Ya tenemos aquí el nuevo trabajo de estudio de Leprous. A estas alturas no os descubro nada, pues son uno de los grandes referentes actuales en cuanto a música progresiva se refiere. Desde sus discos más metaleros hasta los más recientes, donde han suavizado su sonido, pero manteniendo las ganas de innovar que les caracterizan, se han currado una discografía poco menos que impresionante.
A pesar de no escuchar habitualmente estos estilos más chill, su anterior esfuerzo, Aphelion (2021), consiguió engancharme de mala manera. Einar Solberg luego lanzaría su primer álbum en solitario, llamado 16 (2023) con un rollo parecido, pero experimentando con otros estilos. Con todo esto, tenía bastantes ganas de ver qué nos tenían preparado con este Melodies of Atonement que nos ocupa.
Era difícil esperar una vuelta a las raíces en una banda que siempre ha mirado hacia delante, y efectivamente esto no suena como Coal (2013) y mucho menos como Bilateral (2011). Eso sí, podemos encontrar momentos que nos retrotraen a las épocas de más distorsión de los noruegos. Así también, podemos encontrar muchas intros y estrofas que son continuistas con Aphelion o el anterior Pitfalls (2019), pero la sensación general con la que me dejan es la de escuchar algo nuevo, y no un refrito de lo que han hecho anteriormente como les suele pasar a muchas bandas.
La capacidad de sacar buenas ideas que tiene esta gente parece inagotable, desde los ganchos vocales de Solberg hasta la inclusión de instrumentos que no te esperas, como el contrabajo en la intro de «Faceless» o las guitarras tocadas con slide en «Starlight», que por poco no se parece al sonido de un saxo. La producción también es para quitarse el sombrero, todo suena lleno y cada cosa en su lugar. Unos bajos muy presentes contrastan con la voz en los estribillos, con los sintetizadores ambientando en segundo plano, jugando con las diferentes capas del sonido y consiguiendo esa sensación de profundidad.
Como siempre, Baard Kolstad nos deja unas batería de lo más interesantes, rompiendo el compás cuando menos te lo esperas y añadiendo detalles súper técnicos por doquier. Tor Oddmund se pone creativo a la guitarra en el riff punzante de «Atonement» o jugando con el pedal octavador en la estrofa de la inicial «Silently Walking Alone». Pero obviamente, lo que llama más la atención es el dominio vocal de Solberg. Para mí, uno de los vocalistas más destacados de la actualidad, y sin duda, dueño del mejor falsete que haya escuchado nunca. Lo demuestra con creces una vez más, ya sea en registros más tranquilos, o en las partes más intensas.
Cuando llega el subidón de «Like a Sunken Ship», en el que el vocalista hasta suelta un gutural, uno no puede evitar pensar un «Joder, sí!» y dejarse llevar por la epicidad del momento. Y es que todo este temazo nos encamina hacia su clímax, desde esa intro de bajo tan singular. Si preferís la faceta más cañera de los Leprous actuales, disfrutaréis más la primera mitad del disco, ya que con canciones más tardías como «Self-Satisfied Lullaby» o «Unfree My Soul», bajan la intensidad, reflejando las últimas etapas de la banda.
Sea como sea, Leprous siempre dan para una escucha genial, y este nuevo material seguro que les sirve para seguir subiendo escalones y aumentar aún más su base de fans. No sería raro ver a Melodies of Atonement aparecer en muchas listas de los mejores discos del año.
Hey, has llegado al final del artículo, ¡gracias!
Me metí en esto del metal a los 14 años, y de concierto en concierto he ido descubriendo las bandas nacionales e internacionales que forman parte de este mundillo. Ahora aporto mi grano de arena a Science of Noise contando lo que pasa en los eventos de la zona y algunas novedades discográficas.
También toco la guitarra y el bajo en algunos grupos de la escena local. Tengo los huevos pelaos de tocar en el Ceferino.