Crónica y fotos del Iberian Warriors Metal Fest - Centro Cívico Delicias (Zaragoza), 22 de septiembre de 2017

Los británicos Hell incendian la primera jornada del Iberian Warriors Metal Fest

Datos del Concierto

Iberian Warriors Metal Fest

Bandas:
Rotting Christ + Hell + Wolfheart + Grimner + Diabulus in Musica + The Hypothesis + Sovengar
 
Fecha: 22 de septiembre de 2017
Lugar: Centro Cívico Delicias (Zaragoza)
Promotora: Iberian Warriors Metal Fest
Asistencia aproximada: 700 personas

Fotos

Fotos por Albert Vila

Nuestra Previa

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En muy poco tiempo el festival zaragozano Iberian Warriors Metal Fest ha experimentado un crecimiento espectacular para colocarse firmemente en el calendario festivalero del final del verano. Se trata de un festival pequeño y puramente urbano que se celebra, a cubierto, en un Centro Cívico muy moderno y bien equipado en el que compartimos espacio con los abuelitos que jugaban al dominó y a los que la presencia de tanto greñudo les hizo levantar más de una ceja. Un cartel sumamente atractivo y la pasión previa que demostró la familar y cercana organización me parecieron suficiente excusa para empaquetar los bártulos (y la familia, que la dejé de turismo zaragozano durante las tardes / noches) y acercarme desde Barcelona a ver qué se cocía. Y bueno, ya iremos desgranándolo, por supuesto, pero a parte de algunos fallos organizativos propios de la falta de experiencia, lo que se coció fué magnífico, tanto a nivel musical como de espacio y de buen rollo generado por una excelente comunión entre organización, público y bandas. Y aunque fueras muy tiquis miquis y nada de eso te convenciera del todo, siempre te quedaba la opción de abandonarte al hidromiel, ese dulce y refrescante brebaje que muchos descubrimos aquí y que pasó de ser consumido por unos pocos a adornar más y más manos a medida que avanzaba el festival.

Las quince bandas que formaban un cartel variado y de mucha calidad se repartían entre viernes y sábado, y personalmente, el grueso de lo que quería ver se concentraba en esta primera jornada, con Rotting Christ, Hell y Wolfheart como platos fuertes. También es cierto que había un buen puñado de grupos que no conocía con demasiada profundidad a priori, con lo que llegué a la capital aragonesa abierto a tantas sorpresas como fuera posible. Después de dejar a la familia en nuestro hostal del centro, y vista la poca profusión de autobuses nocturnos que me auguraran una cómoda vuelta a mi madriguera temporal, decidí acercarme al Centro Cívico Delicias en coche, siendo perfectamente consicente que podía ser una decisión de la que me fuera a arrepentir. Pero los dioses estuvieron de mi lado, ya que en un golpe de suerte casi miraculoso, encontré un sitio para aparcar en la misma Avenida de Navarra y a menos de 20 metros de la puerta del Centro Cívico. ¡La cosa empezaba de forma realmente prometedora!

Sovengar

La gestión en la entrega de la acreditación fué también inmediata, de forma que, alargando mi racha de buena suerte, entré en la sala exactamente en el mismo momento en el que los murcianos Sovengar se subían al escenario dispuestos a dar el pistoletazo de salida a los dos días de metal, folk, compañerismo y buen rollo que teníamos por delante. El joven quinteto demostró que ser de Murcia (y lo siento si suena a chascarrillo) no es óbice para llevar sangre y actitud más que vikinga, e incluso es posible que su guitarra solista, el talentoso Manolo Parra, la lleve, con su largo y liso pelo rubio y su presencia casi élfica, aunque no me atrevo a decir lo mismo del resto de componentes, ibéricos como ellos solos. Aunque este festival empezó su andadura hace un par de años muy centrado en el viking, folk y pagan metal, en esta tercera edición la oferta se ha abierto de forma considerable a muchos más estilos. De hecho, los propios Sovengar pueden ser perfectamente uno de los grupos más vikingos que pudimos ver en todo el fin de semana, espectaculares visualmente gracias al esfuerzo puesto en su vestimenta y atrezzo y mostrando una pose y actitud siempre acorde, tanto a la hora de tocar como con sus gritonas, macarras y desafiantes soflamas entre canión y canción..

Musicalmente, desplegaron un puñado de buenos temas de death metal melódico con toques folk de los que destaco la final y solemne «Metal March» y la versión del «The Pursuit of Vikings» de Amon Amarth que dió bastante el pego y animó al poco pero atento público que ocupaba la pista en esas tempranas horas. Mención especial para el activo frontman Ravenstorm, que se movió de un lado para otro con el micrófono en una mano y un siempre llamativo keytar en la otra. Durante las primeras canciones, además, llevaba una máscara espectacular que fascinó a todos los presentes. Aún pillaron a todo el mundo medio en frío, pero Sovengar dieron un concierto muy interesante a pesar de las circunstancias, y sin duda quedan apuntados en mi agenda. Como detalle, los miembros de la banda no se quedaron a departir con la gente como sí hizo el resto de grupos, ya que esa misma noche, a eso de las doce, tenían otra actuación en Burgos. Todos mis respetos para gente que se lo curra y cree en lo que hace de tal forma. ¡Bravo por ellos!

The Hypothesis

Los siguientes en subir al escenario fueron una de las bandas que, a bote pronto, menos parecían pegar en el cartel. Si la mayoría de grupos giraban en torno al folk, al pagan y al black metal, los finlandeses The Hypothesis venían a mostrarnos su death metal melódico agresivo, moderno y alternativo. No fué una gran sorpresa descubrir su directo, ya que la misma noche anterior ya había tenido la oportunidad de verlos en la Sala Rocksound de Barcelona abriendo para Moonloop, junto a los que volverían a tocar el día siguiente en Madrid. En la Ciudad Condal dieron un buen concierto, pero hoy aquí casi todo fué mejor. Para empezar, tuvieron mucho más espacio en el que moverse, cosa que agradecieron, ya que se les vió bastante liberados y lo aprovecharon para ir de un lado para otro e intercambiar posiciones casi constantemente. También gozaron de un mejor sonido, lo que permitió apreciar sus matices con mucho más detalle.

Y lo más importante: la respuesta del público fué maravillosa. La sala ya presentaba un muy buen aspecto, con la gente de Zaragoza demostrando que había muchas ganas de tralla y de metal extremo, y a pesar de no conocerlos demasiado todo el mundo vitoreó y aplaudió a la banda en todo momento, lo que se reflejó en las caras de felicidad y agradecimiento de los finlandeses. Su repertorio constó en su práctica totalidad de canciones pertenecientes a su único álbum de estudio, Origin (2015), de las que destaco «Atonement» o «End of Your Days», que sonaron poderosas y compactas. Su tiempo de actuación se vió bastante recortado ya que, por lo que parece, Sovengar se excedieron bastante con su repertorio, así que no pudimos gozar de dos de mis temas favoritos como son «Exit» y «Eye for an Eye», que sí pudimos escuchar en Barcelona. Para acabar, nos ofrecieron un tema nuevo, más lento y más oscuro, que cerró un show cortó pero muy resultón.

Diabulus in Musica

La primera banda más o menos conocida de la que pudimos disfrutar en el día de hoy fueron los navarros Diabulus in Musica. Debo confesar que el metal simfónico que practican no es, ni de lejos, mi estilo favorito, y de hecho es un subgénero que se me hace pesado con bastante rapidez, con lo que quizás no soy el más indicado para hacerles una buena crítica, almenos en lo musical, así que me centraré en el aspecto más visual, escénico y sensitivo de su espectáculo, que a pesar de no conectar musicalmente disfruté bastante. Lo primero que me llamó la atención fué que de las siete personas que había sobre el escenario, solo una llevaba un instrumento de cuerda colgando del cuello, algo bastante inusual en un concierto de metal. Por un lado, ni llevan bajsta ni intentan sustituir sus líneas con otro instrumento, y por otro, cuentan con la presencia de un coro formado por tres personas. La falta de bajo hizo que las canciones carecieran de un cierto empaque, pero el coro les dió un toque solemne y épico muy interesante. Todas las miradas se centraron en dos puntos: el teclista y (ocasionalmente) cantante gutural Gorka Elso, que me dió la sensación de ser la mente pensante detrás de la banda, y la soprano Zuberoa Aznárez ocupando siempre el centro del escenario y ejerciendo de diva operística con su potente chorro de voz y sus constantes movimientos sinuosos.

Gran parte de su repertorio estuvo centrado en su reciente y celebrado Dirge for the Archons, y disfruté  especialmente de temas como la épica «Invisible» (que vino con ventilador incluido para añadir dramatismo a la cosa) o la extraña «Invisible Force». También hubo sitio para temas más tralleros como «Zauria», y hacia el final del concierto Gorka salió de los confines de su teclado para agarrar un keytar (el segundo ya de la tarde!) y ponerse en primera fila para delirio del personal. Lo cierto es que aunque es bastante seguro que no voy a ponerme a escuchar sus discos a estas alturas, su propuesta en directo me convenció bastante, y hay de decir que mucha gente con la que hablé a posteriori me confesaron que no los conocían antes del concierto y acabaron apasionadamente entregados, así que estamos ante un caso de «no eres tú soy yo» de manual. Sea como sea, la presencia de Diabulus in Musica en este festival supone un ejemplo magnífico de la apertura estilística del Iberian en esta edición, cosa que sin duda celebro.

Grimner

Dada mi poca pasión por el viking y pagan metal más estricto (que no es que no me guste, sino que nunca le he prestado demasiada atención, que uno no puede con todo), no tenía ni idea de quiénes eran Grimner. Y a juzgar por el bolazo que se marcaron y la pasión que despertaron entre el público, parece que me estaba perdiendo algo interesante. Los suecos se presentaron sobre el escenario vestidos con cuatro harapos zarapastrosos y dispuestos a dar el único toque realmente folk de la noche, que si las agendas lo hubieran permitido, quizás hubieran encajado más durante la jornada del sábado. Sea como fuere, tardaron nada y menos en convencer a todos y llevar el caos a la pista, ya que la gente se dejó ir desde las primeras notas de la inicial «Res er Mina Söner» que abre su último disco gracias a los ritmos festivos y a la alegre flauta de Johan Rydberg, que lideró el cotarro como si estuviera en Hamelin. Aunque todos ellos son unos hombretones de consideración, quién más llama la atención es el bajista David Fransson, con sus largas rastas, su tupida vestimenta a base de capas y capas de pieles de animales varios y su bajo colgado con una cadena de hierro que tenía pinta de doler lo suyo y de dejar unas marcas bien serias en el hombro. Suerte que las pieles lo protegieron.

El concierto transcurró en la más completa de las alegrías tanto arriba como abajo del escenario, y Grimner se erigieron en los primeros grandes triunfadores de la noche gracias a un sonido impecable, a una actitud divertida y siempre entregada y a lo resultones, inmediatos y bailables que son los temas de los tres (o mejor dicho dos, ya que el segundo es en gran parte una regrabación del primero) discos que han publicado hasta el momento, destacando hoy «Forna Dágar» o «Morkrets Hem» (que fué probablemente la que más me convenció). Este fué el primer concierto en España que nunca ha dado esta banda, y viendo sus caras de sorprendida satisfacción y la locura que despertaron entre el público, me extrañaría que tardaran mucho en dejarse caer de nuevo por aquí.

Wolfheart

Con los finlandeses Wolfheart empezaban los platos fuertes del este viernes, y a juzgar por lo rápidamente que volaron sus (preciosas) camisetas, se trata sin duda de una de las bandas más esperadas y apreciadas por el público que se reunió hoy aquí. Aunque sean relativamente jóvenes como banda y solo lleven tres discos de estudio, la carrera de su vocalista y líder Tuomas Saukkonen con Before the Dawn y sus múltiples proyectos paralelos es tan respetada que se respiró una sensación de devoción hacia su magnética y poderosa figura que no observé con nadie más. De hecho, me sé de varios (varias, para ser más concreto) que vinieron a verlos solo a ellos, pegándose la pateada padre desde Barcelona para asistir solo al día de hoy y ver a Wolfheart como principal reclamo. Tal y como pudimos comprobar en persona y mediante la entrevista que le hicimos hace unos días, la feroz presencia de Tuomas puede que te haga cambiar de acera, pero cuando le conoces de cerca es un tío dulce, sensible y la mar de amable.

Y esta imagen es exactamente la que proyecta en directo. Su voz agresiva y su estampa amenazadora se contrapone con los ojos cerrados y la cara de introspectiva emoción, algo a lo que es difícil no quedar atrapado. Personalmente, también Wolfheart son una de mis bandas favoritas, pero por pitos o por flautas su concierto no acabó de ser redondo, sobretodo por culpa de un sonido algo extraño, algo enlatado, que se vió agravado por el hecho de que, según nos comentaron a posteriori, el batería no oía nada por su canal de monitores, lo que añadió bastante confusión sobre el escenario. A posteriori, la organización llegó a pedir perdón por ese sonido, un acto que les honra, claro, pero que tampoco diría que hubo para tanto. Aunque Tuomas se lleva todas las miradas, musicalmente él se encarga únicamente de la guitarra rítmica, mientras que todas las melodías, tan icónicas, importantes e identificativas en esta banda, corren a cargo de Juho Räiha, guitarrista que solo les acompaña en directo. De igual manera, Tuomas se desentiende de toda interacción verbal con el público, y es el bajista Lauri Silvonen quién se encarga de ello con bastante pasión.

Al igual que pasó en su visita a Barcelona a principios de este año, su último y celebrado trabajo, Tyhjyys, fué dejado sorprendentemente de lado, y tan solo pudimos disfrutar de la inicial y emotiva «Shores of the Lake Simpele», con su magnífica transición entre la cinta inicial acústica grabada con la guitarra y la entrada de los músicos, y de la inesperada «The Rift», olvidándose de los cortes probablemente más icónicos como son «Boneyard» o «World on Fire». De hecho, tocaron cuatro canciones del primer disco, tres del segundo y dos del último, en lo que parece una progresión muy extraña en una banda tan jóven como son ellos. En todo caso, temazos como «Zero Gravity», la brutal «The Hunt» o la maravillosa «Aeon of Cold» ayudaron a caldear un ambiente ya de por si caluroso (poco winter metal íbamos a vivir hoy aquí) a pesar de los intermitentes problemas con el sonido. Como él mismo lo definió, su música es fría y cruda, pero en esencia, preciosa. Y el mejor ejemplo de ello lo tuvimos en la final «Ruota Pt. 2», un tema emotivo y sensible como él sólo que no renuncia para nada a la agresividad que caracteriza a la banda.

Cuando la banda abandonó el escenario todo parecía preparado para que salieran de nuevo a por el primer bis de la noche (que en todo caso no estaba escrito en su setlist), pero ante la sorpresa general, los chicos de la organización dijeron que nanay, que llevábamos 45 minutos de retraso, así que el escenario medio iluminado se apagó y las luces de la sala se encendieron para que nos quedáramos todos con un coitus interruptus bastante serio y viéramos como, tristemente, en vez de subir a tocar los propios Wolfheart volvieran al escenario para recoger todos los bártulos. En general fué un concierto algo raro el suyo, y definitivamente no me atrapó como sí lo hizo en Barcelona medio año atrás. Probablemente podemos culpar al sonido, pero me dá la sensación que no se acabaron de encontrar cómodos sobre el escenario en ningún momento. En todo caso, eso no hace que mi opinión sobre la banda baje ni un milímetro, y además su visita hoy aquí me sirvió como magnífica excusa para agenciarme una de sus (preciosas) camisetas.

Hell

Supongo que es una opinión bastante generalizada entre los congregados que los británicos Hell se comieron con patatas al resto de bandas de hoy sin demasiados problemas a pesar de que su estilo es mucho más clásico que los gustos de la mayoría de asistentes al festival. Rotting Christ dieron un concierto excelente al cabo de un rato, y Grimner habían sido capaces de poner la sala patas arriba un par de horas antes, pero lo de estos señores es de otro mundo. Su heavy metal de inspiración NWOBHM con toques oscuros nunca me desagradó, pero no fué hasta que vinieron a telonear a Kreator y Arch Enemy hace dos o tres años que me tienen atrapado. Su propuesta es brutal tanto en concepto como en ejecución, y sobre el escenario no tienen rival. Las coreografías, las poses y las pintas que se gastan son fascinantes, y la entrega y el desempeño teatral de su cantante David Bower (hermano del guitarrista Kev, auténtico mastermind de esta reencarnación de la banda y escénicamente genial con sus rastas y su pinta vampìrica y casi esquelética), son absolutamente inigualables.

Así que si en ese concierto con Kreator, en el que los vi desde la mitad final de la sala, me volaron la cabeza, ¿qué os puedo decir de vivirlo desde el (inestable e irregular) foso de los fotógrafos en primera fila? La energía que se pudo sentir allí durante su descarga yo no la sentí en ningún otro momento de todo el festival, y la excitación que generaron entre el público que se amontonaba ante el escenario se podía cortar con un cuchillo. Y eso que no llevaban toda la infraestructura que suelen llevar en sus conciertos grandes, con lo que cuando vengan con su propia gira me imagino que deberemos flipar. Tanto Kev Bower como el bajista Tony Speakman son personajes de cuidado, pero lo de David es de otro mundo: con su corona de espinas, sus ojos inyectados en sangre, su pinta de mártir desesperado y el pinganillo que le permite total libertad de movimientos, este gran frontman narra una historia visual pseudo-crística de la que no te puedes despegar, sirviéndose de látigo autoflagelador o escondiéndose tras una misteriosa capucha en «End ov Days». Y en el primer parón durante el que tuvo oportunidad de hablar, se lanzó a soltar historias de la inquisición de la misma manera que siempre menciona leyandas oscuras de todos los lugares que visitan.

El concierto empezó como lo hace su último disco, con la intro «Gehennae Incendis» y con la potentísima y pegadiza «The Age of Nefarious», un tema fantástico que funciona a la perfección para activar a todo el mundo desde un primer momento. «Something Wicked This Way Comes» es otra de las favoritas del público, mientras que «The Oppressors» y «Darkhangel» mantuvieron el nivel de excitación al máximo. A pesar de que los miembros principales de la banda se acercan a los sesenta, Hell solo cuenta con dos discos de estudio, así que de una forma u otra disponen de un catálogo bastante corto para elegir su repertorio. Esto supone, para mi gusto, que les falta alguna que otra canción memorable y que su show decaiga un poco musicalmente (que no escénicamente) a medida que avanza, y no fué hasta el final con la magnífica «End ov Days» y con «On Earth as it is in Hell» que volvieron a acercarse a la perfección tanto en intensidad como en calidad musical. Nada que no solucione un nuevo disco (que debe estar al caer), que confío que venga acompañado de una gira por salas como cabezas de cartel para poder disfrutar de toda la grandeza de su espectáculo en directo.

La historia de esta banda es algo fascinante, y os animo a pegarle un ojo si tenéis curiosidad. No la voy a explicar ahora aquí, pero solo tengo que decir que el principal artífice de que estén hoy donde están es quién más desapercibido pasa sobre el escenario. El guitarrista Andy Sneap no va vestido igual que los demás ni sus pintas son tan tétricas, pero si no fuera por su insistencia de fan en recuperar y regrabar las demos que corrían en el circuito underground de los ochenta es posible que casi nadie supiera de la existencia de Hell hoy en día. Y eso que Andy no es un don nadie precisamente, sino que es un productor realmente reputado y se ganó una merecida fama sobre el escenario gracias a su trabajo con los trasheros británicos Sabbat a finales de los ochenta. Al acabar el concierto todo el mundo que quiso pudo departir con los miembros de la banda (excepto a David, que no lo ví) y, a parte comprobar que las rastas de Kev son reales, también demostraron ser los tipos más campechanos y empanados del mundo. Vamos, un amor de gente.

Rotting Christ

Los griegos Rotting Christ, a pesar de ser una banda bastante habitual de ver por aquí y de que tampoco sean normalmente capaces de llenar aforos demasiado grandes, ejercieron de absolutos cabezas de cartel tanto por sonido como por actitud, repertorio y respuesta de un público que los trató con respeto y devoción. Y mira que salir después del vendaval que fué Hell no es tarea fácil, con la gente de bajón después de tal éxplosión de energía, pero los hermanos Tolis y los suyos, aún y ser mucho más sobrios y estáticos que los británicos, respondieron a las expectativas diendo un señor bolaco, preciso y contundente como el que más, apoyándose en la fuerza de sus temas antémicos y en la innegable presencia y corpulencia de sus miembros, especialmente el bajista Van Ace y el guitarrista George Emmanuel, que se tuvieron que dejar las cervicales de buen seguro con el brutal y constante y coreografiado headbanging que nos ofrecieron escudando a Sakis a lado y lado del escenario.

Metiendo un poco de off-topic, cuando pienso en Rotting Christ siempre me pregunto cuántas veces se deben haber arrepentido de la adolescente decisión de ponerle este nombre a la banda. Entiendo que a los quince un nombre tan chocante y ofensivo para mucha gente tiene su gracia rebelde, al igual que lo tuvo para mí en su momento, pero pasados los cuarenta y teniendo en cuenta la fuerte evolución musical que han experimentado, no tengo claro que les represente ni les haga ningun favor. Yo, personalmente, que quizás es cierto que por momentos pienso demasiado, a veces me lo planteo dos veces ante de ponérmelos en el Spotify según quién vea que está conectado y, de hecho, dando una vuelta por dentro de la Basílica del Pilar el día siguiente encontré a unos cuantos asistentes al festival con camisetas de la banda que me ofendieron hasta a mí, que de religioso tengo nada y menos, pero que intento ser respetuoso con todas las sensibilidades. En todo caso, no es mi intención soltar una moralina (aunque ya lo he hecho xD) y tampoco se van a cambiar el nombre a estas alturas a no ser que les dé por ver algun tipo de revelación y convertirse en born again christians (lo que tendría su coña), así que dejamos la reflexión ahí y vamos a lo que toca.

A lo largo de su carrera, los griegos han pasado por tres etapas bastante claras y definidas: un black metal más o menos melódico durante sus primeros años, un impasse de dos o tres discos dominado por un death metal melódico más ligero y casi gótico y, finalmente, un black metal antémico, bombástico y ritualístico que ha acabado siendo el estilo con el que todos los identificamos a día de hoy. Por ello, la mayoría de canciones de su repertorio de hoy pertenecieron a este último periodo, y especialmente, a sus dos últimos discos. Los himnos poderosos, antémicos y ritualísticos se fueron sucediendo uno tras otro para insuflar al público de poder y de pesada solemnidad sin renunciar a momentos veloces y salvajes, desde la inicial «Ze Nigmar» a «Χ Ξ Σ (666)», «Apage Satana», «In Yumen-Xibalba» o el espectacular final pre-bis con «Grandis Spiritus Diavolos», el tema que, para mí, epitomiza lo que es esta banda a día de hoy.

Su época más primigenia también tuvo su pequeño lugar con «Sign of Evil Existence» y «Turn the Suffering Into Plagues», los dos geniales cortes que abren Thy Mighty Contract, y con la inevitable y disfrutable versión del «Societas Satanas» de Thou Art Lord, la banda que supuso el embrión de lo que hoy es Rotting Christ, y que vió el pit más violento del día. En cambio, la era más gótica la tienen totalmente defenestrada. Ya no digo que toquen algo de A Dead Poem o de Sleep of the Angels, que aunque a mí me gusten bastante entiendo que están muy lejos de sus intereses actuales, pero es que ni tan siquiera nos obsequiaron con ningun tema del álbum que más me peté en su momento (y quizás por ello considero, de alguna forma, mi favorito), un Triarchy of the Lost Lovers cuya portada, curiosamente, se desplegaba inmensa y solemne detrás del escenario.

Como ya llevábamos un retraso considerable y ya habíamos padecido algun recorte en el tiempo de actuación de otras bandas, en todo momento planeó sobre la sala el fantasma del final drástico y precipitado. Y aunque creo que sí que se saltaron algun tema que otro, se bajaron después de «Grandes Spiritos Diavolos» para volver a subir algo inesperadamente a los pocos minutos (sin que el público se esforzara demasiado por perdirlo, la verdad, lo que me sorprendió viendo la entrega que llevaban todo el día) para atacar «Noctis Era» y un «Non Serviam» que fué coreado apasionadamente y que puso el broche de oro a un excelente concierto de la banda griega y a una primera jornada magnífica en Zaragoza. Para mañana, quedaban las bandas más folk como Skyclad o Cruachan, aderezadas por algunos de los mejores grupos de black metal que podemos ver en este país. Podéis leer que es lo que sucedió aquí.

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Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día. Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.