta canción. Seguro que ayuda, cómo no, que World Demise (1994) fuera el primer disco de la banda cuya publicación viví en directo, y por ello me trillé esos “Don’t Care”, “Paralyzing” o “Final Thoughts” con más pasión, si cabe, que sus tres magníficos discos anteriores. Y como no tenía a nadie que me dijera qué temas eran los que más molaban, mis preferencias personales se fueron hacia este “Solid State”, un tema directo y contundente con todos los elementos que siempre han definido a la perfección la música de Obituary.
Y es que el icónico quinteto de Florida nunca ha sido especialmente complejo ni en sus riffs ni en sus estructuras (y ni falta que les hace). Por un lado, tiran de ritmos pesados de esos que te obligan a reventarte el cuello, y por el otro, de veloces pasajes trasheros (pero bajados un par de tonos) que te sacuden con violencia. Esta canción, pues, va sobrada de ambos. Y ambos, además, son especialmente pegadizos e infecciosos. Si eres de los que solo conoce los hits de Obituary, dale una oportunidad a esta canción.
«Slow Death» by Dídac Olivé
Álbum: Frozen in Time (2005)
Autores: John Tardy, Allen West, Trevor Peres, Frank Watkins y Donald Tardy
Frozen in Time (2005) fue el resurgir de Obituary despues de haberlo dejado durante 8 años, fue su vuelta de entre los muertos. No es su mejor álbum, de hecho ya lo habían sacado unos 15 años atrás, pero bueno, había muchas ganas de volver a escuchar a los de Tampa. El propio nombre Frozen in Time (2005) indica que no ha cambiado nada y vamos a continuar con su death pesado, oscuro y sobretodo, su característico estilo un poco más lento en comparación con otros grupos de la hornada death primigenia. En él hay canciones interesantes, pero no sé porque la de «Slow Death» me encanta, es Obituary en estado puro, con riffs densos y con la inigualable voz de John Tardy desgárradonse con cada puñalada que le dan en el estómago mientras canta (como bien describió en su momento, el crítico Jason Birchmeier). Pero me quedo con el ritmo a la batería de su hermano Donald, que en este tema le da un aire a tribal que es de esos que te dejan en trance y sin parar de mover la cabeza. Una muy buena canción, supongo que más personal que no «obligatoria», pero que me gustaría que tocasen el 18N.