Ya se encargó el bueno de Aitor de recordarlo justo antes de dar inicio el bolo: «Subimos muy poco por aquí». Y la verdad es que sí. La verdad es que a una banda como Hora Zulú se la echa de menos, como agua de mayo habiendo tocado ya en abril.
La vida de las bandas «no grandes» es jodida, pero jodida de verdad. Echarse a la carretera para contentar, aún a riesgo de palmar pasta, tiene un mérito enorme, y las casi 500 personas que nos reunimos en la Salamandra la pasada semana no tenemos más que buenas palabras y elogios para una banda que ya lleva jugando a re-inventar el metal nacional casi 20 años.
Su más reciente La Voz del Amo (2019), su flamante y yo diría que mejor trabajo hasta la fecha, era la excusa perfecta para embarcarse en una mini-gira que les ha llevado a recorrer varios puntos de nuestra geografía. La de L’Hospitalet de Llobregat era su penúltima parada; el tour finalizó unas horas más tarde en la sala López de la capital aragonesa.
Con un pequeño retraso de 10 minutos sobre la hora prevista de inicio del baile -las 22:00-, el cuarteto tomó el escenario de la sala Salamandra a ritmo de «Coplas de Negra Inquietud», tema que abre su tercer larga duración, El Que la Lleva la Entiende (2006). Tras las disculpas de rigor por habernos tenido seis años esperándoles, sonó el primer single extraído de su Siempre Soñé Saber Sobre, Nadie Negó Nunca Nada (2012), «Mis Barraqueras» porque, según el propio Aitor, la cosa había empezado un poco demasiado de tranquis y había que darle briza al asunto. Y vaya si lo consiguieron. El riff inicial del grandísimo Paco Luque, que estuvo soberbio a lo largo de toda la noche, nos recargó unas pilas que ya no se descargaron hasta el final del concierto. Su estilo, a medio camino entre el metal más agresivo y el flamenco más clásico, puede resultar algo confuso si no estás acostumbrado al sonido tan característico de estos tipos, pero cuando le pillas el tranquillo, uno se da cuenta de que Luque es de lo mejorcito que tenemos en nuestro país. Por cierto, como casi siempre, el sonido de la sala, de fábula.
La primera incursión en su más reciente obra llegó de la mano del tema que le da título, «La Voz del Amo». La verdad es que cuando uno escucha los álbumes más clásicos de la banda y los compara con los más recientes, lo que más destaca es que Aitor Velázquez ha modificado su manera de interpretar los temas, pasando de un estilo más hip hop a otro, igualmente válido y efectista, eminentemente más calmado y sosegado. Algo como más recitado. «Tango» cayó a continuación, para regozijo de los allí presentes. La verdad es que le pegaron un buen repaso a su primer trabajo, Me Duele la Boca de Decirlo (2002), pues cayeron más de la mitad de los temas que contiene el que, seguramente, sea uno de los mejores álbumes debut publicado por una banda de aquí en los último años. Cada vez que sonaba un tema del ya mencionado álbum, era recibido con gran algarabía, y eso la banda lo sabía, pues a la que veían poco movimiento entre el público, nos regalaban los oídos (y los pies) con uno de sus temas.
«Que Me Mata», «Toma y Obliga», «Tanto Que Perdí». Fueron cayendo, poco a poco, temazo tras temazo. «Cave Ventum», el tema que abre su último álbum, fue la siguiente en sonar, a la que le siguió «Y No Protesto», y con ella la primera olla de la velada. Una vez dieron buena cuenta de ella, Aitor se nos dirigió por enésima vez para explicarnos una de los cientos de anécdotas que nos dejó caer a lo largo de todo el concierto. En esta ocasión, los protagonistas no eran otros que los mismísimos Sacred Reich, quienes habían actuado en esa misma sala la noche anterior. Pues bien, se conoce que los de Phoenix no recogieron del todo el camerino cuando se fueron y se dejaron por medio algunas notas. En una de ellas, según el propio Velázquez, había escrita una recomendación para el mismísimo Phil Rind, vocalista de la banda. Por todos es bien sabido que las bandas tienen la sana costumbre de dirigirse al respetable de turno utilizando el nombre de la ciudad en la que están actuando. Pues bien, la recomendación venía a decir, poco más o menos, que no se dirigiera al público de la Salamandra con el nombre de «Spain», que era más aconsejable utilizar «Barcelona» o «Catalonia». Sabías palabras, no me caba la menor duda, del manager de turno. La banda aprovechó la ocasión para dejar claro que a ellos no les hacen falta consejos y/o recomendaciones de ese estilo, pues «cada vez que decimos la palabra ‘España’ es pá cagarnos en ella». Hay que quererlos, joder.
Tras interpretar «Con Mi Condema», uno de los temas más rápidos y contundentes de todo su repertorio, Aitor nos espetó que él ya no estaba para el jebi, y que lo que él realmente quiere hacer ahora es música indie, que le sale mucho mejor. Eso dijo mientras tarareaba un tema de los también granadinos Los Planetas. El gorro de Sublime hizo acto de presencia durante la interpretación de «De-Que-Rer-Ser», tras la cual, en tono burlesco, nos dejaron caer que no iban a interpretar más temas de los nuevos porque no los cantábamos. La verdad es que en la segunda mitad de sus setlist solo habían incluido «Beatus Ille», no sé si expresamente o bien porque lo fueron alternado según les llegaban las «recomendaciones» desde el público. Sobre todo había un tipo en la primera fila que no cesó de gritarles durante toda la noche que tocaran «Agua de Mayo», que acabaría -obviamente- cayendo.
«Lluevan Flores» debe de ser de los primeros temas que compuso la banda, y también es una de las preferidas, no solo del que os escribe. La interpretaron un poco a regañadientes pues la cosa se estaba convirtiendo poco menos que en un greatest hits continuo. «No podemos tocar todas las buenas del tirón, porque sino el concierto se acabará enseguida y abrirán la sala para que la juventud entre a bailar reggaeton, que es lo que les gusta. Bueno, eso y VOX», dijo el vocalista.
La traca final estuvo marcada, de nuevo, por su primer larga duración. Tras «Golpes de Pecho», llegó, por fin, «Agua de Mayo», el tema más celebrado de la noche, no solo por el tipo ese de la primera fila. El trío final dio inicio con «Camarada», primer single de su tercer trabajo. Justo después, y casi sin descanso, la segunda más solicitada de la velada, «Andaluz de Nacimiento» (con mención especial al hijo de puta de Ortega-Smith) y, como no, acabaron con «A Ver Si Me Entiendes». Un total de 20 temas en poco más de hora y media de espectáculo 100% zulú.
La banda nos abandonó con la promesa de no volver a hacernos esperar seis años hasta su próxima visita. La cuenta atrás ya ha comenzado…
Setlist Hora Zulú:
Coplas de Negras Inquietud
Mis Barraqueras
La Voz del Amo
Tango
Que Me Mata
Toma y Obliga
Tanto Que Perdí
Cave Ventum
Y No Protesto
Con Mi Condena
Nuestro Entonces
De-Que-Rer-Ser
Tientos
Beatus Ille
Lluevan Flores
Golpes de Pecho
Agua de Mayo
Camarada
Andaluz de Nacimiento
A Ver Si Me Entiendes
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.