Si hablamos a nivel compositivo, Helloween fue, en sus inicios, un duelo Weikath / Hansen, con algún aporte puntual de Kiske.
Más adelante, con la salida de «la bruja loca» y la entrada de Grapow, este tomó el relevo a nivel compositivo, y Kusch se unió a la fiesta. Eso por no hablar de Deris, que se convirtió en el jefe calabaza. Lo mismo pasó cuando ambos fueron expulsados y Gresntner subió al barco. La esperadísima reunió ya es otra cosa.
Y todo esto, ¿por qué lo digo? Pues porque a pesar de ser uno de los dos únicos integrantes que han estado en el combo alemán desde el principio, durante años la labor del bajista Markus Grosskpof a nivel compositivo fue inexistente. Tuvo que venir una de las peores épocas de la banda, al menos a nivel de calidad en sus álbum (y siendo muy consciente de que esto es algo totalmente subjetivo) para que el sr. Rizos empezara a componer. Y no solo eso, sino que sus temas solían ser de los mejores de cada álbum
Aprovechando que, si no vuelve a pasar nada, los tendremos aquí el fin de semana, repasemos esos cinco temas que el bueno de Markus, solo o con compañía, ha escrito.
«Hell Was Made in Heaven»
Álbum: Rabbits don’t Come Easy (2003)
Autores: Andi Deris y Markus Grosskpof
Como con casi todos los discos de los alemanes (casi, casi), la salida del álbum provocó una gran alegría en mi persona. Además se iniciaba una nueva etapa, tras la salida de Grapow y Kusch y la entrada de Sacha y, aunque fuera solamente por un par de temas, Mark Cross. Pero qué queréis que os diga, el tiempo pasa y lo pone todo en su sitio.
Sí, este disco, como casi todos los que le seguirían durante casi un par de décadas, me parece flojo. Quizá, si llevase otro logo, la cosa cambiaría, pero la calabaza pesa mucho.
A día de hoy, unos 20 años después de la salida del disco, solo me quedo con este tema compuesto a medias entre Deris y nuestro protagonista. «Hell was made in Heaven» me parece un temazo, de los pocos del disco que sigue con la esencia de lo que es el grupo.
Ese puente más agresivo en que la voz ataca con ganas es trremendo, y el estribillo es muy marca de la casa. Da igual que hable de algo triste, cosa que hace, la melodía siempre alegrará la vida.
Buena manera, muy buena manera la de empezar a destacar nuestro bajista preferido.
«My Life for One More Day»
Álbum: Keeper of the Seven Keys – The Legacy (2005)
Autores: Andi Deris y Markus Grosskpof
Parece que el binomio cantante – bajiista funciona, y esta es una nueva muestra.
Sí, al principio se armó mucho revuelo con el lanzamiento de este disco, y es que tener el nombre que tiene, además de una acción de márketing un poco dudosa, es un peligro. Hacer referencia no solamente a los mejores discos del grupo, sino también del género, provocó oleadas de malestar. Y encima es doble. Ni hecho a propósito.
De entre todos los temas, a día de hoy solamente rescato tres temas: «The King of a 10000 Years» es tremenda, al igual que «Occasion Avenue». Y la tercera en cuestión es nuestra protagonista. Más directa, más corta y más cabreada. De nuevo parece que la letra no es la más feliz del mundo, pero musicalmente es un puñetazo a la cara de los que pensaban que Grosskopf no podía componer bien.
Cierren los ojos, amigos, denle al play y permítan que les arrolle como el tren bala japonés.
«Final Fortune»
Álbum: Gambling with the Devil (2007)
Autor: Markus Grosskpof
Y aquí ya tenemos a nuestro protagonista en solitario. Y casi podríamos decir lo mismo que en los dos temas anteriores. La reputación del grupo iba de capa caída. Sí, de ser una de las bandas más importantes a quedar en el sector medio de los carteles festivaleros. Es lo que pasa cuando empiezas a sacar álbumes entre mediocres y malos.
Pero como quien busca pepitas de oro, en cada de uno de esos discos encuentras temazos, y este es uno. Sí, hay otro par que no están bien («Dreambound» es un temazo y «Heaven Tells No Lies», también del protagonista del top, es pasable), pero creo este es el que mejor guarda las esencias de lo que significa la calabaza en el heavy metal. de temática medio religiosa, como en tantos temas del grupo, lo que destaca es el estribillo, feliciano al 100% y muy marca de la casa. Es muy difícil, si te gusta el power, escuchar el tema y que no te asome una sonrisa
¡Bravos, Markus!
«Straight Out of Hell»
Álbum: Straight Out of Hell (2013)
Autor: Markus Grosskpof
De nuevo un disco que, con el tiempo, ha quedado en mediocre, del que apenas podemos rescatar un par de temas. Al menos los fanses del sonido más feliz, seña de identidad absoluta de los de Hamburgo.
Desde hace discos Helloween ya estaban en un sonido más duro, más seco y menos feliz, aunque siempre tendría algo de ello en sus composiciones. Este es el caso del tema que nos toca tratar. El estribillo vuelve a ser coreable, bailable y saltable. Los arreglos de teclado son tremendos y la sonrisa florece. Y a pesar de todo esto, el tema es como una patada en la entrepierna por la fuerza que tiene.
Permitan que la música les invada, y hasta en momentos de bajona, Markus (que es un tío la mar de cachondo) conseguirá que se muevan tus hombros.
«Indestructible»
Álbum: Helloween (2021)
Autor: Markus Grosskpof
Aquí sí. Aquí Helloween volvieron a ser ellos mismos con una reunión esperadísima, y como no podía ser de otra forma, sacaron el disco del año.
De entre todos los temazos, con el que analizamos me pasó algo extraño (o quizá no tanto). La primera vez que lo escuché dije «meh!», no me va demasiado. Bien es cierto que la escuché con unos cascos que no eran la panacea. Pero a pasar de ese «meh!», y aún sin haberla escuchado a todo volumen, como mandan los cánones, no me quitaba el estribillo de la cabeza. Así que ese puto «meh» pasó a ser «¡la puta!». Al final fue uno de los singles del disco.
Me sigue pareciendo un tema extraño. Una canción que a pesar de que las partes por separado no me dicen gran cosa, el resultado me resulta aplastante. ¡Qué ganas de escucharlo en unos días!
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.