Liver Killer vuelve al ataque con Six Pack (2024), un nuevo EP que refuerza su reputación como la banda catalana de thrash/party metal más fiestera y borracha que existe. A lo largo de seis temas llenos de humor, agresividad y riffs pegadizos, la banda demuestra que su fórmula sigue intacta: canciones directas, letras descaradas y un espíritu rebelde que invita a dejarse llevar por el caos y la diversión.
Desde el primer acorde, queda claro que Liver Killer no tiene ninguna intención de cambiar su estilo ni de madurar en lo que a temáticas se refiere. Sus letras siguen girando en torno al alcohol, la fiesta y un humor que oscila entre lo absurdo y lo escatológico, evocando una estética que recuerda a los legendarios Tankard. Sin embargo, esta fórmula no deja de funcionar, especialmente porque la banda sabe reírse de sí misma y, lo más importante, hacer reír a su público.
El EP arranca con una declaración de intenciones clara: es hora de olvidarse de las preocupaciones y dejarse llevar por la fiesta. «Let the Good Times Roll» es una canción que incita a dejar de lado los problemas y entregarse a la farra y al disfrute. Con versos como «You gotta fight for your fucking right to leave your worries outta sight», la banda capta esa energía hedonista que tanto les caracteriza. Musicalmente, el tema combina un riff de apertura enérgico con una estructura simple pero efectiva, ideal para levantar el ánimo desde el primer segundo.
El coro es pegajoso, y el mensaje está claro:
«Grab a cold one or maybe twelve
You deserve some time just for yourself»
Con este tema, Liver Killer establece el tono del EP, invitando al oyente a abrir una cerveza (o muchas) y dejarse llevar. Y no, no me refiero a que este trabajo entre mejor estando etílicamente perjudicad@; más bien, todo lo contrario: hay que estar bien seren@ para saber captar todos los detalles.
«Black Beer» es el himno que todo amante de la cerveza oscura necesita en su vida. Con su inicio potente y directo al grano —«Are you feeling down? Screwing all around, Chill ‘cause I got the solution»— la banda rápidamente te engancha en su fiesta cervecera. Liver Killer no se anda con rodeos, y la cerveza de la que hablan aquí no es cualquier cerveza insípida.
Musicalmente, el tema entra tan bien como una English Porter: ligera, pero con carácter, sin caer en la pesadez extrema de una Imperial Stout envejecida en barrica de bourbon. El riff inicial y la progresión de la canción te llevan por un camino festivo, mientras su letra te invita a disfrutar de una Schwarzbier que, según Liver Killer, es casi una experiencia de vida o muerte: «Schwarzbier ist krieg!».
El estribillo se clava en tu mente mientras te imaginas levantando tu jarra de cerveza negra y dejando que esa mezcla de dulzor y amargor te suba como la adrenalina. Al final de la canción, después de que te hayan llevado de la mano a una ronda más, te preguntas si alguna vez volverás a conformarte con las cervezas insípidas. La respuesta es clara: no hay vuelta atrás después de probar la «Black Beer». Once you go black…
Con solo un minuto y 16 segundos de duración, «Totally Not Toxic Breakup Song» es un torbellino de sarcasmo, rabia y humor. Aquí, Liver Killer parodia los típicos clichés de las canciones de ruptura, pero llevándolo al extremo más vulgar y absurdo posible. Las primeras líneas parecen sugerir una reflexión madura sobre la complejidad de las relaciones, pero pronto todo se transforma en una catarsis violenta con el coro:
«Whore! You’re a whore! You are a filthy fucking whore!
Sure eat these thirty dicks, you can always have some more»
La banda no se guarda nada, utilizando metáforas burdas y explícitas para retratar el desengaño amoroso de una manera tan grotesca como cómica. La canción, a pesar de su brevedad, es un golpe directo a la mandíbula que no deja indiferente a nadie, y, como en tantas otras ocasiones, Liver Killer demuestra que no tienen reparos en cruzar cualquier línea.
«Don’t Know, Don’t Care», el cuarto corte del EP, es el ejemplo perfecto del espíritu fiestero y despreocupado de Liver Killer, con una dosis adicional de reflexión inesperada. Al principio, la canción sigue la fórmula clásica del party metal: riffs contundentes, actitud desafiante y letras que celebran el no tener ni idea de lo que te depara el mañana, pero tampoco preocuparte por ello. El estribillo refuerza este mensaje con un grito claro de libertad: «(Don’t know!) Where we’re gonna be tomorrow. (Don’t care!) We feel no guilt, no sorrow». Es una invitación a vivir el presente, a disfrutar la vida sin las cadenas de la preocupación.
El ritmo contagioso y la energía frenética de la canción te arrastran a un torbellino de fiestas interminables, en las que Liver Killer promete estar siempre presente para animar el cotarro, ya sea con cerveza o con un buen ron. El mensaje es claro: no importa dónde estés, lo importante es que estés pasándolo bien. En definitiva, es una celebración de la diversión sin límites, coronada con el humor típico de la banda cuando te invitan a «shove your worries up your butt».
Sin embargo, lo que sorprende de «Don’t Know, Don’t Care» es su giro inesperado hacia la mitad de la canción. Tras un breakdown, Liver Killer se pone serio, hablando de los golpes de la vida: desde recibir mensajes de tu ex a las cuatro de la mañana hasta no conseguir ese trabajo que tanto querías. En un momento casi de apoyo emocional, la banda nos recuerda que, aunque la vida pueda ser una mierda, siempre hay alguien que se preocupa por ti.
«I Wish I Remember Your Face» es quizás la canción más cómica del EP, un relato surrealista sobre una noche de fiesta desenfrenada y un recuerdo borroso que se inicia con una guitarra acústica que tras unos pocos segundos deja paso a un maremoto de riffs desfasados. La banda juega con la imagen de una especie de «Cenicienta» de la vida nocturna, pero en lugar de zapatos, la búsqueda es por labios y lenguas. Las metáforas sexuales y el tono absurdamente romántico de la letra la convierten en una canción hilarante que retrata perfectamente el olvido causado por el exceso de alcohol.
El contraste entre la búsqueda desesperada y el tono claramente humorístico hace que la canción funcione como una especie de sátira sobre el deseo y la memoria distorsionada por la fiesta. Musicalmente, es una canción rápida y directa, que no se toma a sí misma en serio, lo que la hace aún más divertida.
Cerrando el EP, «C.U.N.T» es una de las canciones más mordaces del disco. Jugando con un provocador acrónimo, que en realidad nos emplaza a vernos el próximo martes, la banda lanza un ataque contra los «guerreros de la justicia social» y l@s «ofendidit@s crónic@s» que pasan sus días criticando en Internet. La letra no deja lugar a sutilezas:
«(Did you know) there’s a world full of wealth and riches
If you grew up maybe you could get some bitches»
Con un riff contundente y un coro en el que se grita «C.U.N.T» a pleno pulmón, la banda se burla de aquell@s que, según ellos, se pasan la vida ofendidos en redes sociales. Es una declaración de principios irreverente que encierra la esencia de lo que Liver Killer representa: diversión, provocación y cero arrepentimientos.
Con Six Pack, Liver Killer sigue siendo fiel a su estilo, sin hacer concesiones ni ceder a las modas o a la corrección política. Su fórmula de thrash metal rápido, riffs infecciosos y letras mordaces cargadas de humor y alcohol funciona una vez más, manteniendo viva la llama de su party metal tan característico.
Este EP no solo es una carta de amor al desmadre y a la borrachera, sino también un recordatorio de que, en un mundo lleno de problemas, siempre se puede encontrar un momento para olvidarlo todo, abrir una cerveza y dejar que «los buenos tiempos sigan rodando». Si eres fan de la irreverencia, el thrash fiestero y las carcajadas, Six Pack te dará justo lo que buscas.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.