No cabe duda de que, si a la hora de formar una banda, la idea es fusionar el punk y el pop, la apuesta realizada es bastante arriesgada, pues son muchas las cosas que pueden salir mal: el sonido puede parecer el de gente sin actitud con ganas de parecer peligrosos, o puede ocurrir todo lo contrario, que el resultado nos haga pensar en un grupo intentando transmitir una calidad que no llegan a alcanzar. Pero como ocurre con todas las apuestas, a mayor riesgo, mayor es el beneficio si lo hay. Y una perfecta prueba de ello son los parisinos Les Bécasses, que llevan más de diez años repartiendo su power pop a todo oído dispuesto a escuchar, y que acaban de publicar un nuevo álbum, en el que, además de los distantes géneros mencionados, se hace más evidente que en sus anteriores lanzamientos la influencia de los ritmos más movidos de las décadas de los 50 y los 60, haciendo de este Bloody Winter su mejor trabajo hasta la fecha.
Lo primero que encontramos se llama “Moscow Nights”, donde un calmado groove nos va haciendo entrar en calor, para dar paso a la fiesta del todo con “Insubordination”, cargada de energía, actitud y un regusto a garaje irresistible.
Comienza “Bloody Winter” y no podemos evitar pensar en la inmortal “Woo Hoo” de The Rock-A-Teens, popularizada hace casi dos décadas por las japonesas The 5.6.7.8’s. Un corte absolutamente ligero y llevadero, seguido por “Drifting Away”, en el que dulzura y fuerza se encuentran, conjuntando una con otra sin ningún tipo de problema.
Con el acompañamiento de unos teclados perfectamente acoplados entra “The Late Show”, uno de los cortes más pegadizos de los ocho que componen el disco.
Entre el ambiente ensombrecido y jovial anda “Johnny’s Got a Gun”, mezclando de nuevo dos elementos aparentemente ajenos como ya han demostrado que saben hacer sin despeinarse demasiado.
Con “Forward Crash” abandonan casi por completo la faceta más light de la banda, siendo un tema completamente macarra, desgarrador y directo.
La última arremetida se encarga de darla “Sunday’s Eye”, canción calmada y bamboleante, envuelta en un manto de cierto toque oscuro, con una intención perversamente juguetona.
En resumen, con este Bloody Winter la banda no ha abandonado su esencia, pero salta a la vista que han dado un pequeño viraje hacia sus influencias más potentes, y es obvio que ha sido todo un acierto, pues nunca en su carrera habían sonado tan convincentes. Un trabajo breve, conciso, y ante todo divertido.