Mientras en Razz teníamos a In Flames y a At the Gates petándolo con su death metal melódico, los sonidos más extremos se reunían en la sala Bóveda, a pocas manzanas de distancia. La gira de Nile presentando su nuevo trabajo debería haber pasado por nuestras salas hace tiempo, pero como en muchos otros casos, tuvo que ser aplazada. Pero por fin llegaba el día. Acompañados de Krisiun, uno de mis grupos fetiche desde que los vi abriendo para Kataklysm hace ya bastante, los de Karl Sanders se disponían a arrasar con todo.
Las bandas invitadas, In Element y Eternal Psycho, no encajaban mucho con los cabezas de cartel en cuanto a estilo, y hubo más de una sorpresa amarga, pero empecemos por el principio.
Eternal Psycho
El grupo madrileño abría algunas fechas de esta gira, y aunque seguramente se podría haber elegido alguna banda más acorde, no lo hicieron nada mal. Mezclan las voces melódicas de Beka con los guturales del también guitarrista Lucky, y en general suenan sólidos y profesionales. Para ser la primera banda de la noche, consiguieron animar suficientemente al público, que aún estando algo frío, parecía entretenido.
No tengo dudas de que en otro cartel no tendrían problemas para hacer un gran concierto, pero en una noche como esta, pasaron un poco sin pena ni gloria. También sufrieron con el poco espacio que les quedaba en el escenario, con la gran batería de George Kollias ocupando la parte trasera, las otras bandas se vieron algo apretujadas.
De actitud y ganas no les faltan, y con la de conciertos que tienen programados, seguro que pronto les vemos en unas circunstancias donde puedan brillar más.
In Element
Incomprensiblemente, estos argentinos acompañaron a Nile y Krisiun en toda la gira. Pocos conciertos recuerdo que me defraudaran tanto como el que In Element dieron a continuación. Con diferentes máscaras, salían a escena los cuatro integrantes y empezaban con su mezcla de death metal melódico con metalcore, deathcore y toques de electrónica.
Mira que es difícil que un concierto no me guste, pero juzgando por los escasos aplausos y charloteo vario, quedó claro que no estaba solo. El vocalista hacía unos guturales reguleros pero que aún se podían salvar, porque las partes limpias sonaron desafinadas y débiles. En las grabaciones se notan varios efectos en las voces, y ahora ya sabíamos el motivo. Por si no fuera poco, parece que el pobre estaba afónico, y encima entre canciones te venía con filosofía de baratillo, extendiéndose más de lo debido.
El único punto positivo que recuerdo era que su batería es bastante bueno, pero claro, con los dos monstruos del instrumento que vinieron a continuación, también pasó desapercibido.
Krisiun
Ahora sí, era el turno de la máquina de destrucción brasileña. Los tres hermanos que conforman la alineación de Krisiun han ido afilando año tras año ese death metal de marca propia hasta convertirse en una auténtica apisonadora. Tuvieron un sonido muy decente, seguramente ayudados por llevar una sola guitarra, cosa que hace la mezcla más sencilla que en el caso de Nile.
Empezaban con «Kings of Killing», la nueva «Swords Into Flesh», y la implacable «Combustion Inferno» una actuación apoteósica marcada por la batería estratosférica de Max Kolesne. Esos blast-beats son de lo mejorcito que he visto en la vida, en especial en la loquísima «Scourge of the Enthroned». Normalmente cuesta que estos ritmos frenéticos suenen a un volumen adecuado en directo, ya que al ir tan rápido se suele perder potencia en la caja y el bombo se lo come todo. Pero no fue el caso. Combina las piñas que Max metía con un buen técnico de sonido para obtener un sonido soberbio.
Moyses nos deleitó con sus solos de guitarra vertiginosos y un repertorio de riffs contundentes y rítmicos. El bajo de Alex rellenaba suficiente para no necesitar una segunda guitarra y su voz sonaba igual de atronadora que en las grabaciones. El frontman agradecía la asistencia y el apoyo a la música en directo casi tras cada canción. No tardó en abrirse el pogo en una Bóveda que ya lucía bastante llena, y es que con este barbarismo puro no podía ser de otra manera.
Dos cortes más cayeron del nuevo Mortem Solis (2022), trabajo muy recomendable por cierto. Tienen tantos álbumes que una sola canción debió bastar para la mayoría de ellos, excepto para el salvaje Apocalyptic Revelation (1998), del que también rescataron tres cortes. Se pusieron más lentos y groovies con «Descending Abomination», volvían a lo nuevo con «Serpent Messiah» y cerraban con la colosal «Hatred Inherit».
Seguramente, para algunos se trate de un grupo que sobrecarga mucho sus canciones, con ese golpeo constante, pero a mi me fascinan esos límites a los que son capaces de llegar. ¡Chapó para Krisiun!
Setlist Krisiun:
Kings of Killing
Swords Into Flesh
Combustion Inferno
Scourge of the Enthroned
Descending Abomination
Vengeance’s Revelation
Necronomical
Apocalyptic Victory
Serpent Messiah
Hatred Inherit
Nile
Finalmente, la sala lucía bastante llena para recibir a los cabezas de cartel. La masacre empezaba de nuevo con la cuadrilla de Karl Sanders y su death metal técnico ambientado en el antiguo Egipto. Cortes enrevesados y macabros como «Defiling the Gates of Ishtar» o «Kafir!» se sucedían ante la expectación del público.
El sonido no fue tan nítido como el que tuvieron Krisiun, pero fue suficiente para disfrutar del caos controlado de los de Carolina. Aún así, con la multitud de detalles y sutilezas que se esconden entre los riffs frenéticos y los solos alocados, se merecen una sala que les pueda hacer honor de verdad. Verlos en Salamandra, La Nau o Apolo seguro que les habría hecho más justicia.
Brian Kingsland no estuvo presente en esta gira, pero su sustituto lo hizo tan bien que parecía que estuviera en la banda desde hace años. Scott Eames llevaba la voz principal la mayor parte del tiempo, turnándose con Sanders y ocasionalmente con el también nuevo bajista Julian David Guillen. Se desenvolvió con soltura, escupiendo unos guturales que rozaban lo porcino mientras machacaba las cuerdas de su guitarra.
Tras los múltiples parches, uno de los mayores exponentes de la batería extrema, el único e irrepetible George Kollias. Contaba con un grupo de fans que le observaban desde el acceso lateral a la pista, desde donde se puede ver la batería desde detrás. El griego repartía leña de la buena en su enorme kit con dos cajas, cuatro toms, dos goliaths y el obligado doble bombo.
Para presentar su nuevo Vile Nilotic Rites (2019), esgrimieron «Long Shadows of Dread» y más adelante su pista título. Por lo bueno que es el álbum, no hubiera hecho daño algún tema más en su gira de presentación, aunque ya hayan pasado varios años de sus salida. «Lashed to the Slave Stick» fue celebrada por la audiencia y seguidamente nos llevaron aún más atrás, hasta su debut, con «The Howling of the Jinn».
Finalizaban con otro trallazo como es «Black Seeds of Vengeance» un concierto de cátedra. Igual que hacen falta varias escuchas para apreciar de verdad sus discos, creo que pasa igual al verlos en directo, con una sola vez no da tiempo a absorber todo lo que nos proponen. Pero eso tiene fácil arreglo. Al igual que muchos de los que estaban en Bóveda el otro día, a la que tenga la oportunidad de repetir, ¡No voy a dudar!
Setlist Nile:
Sacrifice Unto Sebek
Defiling the Gates of Ishtar
Kafir!
Call to Destruction
Long Shadows of Dread
In the Name of Amun
Lashed to the Slave Stick
The Howling of the Jinn
Vile Nilotic Rites
Sarcophagus
4th Arra of Dagon
Black Seeds of Vengeance
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Me metí en esto del metal a los 14 años, y de concierto en concierto he ido descubriendo las bandas nacionales e internacionales que forman parte de este mundillo. Ahora aporto mi grano de arena a Science of Noise contando lo que pasa en los eventos de la zona y algunas novedades discográficas.
También toco la guitarra y el bajo en algunos grupos de la escena local. Tengo los huevos pelaos de tocar en el Ceferino.