Os confieso que de buenas a primera no conocía a estos Lion’s Law de mucho más que de nombre. Sabía que eran franceses, que formaban parte del afamado roster de HFMN Crew (lo que ya me tendría que haber puesto en sobreaviso), que hacían punk / Oi! y que lo empezaban a petar con giras por todo el mundo. Y la verdad, poca cosa más. Pero a pesar de que el estilo que practican estos chicos no suele estar en absoluto entre mis géneros de cabecera (y por ello os pido que me perdonéis la ignorancia que voy a demostrar repetidamente durante todo el artículo), decidí llevármelos a la oreja con más curiosidad que esperanza gracias a la garantía que me suponen las elecciones de la agencia y promotora barcelonesa.
Y joder, la verdad es que molan. Que este tipo de música es épica como ella sola y que sus canciones son capaes de generar una hermandad maravillosa, contagiosa y muy disfrutable en directo (de la que hasta cierto punto tengo hasta celos -sanos, claro-) es algo que ya había comprobado en más de un concierto, pero lo que no esperaba es que la escucha de un trabajo en estudio de este estilo me atrapara con tanta facilidad como lo ha hecho éste, ante el que me he sorprendido tarareando y repicando en la mesa en bastantes más ocasiones de las que pensaba que lo haría.
Efectivamente, Lion’s Law son franceses (concretamente parisinos), y este The Pain, the Blood and the Sword es su tercer larga duración (el primero data de 2013 y el segundo de 2017), mientras que por el camino han publicado una generosa cantidad de mini LP’s, EP’s y splits que han hecho que su catálogo sea ya bastante más amplio de lo que parece a simple vista. Como os podéis imaginar, no soy en absoluto experto en su discografía, pero una escucha rápida de esos dos álbumes anteriores no ha hecho sino confirmarme que, en mi opinión, este nuevo trabajo es indiscutiblemente su mejor obra hasta el momento.
Grabado en los familiares y (aquí) célebres Estudios Ultramarinos de Sant Feliu de Guíxols bajo los mandos del gran Santi Garcia, este disco suena como un auténtico cañón rabioso y directo a la yugular. Es posible que la banda no invente nada especialmente original, y tanto la música (que mezcla punk, Oi!, hardcore y un poquitín de metal) como la actitud y las letras protestonas, combativas y hermanables pueden ser más o menos previsibles o corresponder con mayor o menor exactitud a lo que uno espera de una banda así. Pero eso no significa ni mucho menos que lo que encontramos tras esta portada no sea discazo muy disfrutable y lleno de himnos que harán levantar puños, desgarrar gargantas y motivar abrazos sudorosos por doquier.
Todo empieza con una intro instrumental, cabalgante y bastante metálica que me encanta, sobretodo todo lo que viene antes de que empiece la melodía que ocupa su segunda mitad. El tema título tiene un rollo mucho más punk que puede llegar a recordar, salvando un poco las distancias, a sus compañeros de sello Crim (una similitud que será recurrente a lo largo de todo el disco), pero la cosa empieza a arrancar de verdad, a mi juicio, con la pegadiza y bailable «The Reaper», la excelente canción que ha servido de primer avance del disco. «Destin Criminel» es otro himno del punk sucio y enérgico y la primera de una serie de canciones cantadas en su francés natal como «Un Jour», «Fidèle» (buena, ésta) o la melódica «Sablier», usando un recurso que ya había estado presente en su producción previa.
«Escape» es uno de los temas más épicos y festivos que encontraremos aquí, y todo apunta a que en directo ese estribillo de puño en alto va a ser verdaderamente irresistible. La muy hardcoreta «Roses and Fire» y su bajo locuelo también me parece uno de los puntos álgidos del disco, mientras que la fuerza bruta y el potente estribillo de «The Enemy» te desarma sin que puedas hacer mucho para resistirte. Entrando ya en la recta final, «Damaged Heart» y «Revenge» resultan ser otros dos temas notables con, de nuevo, coros bien trabajados y llenos de gancho. El segundo de ellos, en concreto, tiene algunos toques metálicos bastante descarados con los que conecto especialmente.
Ahora sí, llegamos al cierre con dos de los mejores temas del disco. «Pathfinder» tiene un riff sencillo pero muy enérgico y resultón, un bajo histérico realmente divertido y algunos de las composiciones de guitarra más interesantes que encontraremos aquí. Por último, la intro con aire a «The Ides of March» que abre la final «Destined to Fall» (los primeros Maiden me parecen una influencia clara que se va repitiendo a lo largo del disco) acaba desembocando en uno de los temas más cañeros (¡y también el más largo!) de todo el disco. Los riffs metaleros se siguen alternando con actitud hardcore y voces punk para sintetizar una vez más la esencia de esta banda y poner el colofón final a un álbum entretenido, potente y disfrutable que, si te gustan mínimamente los estilos que tocan esta gente (y si no, pues también) no te deberías perder.
Evidentemente, no voy a decir que la escucha de The Pain, the Blood and the Sword me haga pensar en raparme la cabeza y calzarme unas Martens, pero lo que sí que tengo bastante claro es que no voy a perderme la próxima vista de de Lion’s Law a nuestros escenarios. HFMN hace trabajar duro a sus bandas, así que no dudo que tan pronto como sea posible abrir las salas volverán a subirse a un escenario y, probablemente, nosotros seamos de los primeros en gozarlos. Oi!
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.