Hard Rock Halleluja…Hard Rock Halleluja… Supongo que, como casi todos, conocí a los finlandeses Lordi durante los primeros años del milenio, cuando ganaron Eurovisión. Evidentemente, para un público con gusto mayoritariamente comercial, ver a cinco bichos haciendo el ganso disfrazados de monstruos y a ritmo de hard rock supuso un shock. “Una puesta en escena brutal”, me dijo una amiga que entraría dentro de la categoría descrita, y por eso ganaron. Luego, y más allá de en su tierra natal, pasaron al olvido para los que tantos puntos les dieron.
Pero yo me quedé con ese nombre, Lordi, y empecé a investigar. Más allá de la parafernalia visual (a veces parece más un “quiero y no puedo” que una apuesta segura), la banda hacía un hard rock muy sencillo, muy simplón, pero tremendamente efectivo, divertido y pegadizo. Get Heavy (2002) contaba con canciones tremendas, con un estilo que Sebastian Bach (ex Skid Row) definió como “Kiss en una casa encantada”. “Would You Love A Monsterman” o “Devil Is A Loser” eran toda una bomba melódica. Con The Monsterican Dream (2004) daban un paso más allá, se consolidaban (aunque medio mundo no los conociese) y sacaban alguna que otra joya como “Blood Red Sandman”. Y ya, en 2006 y con el dichoso concurso de marras por medio, daban el salto definitivo. “Hard Rock Halleluja” se lleva la fama, y aunque tiene todos los elementos que han hecho grande al grupo y al estilo, el disco tiene mucho más. Sin ir más lejos, “Who’s Your Daddy” le da, para mi gusto, mil vueltas. Bueno, pues entre todo eso y sus espectaculares vídeos, tuvimos a Lordi en el panorama, siendo auténticos ídolos de masas (infantiles, en muchos casos) en su país natal. De hecho, los he oído comparar con… ¡Parchís! No, no es broma.
Este último, “The Arockalypse” fue el último al que le hice caso, ya que Deadache (2008) no me hizo tilín, y la espiral de cambios de formación en la que entraron no me gustó un pelo. Y ahora, diez años más tarde, me encuentro dándole al play a Sexorcism (2018), ¡quién me lo iba a decir! Y oye, no suena mal. No es sorpresivo, evidentemente. Tiene todos los elementos que llevaron al grupo a la fama: melodías facilonas y pegadizas, ritmos que te hacen mover la cadera y unas letras algo más pasadas de vuelta (si lo escuchas en Spotify, en todas las canciones pone “explicit”). Pero hay algo más. Algo más oscuro, más tétrico. Usando el símil de Bach, ahora parece que hay más fantasmas en la casa encantada, o los que había se han vuelto más malotes. Sexorcism nos ofrece 13 temas de puro hard rock teatral en poco más de una hora, sin demasiadas pretensiones y ningún alarde. No pasará a la historia de la música, pero oye, para ir escuchándolo mientras conduces está bien.
Empezamos con la homónima al disco «Sexorcism», que rápidamente establece lo que podemos esperar. Letras centradas en el sexo, cómo el sexo puede evitar que uno se vuelva loco o referencias irónicas como «Romeo Ate Juliet», «Your Tongue’s Got The Cat» y «The Beast Is Yet To Cum». Podríamos deducir que Mr. Lordi se ha ido de cañas con Michael Starr de Steel Panther.
Las canciones varían en intensidad, y Mr. Lordi usa desde voces duras y pesadas hasta bramidos guturales. La música también es variada, lo que demuestra el gran nivel que tienen para componer. Con Amen a la guitarra, OX al bajo, Hella a los teclados y Mana en la batería, Lordi ofrece un repertorio de canciones para que los fans del rock consuman y se evadan para del mundo un lugar más tolerable.
Una de mis canciones favoritas en este álbum es «Sodomesticated Animal», con unos gruñidos animalísticos iniciales que dan paso a batería, la guitarra y las melodías que acompañan a la voz principal de Mr. Lordi. «The Beast Is Yet To Cum» tiene unos sintetizadores sintetizadores geniales, convirtiendo el tema en otro de los mejores del disco. Eso sí, la forma de cantar de Mr. Lordi es, cuanto menos, sorprendente.
No creo interesante entrar a detallar cada tema, pues aunque variados, Lordi es Lordi y poca sorpresas nos vamos a encontrar. Apuestan por lo de siempre, aunque algo más oscuro y con más guarreridas sesuales, pero en el fondo es lo que siempre nos han vendido: hard rock simple, estribillos coreables y, en definitiva, una música la mar de divertida. A mí me ha gustado.
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.