Zaragoza siempre ha arrastrado la fama de ser una tierra agreste para la música en vivo. Un territorio árido donde es difícil conseguir que las semillas florezcan. Por ello escribir este pequeño reportaje, que hace las veces de esquela, no resulta sorprendente. Y aun así el amargo resquemor que permanece al firmar la nota de defunción no se hace sino más abrasivo al examinar cómo, durante los años que permaneció en pie, el Iberian Warriors marcó uno de los puntos álgidos de la escena y situó la ciudad como una de las plazas fuertes para aquellos estilos situados en los márgenes del Estigia, donde la luz no alcanza.
Los orígenes del Iberian Warriors Metal Fest, sin embargo, quedan alejados de lo que llegó a convertirse en su madurez. Al principio nació como una iniciativa que invocaba a la palpitante escena folk metal, la cual empezaba a situarse a la vanguardia en todo el territorio europeo. La primera edición, que tuvo lugar en el 2015, contó como cabezas de cartel a los alemanes Suidakra, a los que se añadían cuatro grupos patrios: Crystal Moors, Pimeä Metsä, Northland y Vikingore. Una apuesta orientada de manera rotunda al folk de corte épico y agresivo, y que establecerá los cimientos de un proyecto cuya naturaleza mutará de manera casi irreconocible.
Tal vez por coincidir en el tiempo y espacio con un proyecto de similares características, el Folk Fest, el Iberian Warriors empezará a mostrar en su siguiente edición algunos signos de cambio. Aunque los estilos originarios continuaban representados gracias a grupos como Celtibeerian, Aiumeen Basoa, Skyforger o Tyr, el proyecto incluyó a grupos ajenos a dicha tipología y que oscilaban entre géneros de corte más oscuro y que marcarían el futuro del festival: Lux Divina, Hecate Enthroned o Kalmah, cabezas de cartel de la segunda jornada y muy criticados por una actuación en la que aparecieron ebrios y arrojando colillas entre los cables de los equipos de sonido, desluciendo así una edición que acogió grandes interpretaciones.
El año 2017 marcará el punto de inflexión en la corta trayectoria del festival con una oferta de bandas ecléctica y más desapegada al espíritu original. Bandas como Sovengar, Skyclad o Cruachan convivían con pesos pesados del metal extremo de la talla de Blood Red Throne, Wolfheart o Rotting Christ. Una combinación que funcionó con gran éxito de público y puso patas arriba el recinto con una serie de conciertos a cada cual más potente, a destacar la lluvia de fuego que los griegos dejaron caer sobre Zaragoza. Poco después, y tras cambiar de manos la organización del evento, comenzaron a anunciarse los primeros grupos de la que prometía ser una edición muy especial, contando con la presencia de Batushka y otros. Sin embargo, por problemas que nunca llegaron a esclarecerse del todo aquel proyecto se deshizo como un castillo de naipes y, tras volver al control de la promotora original, se planteó un nuevo cartel que trató de mantener las expectativas creadas. Y aunque quizá su empeño quedó un poco lejos del entusiasmo creado con aquella fantasmal edición, logró armar un interesante line-up en el que destacaban nombres como Ereb Altor, Memoriam, Finsterforst, Bölzer o Wind Rose.
De manera lamentable, allí comenzó a escribirse el principio del fin. Un desenlace que vino anunciado junto con la que a pocos días promete ser la iniciativa más intensa de todas las que hayan tenido lugar bajo el estandarte del Iberian Warriors. 3 días de metal extremo y desolador, a lo largo de los cuales desfilarán Pestilence, Taake, Entombed AD, Mortiis, Lurte, Unbounded Terror, Gaerea y muchos otros. Una última estocada con la que se pretende dejar una marca imborrable en todos aquellos que se enfrenten al abismo.