Hace tiempo que apostaba siempre en contra de Machine Head. Muy lejos queda Unto the Locust (2011), su último gran disco. Desde entonces, Bloodstone & Diamonds (2014) nos entregó momentos buenos mezclados con otros muy mediocres, y rozaron el esperpento con Catharsis (2018), un disco lamentable de principio a fin. En estos cuatro años hemos revivido la segunda vida de Burn My Eyes (1994), algunas canciones sueltas poco comunes como «Is There Anybody Out There?» o «Circle of Drain» y una desbandada (o despido) de artistas.
Cuatro años de silencio discográfico y de pandemia han sido suficiente aliciente para que Robb Flynn recuperase las ganas de volver a comerse el mundo, y ya van tres. Para ello, ha reunido dos artistas brutales como lo son el polaco Vogg, guitarrista de los feroces Decapitated. Y para la batería al ex Animal As Leaders Navene Koperweis. Ambos han encajado con increíble facilidad en sus respectivos roles. Vogg ha logrando una asociación alucinante de guitarra con Flynn mientras que el batería ha propulsado con su tecnicismo y poderío con las baquetas un instrumento venido a menos en los últimos dos discos.
Øf Kingdøm and Crøwn muestra una banda feroz y hambrienta, algo que no mostraban des de The Blackening (2007). Aunque a muchos les duela, estamos frente a uno de los mejores discos de Machine Head, y repito que no apostaba un duro por ellos.
Estamos frente a un disco largo, de una hora de duración. Trece canciones que impactan a la primera y mejoran a medida que vas reposando el hype. «Slaughter the Martyr» nos remite a The Blackening, canción de compleja estructura, larga, con múltiples facetas. Por un lado, encontramos esta intro larga y melódica, calmada y con voces totalmente limpias y nítidas. Pero cuando se prende la mecha, destruye todo lo que han sembrando en primer instante. Un clásico instantáneo.
«Chøke øn the Ashes øf Yøur Hate» es Machine Head en estado puro. Dureza, ritmo, melodía, estribillos épicos. Otro tema brutal. En «Becøme the Firestørm» vemos un brutal Vogg quemando las cuerdas de su guitarra, otro clásico instantáneo. Ya van tres piezas sublimes de arranque.
Sigue el nivel con canciones marca de la casa como «Røtten» y «Bløødshøt». Otras, como «My Hands Are Empty», «Unhalløwed» y «Nø Gøds, Nø Masters», juegan en los cambios de velocidad y temperamento y nos muestran que incluso con canciones menos duras, este disco funciona de principio a fin.
Comentar, por cierto, que presuntamente este es un disco conceptual -el primero de su carrera- que gira en torno a un videojuego. Pero bueno, no dista mucho temáticamente de lo que habitualmente nos cuenta Robb en sus canciones.
Sin perder un ápice de ingenio ni de calidad, aterrizamos a los últimos instantes del disco con la sensación de que he escuchado un disco magnífico. Lo podría bien situar en segunda posición de su carrera tras el perfecto The Blackening. Los que me leéis sabéis que no siento mucho aprecio hacia Burn My Eyes… Con esto quiero decir que, Øf Kingdøm and Crøwn, era el disco que todos esperábamos pero que sabíamos que nunca sucedería. Tortazo en la cara de todos los oyentes, Machine Head ha vuelto con más hambre que nunca.