Las 5+1 mejores canciones de Soziedad Alkoholika según… Science of Noise

Hay pocas bandas con la trayectoria y la grandeza de los vitorianos Soziedad Alkoholika; más de 30 años de carrera musical así lo demuestran. Así que, aprovechando que estarán este próximo viernes 16 de diciembre en la sala Razzmatazz de Barcelona, junto a Brujeria y Pycaya, varios de los miembros de la redacción de Science of Noise hemos querido dejar constancia de cuáles son nuestras cinco+una canciones favoritas de los de Gasteiz y, cómo veis, las hay para todos los gustos.

Sí, sabemos que tienen hitazos para parar 25 trenes de mercancías de una sola tacada y reconocemos que nos dejamos decenas fuera. Ustedes disculpen.

On egin!

 

«S.H.A.K.T.A.L.E.» por Carles Amat

Álbum: Intoxikazión etílika (1990)
Autores: Juan Aceña Morales, Jesús Jiménez Ruiz de Loizaga «Jimmy», Óskar, Iñaki Bengoa y Roberto Miguel Castresana Bernabeu

Cuando descubrí a Soziedad Alkoholika yo era un adolescente. Me pasaron la maqueta de los vascos en cassette casi acabada de salir. Al escucharla en mi Walkman, me explotó la cabeza. ¿Qué era esa brutalidad? ¿Y «S.H.A.K.T.A.L.E.», qué coño era eso?
Ese tema pasó a ser uno de mis favoritos de siempre. Caña, agresividad y una letra que me llevaba a descargar mi ira contra el gilipollas de turno que me tocaba la moral.

Aún hoy en día, cuando la escucho, puedo visualizar a alguien, que tal y cómo dice la letra, me ha amargado la existencia alguna vez. Evidentemente, prefiero mil veces las versiones de la maqueta Intoxicación etílika o la del primer álbum, Soziedad Alkoholika, que la de Sesión #2, por muy bien que suene.

Cuando actúa esta banda, que he visto mil veces en directo, cuando llega el momento de «S.H.A.K.T.A.L.E.», ves en la gente una explosión parecida a la que me provoca en mí, por lo que creo que, como yo, muchos la tenemos como canción favorita. La guitarra empieza tranquila y limpia, para pasar a una batería solitaria y endiabladamente rápida, que da pasó a una caña conjunta y brutal con un solo incorporado. Y a partir de ahí ya no se levanta el pié del acelerador, hasta un pequeño cambio de ritmo en el que se destapa el enigma de las siglas.

Una canción que, sin ser un ejemplo de virtuosismo, te llega y desata la ira hacia todos los payasos que te encuentras en la vida. Sencillamente, brutal.


«Nos vimos en Berlín» por Albert Vila

Álbum: Intoxikazión etílika (1990)
Autores: Juan Aceña Morales, Jesús Jiménez Ruiz de Loizaga «Jimmy», Óskar, Iñaki Bengoa y Roberto Miguel Castresana Bernabeu

Pudiendo escoger cualquier canción de todo su vasto catálogo, está claro que quedarme con el que es muy probablemente su mayor hit y corte más representativo no es una elección del todo original. En sus más de treinta años de carrera, plasmados en doce discos de estudio y un buen puñado de EP’s, la banda liderada por Juan y Jimmy (a la postre, los únicos que siguen ahí desde el primer día) nos ha legado una cantidad de himnos protestones más que notable entre los que bucear, pero está claro que en cualquier top que se precie sobre Soziedad Alkoholika no puede faltar una mención a «Nos vimos en Berlín».

A principios de los noventa, el panorama hispánico para aquellos adolescentes que nos metíamos en esto del metal de la mano del thrash y el death que venía principalmente de Estados Unidos y que, en consecuencia, repudiábamos con todas nuestras fuerzas la laca y los excesos del hard rock ochentero, era un completo erial. Está claro que España nunca fue (ni es) una potencia en esto, pero si hubo grupos que destacaban eran cosas como Barón Rojo, Obús, Sangre Azul Ángeles del Infierno, propuestas que quizás he llegado a respetar un poco más con los años pero que en ese momento rezumaban caspa por los cuatro costados. El único oasis llegaba (como ocurre tantas veces) de la irredenta Euskadi, donde bandas como Su Ta Gar o Beer Mosh intentaban escapar un poco de ese estilo predominante en las españas para introducir un cierto componente punk hardcore a su música mientras dejaban atrás los elásticos y se enfundaban unos pantalones militares.

Pero si hubo una formación que representaba como nadie esa nueva generación que apostataba del metal patrio de la década anterior fueron sin duda Soziedad Alkoholika. Los vitorianos sonaban frescos y estaban llenos de influencias tan ajenas a lo que se acostumbraba a ver por estos lares que, de no haber cantado en castellano, uno hubiera incluso puesto en duda que fueran de aquí. De golpe y porrazo, el logo de S.A. copaba camisetas y su música se hizo parte imprescindible de la banda sonora de una generación que conectó con ellos tanto en lo musical como en lo lírico y lo estético, y su propuesta fue abrazada por jóvenes de todo pelaje. Sus primeros tres discos son ley, y el vídeo del gaztetxe fue, seguro, uno de los más vistos durante esa década.

Más allá de la agresividad que transmitía la mezcla de thrash y hardcore que siempre les ha definido, la fuerza y la rabia inherente en todas y cada una de sus letras, nunca exentas de polémica, les ha colocado siempre en un sitio especial. En tiempos dónde la corrección política (y la censura moral, por qué no decirlo) no tenía tanta presencia como ahora, escuchábamos de su boca apologías del terrorismo puro y duro como «Síndrome del Norte» o «Explota zerdo!», alegatos feministas como «Contra la agresión, kastrazión» y críticas a la sacrosanta evolución con «Cienzia Asesina» u otros temas en los que ponen en duda el poder de la industria farmacéutica. Con el tiempo, su discurso lleno de rabia no se ha moderado ni un ápice, y su autenticidad, honestidad e integridad a pesar de su indudable éxito los ha mantenido siempre cerca de toda su parroquia.

«Nos vimos en Berlín» habla sin tapujos de otro tema tabú como son las dos caras de la comunidad judía (representada, quizás simplísticamente, en el Estado de Israel), que toma ahora el papel de torturador y opresor cuando durante la Segunda Guerra Mundial tuvo que sufrir el de torturado y oprimido. Está claro que el conflicto entre Israel y Palestina es un cristo descomunal con un millón de matices y difícil solución, al igual que también es cierto que la comunidad judía ha sida maltratada y hostigada sistemáticamente allí dónde ha puesto el pie, pero el genocidio judío perpetrado por los nazis ha sido un tema tan intocable que parece que las acciones del estado de Israel hayan tenido cierta carta blanca en la opinión occidental. Soziedad Alkoholika lo trataron de forma un poco simplista en este tema (cosa entendible porque eran unos chavales de dieciocho años), y con el tiempo quisieron incluso cambiar ese icónico «Judío, cabrón» por el actual y más genérico «Jodido cabrón» que no insultara a todos los judíos fueran justos o pecadores. Pero el mensaje sigue siendo exactamente el mismo: «¿Es que ya no te acuerdas?». Un mensaje  que se puede aplicar a muchísimos ámbitos de la vida y que nos persigue recurrentemente. ¿Es que ya no te acuerdas, europeo, cuando emigraste a otros países y continentes en busca de un futuro mejor porque aquí solo había pobreza y hambruna? ¿Es que ya no te acuerdas, gobernante, cómo te quejabas de lo que hacían los otros antes que tú?

En lo personal, le tengo un aprecio especial a este tema porque era uno de los que tocábamos en mi primera banda, un proyecto adolescente rebosante de ilusión y de escasas habilidades musicales que nos sirvió de punto de contacto con un lado de la música que aún no habíamos conocido. Nosotros también nos definíamos como algo parecido a thrashcore, y entre nuestras versiones, además de un «Nos vimos en Berlín» que no nos quedaba del todo mal (tampoco es un tema particularmente complicado), estaban el «Crionics» de Slayer (cuyo solo nos saltábamos con gran disimulo), el «Becoming» de Pantera (o algo que se le parecía vagamente), el «Wasting Away» de Nailbomb, el «Brohymn» de Pennywise o una adaptación muy sui generis del «Zombie» de The Cranberries. Solo deciros que después de tocar en la mayor sala de nuestra querida capital de comarcas ante unos pocos centenares de personas que querían comprobar con sus propias orejas si nuestras habilidades artísticas estaban a la altura de lo que prometíamos, empezamos a ser conocidos como «Los Ruidos».

Qué tiempos aquellos, llenos de inocencia y de excitación, que ahora se ven muy lejanos. Al contrario que las letras de Soziedad Alkoholika, tristemente vigentes como si hubieran sido escritas ayer.


«Ratas» por Rubén de Haro

Álbum: Ratas (1995)
Autores: Juan Aceña Morales, Jesús Jiménez Ruiz de Loizaga «Jimmy», Pedro Kaskarrabias, Iñaki Bengoa y Roberto Miguel Castresana Bernabeu

La verdad es que no he tenido muchas dudas a la hora de escoger qué canción quería analizar para este top colaborativo. Es cierto que temas como «Padre Black & Decker», «Nos vimos en Berlín», «S.H.A.K.T.A.L.E.» o «Kontra la agresión, kastrazión» pueden ser más míticos y clásicos, pero es que que mi amor por los de Gasteiz surgió en 1995, tras la publicación de Ratas, el cuatro trabajo de Soziedad Alkoholika, si contamos su maqueta debut Intoxikazión etílika (1990) como si fuera un álbum.

Lo dicho. Corría el año 1995 y yo estaba iniciando mis estudios universitarios en la Universitat de Barcelona. Hay cientos, miles de recuerdos que me vienen a la mente cuando recuerdo aquellos años, pero del que más cariño guardo es el de mis compañeros de carrera. Éramos un grupo la mar de apañao, la verdad, y cada uno de nosotros teníamos nuestra propia personalidad musical bastante marcada. Mientras que El Fórer tiraba por unos derroteros más hardcore -fue gracias a él que descubrí a bandas como Minor Threat o Fugazi-, Quim estaba más por la labor del rock català de Sau o Sopa de Cabra que tan de moda estaba aquél entonces. Pero hubo uno, Toni, que se encargó de meter en mi cabeza sonidos más crudos a los que yo estaba acostumbrado a escuchar; en 1995, yo era un grunge de mucho cuidado.

Toni vivía en el barrio de Sant Andreu de Barcelona, y una tarde tras finalizar la asignatura de turno, fuimos a su casa y allí me (re)descubrió a S.A.. Y digo lo de «(re)» porque ya conocía de su existencia. Bueno, me sonaban, pues años antes, estando todavía en el instituto, tenía compañeros que se llevaban los cassettes del Intoxikazión etílika y de Y ese que tanto habla, está totalmente hueco, ya sabéis que el cántaro vacío es el que más suena (1993) cuando íbamos de colònies, para que los pusieran en el autocar que nos llevaba hasta la Casa de Colònies El Pou del Glaç de La Bisbal d’Empordà, Girona. Pero no sé por qué motivo, nunca les presté la suficiente atención, y fue posteriormente, años más tarde, tras descubrir Ratas, que empecé a indagar en los primeros trabajos de la banda.

En 1995 yo tenía 18 años, y aquella visita a la casa de Toni, no diré que me hizo cambiar, pero sí que me hizo abrir los ojos.

Todas las bandas tienen un «álbum maldito». A ver, me explico. El estilo de los artistas, algunos en mayor y otros en menor media, evoluciona, y Ratas es un punto de inflexión en el estilo y, sobre todo, en la carrera de S.A., pues pasaron a sonar más groovies y un poco menos crossover, añadiendo nuevas sonoridades a su música, lo que les abrió las puertas de muchos más hogares e incluso les valió el reconocimiento internacional. Estamos ante los mejores Soziedad Alkoholika de la década de los 90. Hay que recordar que Ratas vendió más de 50.000 copias solo en España (Disco de Oro). Pues bien, no sé si es por el cambio estilístico, que me entró de maravilla, recuerdo que no podía dejar de escuchar este trabajo. Sus canciones provocaron que mi abanico de gustos musicales de abriese todavía más, y tras indagar un poco en la banda, su historia, su ideología y en el significado de sus letras, me hizo amarles cada vez más, hasta el día de hoy.

«En el tejao», «Estado enfermo», «No kiero participar», «Explota zerdo!»… Un total de 14 temas, tan imprescindibles como emblemáticos, que provocan en mí una paz y una calma interior que poco o mal puede explicarse con palabras. Pero es la homónima canción la que más me penetró en su día, quizá porque es la primera del álbum… o quizá la culpa sea de Los Payasos de la Tele. El célebre «¿Cómo están ustedes?» de Fofito es el banderazo de salida de «Ratas», cuyo riff thrasher inicial podría perfectamente ser obra de Dimebag Darrell. El ritmo aparentemente pausado del primer minuto y medio de canción, ese que hace que te des cuenta de que estos tipos «ya no suenan como antes», da paso a un ritmo eminentemente hardcore auspiciado por esa máquina de los tambores que responde al nombre de Roberto Miguel Castresana, mientras la banda repite eso de «¡Ratas, ratas…!». Y esa es la tónica que se mantiene hasta el final del tema. Es el ejemplo perfecto de la integración de estilos que supuso este álbum, integración esta que pasaría a marcar la trayectoria de la banda a partir de entonces.

En cuanto a la temática de la canción, creo que es por tod@s sabido que habla sobre las ratas, pero no los animales que habitan las cloacas (l@s catalanes sabemos de qué va eso de las cloacas…), sino los seres humanos («cloaqueros» igual) que ocupan los cargos políticos, las sillas en los consejos administrativos y dirigen los medios de comunicación que pretenden «disfrazar las cosas, no decir lo que son, para que crean en lo que no creen, para que seas, como quieren que seas». La alienación al servicio del poder para producir un cambio mental y limitar o condicionar la personalidad de sus súbditos.

«¡Ratas! Nosotros seremos serpientes…»

Desde que se publicó Ratas, esta canción se ha convertido en un clásico en los setlists de los vitorianos y en una de las más queridas por sus fans. On egin!


No intente hacer esto en su casa«Palomas y buitres» por Joan Calderon

Álbum: ¡No intente hacer esto en su casa! (1997)
Autores: Juan Aceña Morales, Jesús Jiménez Ruiz de Loizaga «Jimmy», Fernando Rodríguez Ramos «Pirulo» y Roberto Miguel Castresana Bernabeu

 

 

«Sin respeto, nada va a cambiar
Sin justicia no veo el final
Sin libertad, nada va a cambiar
Sin dialogar, no habrá paz.»

Hablar de Soziedad Alkohólika es hablar de mi adolescencia, de mi despertar musical y político. De canalizar esa rebeldía propia de juventud. De los primeros conciertos. Las primeras borracheras. Los primeros porros. Las primeras reivindicaciones. S.A. lo englobaba todo. Un nombre provocador, un logo guapo para querer pillarte las camis, unas letras brutales y las primeras amistades por algo más que compartir pupitre en el insti.

Mi primera toma de contacto con S.A. fue con su segundo largo Y ese que tanto habla, está totalmente hueco, ya sabéis que el cántaro vacío es el que más suena (1993). Ya había visto camisetas, que tenían un temazo que se llamaba «Nos vimos en Berlín» y que eran la banda que más molaba en ese momento. En 1993 no había servicios de streaming, aún no había llegado Napster y conseguir un disco era cuestión de poder adquisitivo o de elegir bien a tus amistades. En mi caso, como lo de elegir amistades musicalmente afines siempre me ha costado lo mío, opté por ahorrar y pillarme el vinilo. Alea Jacta Est, me dije… Ahí estaban «Ariel Ultra», «José Andrés», «Jaulas de tierra» o «Mili mierda» (himno instantáneo para un chaval de 14 años cuyo objetivo vital en ese momento era escaquearse de servir al ejército español).

También los guardaré en mi corazón por ser una de las primeras bandas que me impresionaron en directo. Una noche memorable en la sala Zeleste (ahora Razzmatazz) gracias a Eduardo Maestre, un viejo amigo del instituto. Nunca he vuelto a ver esa sala con esa intensidad, ese pogo, y tan pegado a la pared del final por culpa de un pogo inmenso que poseía toda la sala. Ahí quedarían para siempre en mi alma e hicieran lo que hicieran, en el momento vital en el que estuviera, siempre los iba a seguir y escuchar. Como vibré, como coreé «Nos vimos»… fue flipante. Hardcore muy potente, tras su primer disco que podía parecer death metal a orejas de un chavalín que aun no distinguía de géneros estilos. Había guitarras, rapidez, blast beats y unas letras de la hostia.

Vamos a lo que vamos. Después del que a día de hoy creo que es su mejor disco, Ratas (1995), un EP de versiones en la que quedará para siempre «Motxalo!» como himno, sacaban este ¡No intente hacer esto en su casa! (1997). Habían habido movidas en la formación, se habían lanzado a crear su propia discográfica, Mil a Gritos… El disco me enganchó desde el minuto cero con canciones con las que aumentaban su paleta de influencias y contenía cosas tan potentes como «Operación Mengele», «Peces mutantes», «Cuando nada vale nada» o la versión de «Rumore» de la grandérrima Raffaella Carrà. Pero muy por encima de ellas estaba «Palomas y buitres», un temazo a medio tiempo que, en mi opinión, habla sobre el conflicto vasco y las dos caras de la misma moneda, en un momento en el que el protofascismo del Partido Popular de José María Aznar gobernaba España y día sí, día también nos desayunábamos hostias como panes a la izquierda abertzale por protestar contra la represión del Estado. S.A., con su altavoz que es su música, ponían negro sobre blanco lo que ellos vivían. De cómo el rodillo del Estado persigue al disidente.

A partir de entonces sufrirían una persecución sin precedentes en una democracia siendo vetados en ciudades, prohibiendo sus conciertos y demandas judiciales provocando que pasaran a un estadio de semi clandestinidad en directo hasta que quedaron absueltos de todos los cargos. Esto era inaudito y absolutamente increíble. La pena es que después veríamos que lo que pensábamos una anécdota, se repetiría con raperos que denunciaban las tropelías del emérito y corrupto monarca.


«Política del miedo» por Beto Lagarda

Álbum: Mala sangre (2008)
Autores: Juan Aceña Morales, Javier García, Jesús Jiménez Ruiz de Loizaga «Jimmy», Fernando Rodríguez Ramos «Pirulo» y Roberto Miguel Castresana Bernabeu

Como siempre, me gusta llevar la contraria al resto de la redacción… yo soy de los que prefiere los últimos trabajos de S.A. por encima de sus míticos trabajos primigenios. Mi orden de preferencias con la banda se inició en el lejano 2003 con Tiempos oscuros, un disco que contiene alguna de las piezas más impactantes de la banda, como «Piedra contra tijera».

Mala sangre (2008), Cadenas de odio (2011) y Sistema antisocial (2017) son tres obras magnas contemporáneas con una más que nunca afilada lírica. Me costó algo escoger entre estos discos la que para mí es la mejor de la banda, pero finalmente me he decantado por «Política del miedo» de Mala sangre (2008). Y la elección ha caído hacia aquí por varios motivos que voy a comentar a continuación.

  • Rap Solo Remix: Es tan brutal esta canción que incluso dentro del mismo disco hay una versión de S.A. junto a Doble V / Violadores del Verso, que aprovecho para reivindicar que es la mejor banda de rap que ha nacido en nuestro país. Una versión cojonuda con libre improvisación por parte de Sho-Hai, Kase.O, Lírico y R de Rumba. Letras afiladas tanto por los metaleros como por parte de los raperos. Un doble combo increíble.
  • Lírica: Como es su costumbre, las letras de S.A. cortan el aire, sobre todo si van destinadas a alguien concreto. En este caso, la mordaz crítica va dirigida al Gobierno y/o a los dirigentes. En ella, la banda plantea la teoría (cierta, por cierto) de que el miedo hace a la sociedad más fiel y más manipulable. Versos como «Renuncia a tus derechos, sacrifiquemos tu libertad» son un claro ejemplo de esta «política» tan en alza que ha visto un nuevo capítulo recientemente y a escala mundial con todo el tema del Covid.
  • Música: Haciendo uso de la contundencia, S.A. olvidó poco a poco el estilo más macarra y crossover de sus inicios. En Mala sangre recuperan esa épica destructiva, violencia, velocidad y doble bombo. Un return to the roots pero con la visión de una banda madura.

En resumidas cuentas, una canción impecable, dura y afilada. Un temón como la copa de un pino. Grandes Soziedad Alkoholika.


«Apestáis» por Aleix Besolí

Álbum: Cadenas de odio (2011)
Autores: Juan Aceña Morales, Íñigo Zubizarreta, Jesús Jiménez Ruiz de Loizaga «Jimmy», Fernando Rodríguez Ramos «Pirulo» y Roberto Miguel Castresana Bernabeu

Mi primer contacto con Soziedad Alkoholika fue en 2009, en el festival Sonisphere que se celebró en el Parc del Fòrum de Barcelona. Antes de eso nunca había ido a un concierto de metal, por lo que se podría decir que empecé con todo lo gordo. Por aquel entonces, estaba empezando a conocer el género a través de la discografía de Metallica, que eran los cabezas de cartel del festival. Las demás bandas que vi ese día, prácticamente sin saber quienes eran resultaron convertirse (a parte de las que ya lo eran) en algunas de las más importantes de la actualidad. Entre ellas estaban SlipknotMachine Head, Lamb of God, Mastodon, Down o Gojira (los primeros que vi, tocando casi después de comer y en la parte más baja del cartel… ¡Cómo han cambiado las cosas en poco tiempo!). Por supuesto también teníamos a S.A., los que recuerdo por ser los únicos en cantar en castellano y por el tema de «Peces mutantes», que quedó en mi memoria por ser el más gracioso.

Más allá de eso, tampoco se quedaron en mi radar hasta un tiempo después. Pero teniendo la importancia que tienen en nuestro país, era cuestión de tiempo empezar a escucharles por aquí y por ahí. Al principio iba a elegir algún tema de la primera época para el top de hoy, algo de crossover puro como «Pelota», «Ke no te hagan llorar» o «Kontra la agresión, kastrazión» pero al final me he decidido por «Apestáis», que es de su última época. El Cadenas de odio (2011) es el primer disco del grupo que escuché, curioseando por la sección de discos de una biblioteca de Granollers. Sorprendentemente, encontré bastante contenido metalero, y entre los discos que me llevé prestados recuerdo otras perlillas como el Remission (2002) de Mastodon.

Ahora por ahora, este es un disco que pasa desapercibido en la discografía de S.A., y en sus conciertos suelen tocar uno de sus temas como mucho. Recuerdo algunos bolos donde tocaron «Niebla de guerra», pero a parte de eso, poco más. Es entendible con el material con el que cuentan a estas alturas, y más teniendo tantas canciones buenas en los trabajos antiguos.

«Apestáis» es la canción que más me viene a la mente cuando recuerdo ese disco, ya que es de las más tralleras y tiene frases muy memorables. En esta crítica a la corona se mezcla el lenguaje formal con insultos y vulgaridades varias, algo que me resulta bastante gracioso:

«Son residuos del pasado,
restos de una estirpe de tiranos decadentes.
Dinastías de asesinos a sangre y fuego dominaron,
tantos siglos saqueando.
Pilares construidos con infamia y explotación
los sustentan hoy.

¿Por qué necesitáis tener rey
y mantener una corte de sanguijuelas?

Aquel glorioso imperio de mierda hace mucho se extinguió,
¿y por qué ellos no?

¿Por qué necesitáis tener rey
y financiar ese circo de mutantes?»

En especial esta última me parece brutal. Instrumentalmente no es muy compleja, pero tiene ese ritmo crossover tan sabroso y esos riffs a base de grupos de tres notas que para mí son irresistibles. A parte, la producción es bastante buena. Con muchas bandas me gusta más ese sonido propio de los 80 o los 90, pero como ejemplo, en el caso de S.A., prefiero escuchar las regrabaciones de 2009 (Sesión #2) que el disco homónimo del 91. Además de una mejora en el sonido, también te llevas la mejor habilidad a los instrumentos que han adquirido con los años.

Aunque esta no la vayan a tocar, ahí estaremos en el concierto que este próximo viernes van a dar en la sala Razzmatazz, acompañados de Brujeria Pycaya.

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