El proyecto de Last in Line es una agrupación que aglutina en sus filas a los músicos que llegaron a formar parte de Dio y es una especie de celebración de todo aquello, a pesar de que el grupo ha ido creciendo y ha terminado desmarcándose, y mucho, de lo que fue el inicio. Ahora es una banda propia formada por Jimmy Bain, Vinny Appice, Vivian Campbell y el sorprendente vocalista Andrew Freeman.
Y digo sorprendente puesto que es un tipo que no intenta para nada clavar a Dio y hace un trabajo muy diferente al añorado divo, si bien es capaz de reproducir la mayoría de sus grandes canciones, aunque con un estilo personal. Estaríamos hablando de su tercera entrega discográfica en la que curiosamente se ha optado por una portada muy oscura y propia del metal más extremo y la producción del mismo cayó en manos de Chris Collier.
Buenas vibraciones y feeling en la inicial “Not Today Satan”, con importantes aromas arábigos, mucha fuerza y unos sorprendentes juegos de coros envolventes. Es un tema que ya marca terreno, y si buscas que esto llegue a sonar a Dio… quizá te llevas un buen chasco con tantas afinaciones graves y oscuridad de toques modernos. De lo mejor de esta obra es “Ghost Town”, con dejes blues e incluso western. Hay arrebatos de velocidad e intensidad muy logrados y la mezcla es rotunda. La pegada de Appice se nota tanto como las diabluras del bajo de Bain. Y digamos que aquí el bueno de Andrew demuestra el por qué le han elegido a él.
“Bastard Son” es el tema más largo de la obra. Desarrollo con escalas arábigas y unos juegos vocales oscuros que pueden recordarte a Alice in Chains, por la voz doblada. El sonido de todos los instrumentos y la producción es realmente exquisita. El bajo de Bain suena tan alto como la guitarra un Campbell que se vuelve a marcar un gran solo. Hay un desarrollo un poco a-la-Dio a pesar de que el riff es un poco machacón.
En “Dark Days” hay un bello balance entre oscuridad y melodías que avanza a medio tiempo y en el que Campbell disfruta en el veloz solo de alta capacidad técnica. “Do the Work” es una pieza que rezuma fuerza y queda marcada por un riff muy definido. Ha sido single, y no es para menos. Si tuviese que enseñarle a alguien cómo suenan Last in Line sería esta composición la elegida para tomar el primer contacto. “Burning Bridges” es un bello medio tiempo muy intenso que suena moderno. La voz de Freeman también la acerca a los 90 por esa oscuridad manifiesta del sonido. Aquí recuerdan mucho a una efímera super-banda llamada Deadland Ritual.
El profundo riff monolítico de “Do the Work” les ha valido para que el tema sea single. Uno de los grandes temas del compacto con un Vinny preciso y tirando de clase. Hay mucha potencia en los coros y un gran trabajo de composición por mucho que se alejen tantos pueblos de lo que era Dio. Sigue el alto nivel compositivo en la breve y directa “Walls of Jericho”, con la guitarra de base en uno de los cortes que estará sí o sí en sus directos. Esta puedes imaginártela cantada por Dio, pero es que Freeman hace un trabajo estelar. Afinaciones graves y otra dosis de clase.
“Story of My Life” es un festín para que se luzca la guitarra de Vivian y eso que Campbell está en, quizá, el corte más exigente del disco a nivel vocal. Sorprende para bien la dureza del “Something Wicked this Way Comes”, con un estribillo marcado con acentos y luego el “We Don’t Run” que sí va en la tradición que espera uno de esta formación. Lujazo con aires de “Don’t Talk to Strangers” para un medio tiempo evocador que puede emocionarte. “House Party at the End of the World” completa a pesar de que vuelven a caminar el terreno ya muy marcado.
Jericho es un disco tan oscuro como su portada, hecho por una banda que nació para tocar junta y que se aleja de Ronnie James para evitar parecer un grupo de tributo. La clave de todo es Freeman, y lo hicieron a consciencia, puesto que había un ejército de clones que se les ofreció como cantante de este proyecto. Tercer disco de un proyecto sólido a pesar de que la gente se morirá siempre por escuchar unos clásicos de los que tienen todo el derecho a tocar.