El matrimonio más molón de la escena rock actual formado por Nicke Royale y Johanna Sadonis sigue a lo suyo y nos entrega la cuarta entrega del proyecto Lucifer. Posiblemente, y junto a su segundo disco, estamos ante lo mejor que han hecho hasta la fecha. Sigue siendo todo un retro rock bellísimo, con temas efectivos y deudores de los 70 y con algún guiño incluso a los 60. Van desde las flores hippies al doom metal.
Black Sabbath, Coven, Fleetwood Mac, Blue Öyster Cult y demás grupos de esa era son los que inspiran a Lucifer, que mantienen toda esa imaginaría de cuero, con negro dominante, y un gusto especial para todo lo diabólico y ocultista. Tras varios años ya con el grupo los guitarristas Martin y Linus se han unido al matrimonio a la hora de componer, así que estamos ante su obra más coral. Incluso diría que ante la más variado.
El primer single que salió a la luz fue “Wild Hearses” con una influencia Sabbathiana espectacular y en la que Johanna cantaba al nivel de Jinx de Coven. Es un tema doomy al que lo han dotado con un videoclip en lyric video y en el que nos pasean entre tumbas a la vez que van apareciendo las letras, como si fueran de los tiempos de la Hammer. El pasaje más suave con guitarras acústicas es realmente delicioso.
“Archangel of Death” es la encargada de abrir fuego y nos muestra al grupo inspirado, jugando con lo que ya les conocemos, y sí, pecando incluso de previsibles, pero es innegable que Nick Royale tras los parches tiene una clase y un estilo muy definitorio. Sus redobles (muy constantes) casan perfectamente con lo que se le puede suponer al grupo.
“Crucifix (I Will Burn for You)” posee un riff muy inspirado en el “South of Heaven” de Slayer. Ha sido single clarísimo, pues es absolutamente adictiva y lograda y en el videoclip podemos ver a Johanna cubierta de sangre paseando bajo pilonas de autopista. Es de lo mejor junto a la canción “Bring Me His Head”, en la que hay un precioso homenaje a la película de Brian de Palma Carrie (1976). Otro tema que va para clásico junto a “Crucifix”. Han escogido bien los sencillos de promoción.
Un órgano de iglesia irrumpe en el inicio de “Mausoleum”, pero funciona a medias. Es un corte algo más comercialillo que no termina de despegar, y eso que hasta este momento todo estaba realmente logrado. Hay un tema de pausa, muy relajado, con acústicas y teclados inquietantes. Minuto y medio de tonada bajo el nombre de “Funeral Pyre”. Harald edifica con su bajo los pilares para desarrollar “Cold as a Tombstone”, que viene cargada con un gran estribillo.
En “Louise” hay una onda más esotérica y hippy, aderezada con esos habituales redobles que tanto caracterizan a nuestro héroe bajo la gorra. Más atmosférica es “Nightmare”, y no está nada mal, pero el grupo no consigue mantener el altísimo nivel que gastan hasta llegar al ecuador del disco. “Orion” es calmada y cercana a Blues Pills, con atmósfera neblinosa y piano de fondo creando ambiente.
Hay varias sorpresas en el disco y el tema final es el que más me ha impresionado, pues posee un final casi de rock progresivo. Antes canta Johanna y hay ese teclado a lo Blue Öyster Cult con hay ciertos aires espaciales. Destacan esas guitarras dobladas a lo Thin Lizzy y el final me recuerda absolutamente al “Finally Free” de Dream Theater… Obviamente, siempre dentro de las posibilidades de esta banda, pero estaba claro que Nick quería dejar patente lo que vale tras los parches.
Puede que estemos ante el mejor disco de Lucifer hasta la fecha, lo cual es realmente meritorio pues hay muchas bandas instaladas en el retro rock y hay mucho nivel, incluso en la misma Suecia. A destacar el inicio de disco arrollador del compacto y luego la gran variedad compositiva.
Johanna Sadonis posee una gran voz y una imagen impactante mientras el enorme Nicke siempre hace brillar lo que toca. No se queda en segundo plano el grupo, pues hay una impresionante banda acompañando al matrimonio. Si crees que esto es un mero divertimento para la pareja creo que deberías darle una oportunidad a Lucifer IV y ya verás como hay material para enamorarte (diabólicamente) del quinteto.